El mariscal de campo alemán Friedrich Paulus en la sede del Ejército rojo durante el interrogatorio, 1943.
APEn enero de 1943 la derrota del ejército nazi en la legendaria Batalla de Stalingrado era obvia. El enervante choque que cambió el curso de la Segunda Guerra Mundial había durado seis meses y medio (desde julio de 1942). La URSS perdió más de un millón de soldados, Alemania - 950.000. El 6.º Ejército bajo el mando del teniente general Friedrich Paulus fue rodeado, sus días estaban contados.
En estas condiciones Adolf Hitler promovió a Paulus a uno de los rangos más altos en el Reich, mariscal de campo. En su último radiograma, el Führer hizo una sugerencia bastante inequívoca: “ningún mariscal de campo alemán jamás ha sido capturado”. Hitler esperaba que Paulus, si estaba rodeado, se suicidara. Pero el mariscal de campo eligió la vida y se rindió el 31 de enero de 1943.
Paulus como prisionero de guerra.
Dominio públicoPara Moscú la rendición de Paulus era importante no sólo en términos de prestigio. Después de la invasión de Alemania a la URSS, el gobierno soviético, junto con los comunistas alemanes, que habían emigrado a la URSS en la década de 1930 (después de que los nazis llegaran al poder) intentaron crear una organización antifascista compuesta por prisioneros de guerra.
Walther Kurt von Seydlitz-Kurzbach, en el lado izquierdo de la foto, junto a Friedrich Paulus.
Archivo Federal de Alemania/Jesse (CC-BY-SA-3.0-DE)Después de la batalla de Stalingrado, que menoscabó gravemente la fe de los alemanes en alcanzar la victoria, 91.000 soldados de la Wehrmacht fueron hechos prisioneros - una ocasión bastante prometedora para el “lanzamiento” de tal organización. Primero, en julio de 1943, la URSS formó el Comité Nacional para una Alemania Libre, luego la Unión de Oficiales Alemanes bajo la supervisión del general capturado Walther Kurt von Seydlitz-Kurzbach. Pero para una exitosa propaganda antinazi, Kurzbach no era suficiente. El gobierno soviético necesitaba un alemán realmente famoso, alguien como Friedrich Paulus.
Sus contemporáneos describían a Paulus como un soldado responsable y atento, un oficial digno y un ser humano. Sin embargo, como escribió el historiador alemán Joachim Wieder en su Catástrofe sobre el Volga, no era un comandante destacado y se sentía más cómodo realizando tareas de personal en lugar de dirigir un ejército en guerra. Paulus era de hecho un notable oficial de estado mayor. En particular, participó en el desarrollo de la tristemente famosa Operación Barbarroja, la invasión de la URSS.
Durante toda la guerra, hasta que Stalingrado se plantó en su camino Paulus sirvió como jefe del departamento de personal del ejército, lo que significa que prácticamente realizó su papel en la guerra el frente doméstico. “La orden de nombrar a Paulus como comandante del sexto ejército en 1942... fue una sentencia fatal, antes ni siquiera había mandado un regimiento”, escribe Wieder.
Otra debilidad de Paulus, según Wieder, era su ciega creencia en Hitler. Negarse a cometer suicidio fue el primer momento en el que dejó de cumplir la voluntad del Führer. Sin embargo, incluso cuando fue hecho prisionero, el mariscal de campo declaró que seguía siendo un nacional socialista.
Cuando se enteró de la creación de la Unión antifascista de los soldados alemanes, Paulus al principio “la condenó duramente y de forma escrita recomendó a todos los prisioneros de guerra alemanes que no se unieron a ella”, dice el historiador Mijaíl Búrtsev.
El 8 de agosto de 1944 Paulus habló en la Radio Alemania Libre.
ArchivoSin embargo, pronto Paulus cambió su punto de vista. Fue influenciado por la manipulación psicológica (en su dacha de Dubrovo, cerca de Moscú, se le instó diariamente a tomar partido de la URSS) y por el curso de la guerra. Los Aliados habían abierto un segundo frente y el Tercer Reich había sufrido grandes pérdidas en África y cerca de Kursk. La noticia de la ejecución en Alemania del amigo general de Paulus, Mariscal de Campo Erwin von Wirzleben, por su participación en la conspiración anti-Hitler del 20 de julio de 1944, también influyó en su cambio de mentalidad.
El 8 de agosto de 1944, año y medio después de haber sido hecho prisionero, el mariscal de campo Paulus habló en la Radio Alemania Libre y se dirigió a los soldados de la Wehrmacht: “Para Alemania la guerra se ha perdido, esta es la posición en la que el país se encuentra como resultado del liderazgo de Adolf Hitler, y Alemania debe renunciar a Hitler”.
Paulus durante los juicios de Núremberg.
Dominio públicoEste fue el primer discurso antihitleriano de Paulus, pero no el último. Se unió a las filas de la Unión de Oficiales Alemanes y realizó muchos llamamientos al pueblo alemán. Como cuenta el historiador Vladímir Markovkin, Paulus incluso pidió una audiencia personal con Stalin, pero éste se negó a concedérsela a un prisionero alemán.
Uno de los discursos más antinazis del mariscal de campo fue su testimonio durante los juicios de Núremberg del 11 al 12 de febrero de 1946. Como alguien que participó en el desarrollo de la Operación Barbarroja, fue un testigo importante en la acusación de los generales Wilhelm Keitel y Alfred Jodi (ambos fueron ejecutados).
Después de Núremberg Paulus regresó a la URSS, donde vivía en una dacha cerca de Moscú sin derecho a salir del país. Hasta la muerte de Stalin en 1953 sus numerosas peticiones para volver a Alemania fueron denegadas. El trabajo con el gobierno soviético continuó. Paulus incluso trabajó como consultor en la película de Vladímir Petrov, La batalla de Stalingrado (1949). Después de la muerte de Stalin Paulus dejó la URSS, vivió en Dresde, Alemania Oriental trabajando como jefe civil del Instituto de Investigación Histórica Militar de la RDA. Murió allí de una enfermedad en 1957.
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