Así fue el asalto al ‘Reichstag’ de las tropas soviéticas en 1945

Evguéni Jaldey/МАММ/МDF/russiainphoto.ru
En 1945, el edificio del Parlamento alemán no tenía ningún significado militar o político. Sin embargo, los soviéticos vieron en él el corazón del régimen nazi que odiaban.

“En los últimos destellos del día que agonizaba, una estructura enorme, pesada y sombría asomaba entre las nubes de humo. Sobre ella, la cúpula nervada brillaba con fragmentos de cristales rotos”. Así vio el Reichstag el 29 de abril de 1945 el coronel Fiódor Zínchenko, cuyo 756º Regimiento de Fusiles participó en su asalto.

Tras el incendio de 1933, el Reichstag perdió su importancia política: las reuniones del Parlamento alemán empezaron a celebrarse en la vecina Ópera Kroll, hasta que dejaron de celebrarse en 1942. Durante la Batalla de Berlín, ninguno de los altos mandos nazis o generales alemanes estuvo presente.

Sin embargo, la Unión Soviética veía en este edificio una encarnación histórica del propio Estado alemán. Fue donde comenzó el ascenso del Tercer Reich y donde se produciría su derrota final.

Los nazis también consideraban el Reichstag uno de sus principales símbolos. Por lo tanto, tenían la intención de defenderlo hasta el final.

Fuerte asalto

El antiguo edificio del parlamento alemán fue defendido por soldados de la Wehrmacht, Waffen SS, milicianos Volkssturm e incluso cadetes de la escuela naval de Rostock: más de 1.000 personas, en total. Las unidades alemanas cercanas, que disponían de vehículos blindados, también estaban disponibles para ayudar a la guarnición en cualquier momento.

A mediodía del 30 de abril, la artillería del 3er Ejército de Choque comenzó a bombardear el Reichstag. Decenas de piezas de artillería, tanques y unidades de artillería autopropulsada bombardearon el edificio con fuego directo, apuntando a las ventanas donde el enemigo había ubicado puntos de tiro.

“Los soldados de infantería que se preparan para atacar <...> se adaptan para el asalto, eligen un punto de apoyo para la pierna, para el codo y colocan su ‘arsenal’ personal más convenientemente”, escribió Zínchenko. “Ni los tanques ni la artillería ayudarán en el Reichstag, todo se decidirá con una ametralladora, un fusil y una granada. Por lo tanto, el mayor valor para cada combatiente es un cargador de repuesto más, una granada más...”

El bombardeo preliminar de artillería duró treinta minutos y, a las 14:30, comenzó el asalto. Tan pronto como las tropas del Ejército Rojo se precipitaron hacia el edificio, cayó sobre ellas una avalancha de fuego enemigo: el fuego procedía tanto del propio Reichstag como de los alrededores de las embajadas extranjeras y de la zona de la Puerta de Brandemburgo.

Sólo había 250 metros entre las posiciones de las tropas soviéticas y la entrada principal, pero los soldados no pudieron superar más de cien. Estaban literalmente clavados en el suelo, incapaces de levantar la cabeza.

Este estancamiento duró varias horas. Poco a poco, sin embargo, los soldados soviéticos, devolviendo el fuego, moviéndose por el suelo sobre sus vientres, escondiéndose en cráteres y detrás de vehículos blindados destruidos, fueron capaces de acercarse al edificio y lanzar el ataque final.

“Los nazis nos lanzan un huracán de fuego. Pero, nuestro ataque no se debilita. Toda la masa de soldados en un amplio frente se precipita hacia adelante. Hay 50... 30... 20... metros y, finalmente, llegamos a la amplia escalera que conduce a la entrada principal del Reichstag. Un increíble movimiento de gente, gritos, órdenes. Los heridos llaman a los médicos, los alcanzados por una bala caen hacia atrás”, recordó el soldado de infantería Mijaíl Bondar. 

La batalla por el Reichstag

Concentrados a izquierda y derecha de la entrada, los soldados lanzaron granadas contra la puerta y se precipitaron al interior. En la noche del 30 de abril, comenzaron los combates en el interior del edificio del Reichstag.

“Los pasillos, salas y habitaciones se llenaron del estruendo de los disparos, las explosiones de granadas y los gritos de los adversarios enzarzados en un combate mortal. Dentro del edificio, todo ardía y retumbaba, las habitaciones estaban llenas de humo”, escribió Zínchenko.

A pesar de la fuerte resistencia enemiga y de los contraataques alemanes desde la zona de la Puerta de Brandemburgo, las tropas soviéticas consiguieron afianzarse en el primer piso. En la antigua habitación de los ayudantes del Káiser instalaron un puesto de mando y un cable telefónico. En las inmediaciones se colocó también un pequeño hospital de campaña.

Una de las principales tareas de las tropas soviéticas durante la batalla por el Reichstag fue la instalación de la bandera roja en su tejado. Para ello, los grupos de asalto se colaron hasta el segundo piso y, sin despejarlo, se dirigieron directamente al tejado.

Ya al anochecer, bajo el fuego enemigo de los edificios vecinos, los soldados instalaron allí las banderas rojas. La bandera oficial de la Victoria fue colocada por los exploradores Mijaíl Egorov y Melitón Kantaria del 756º Regimiento de Fusiles. Sólo los alemanes de los edificios vecinos no consiguieron derribarla.

El estandarte estaba situado cerca del grupo escultórico y, tras el final de los combates, se trasladó más arriba, a la cúpula.

La rendición 

Tras una breve tregua nocturna, los encarnizados combates continuaron durante todo el día del 1 de mayo. Los continuos disparos, las granadas explosivas y los Panzerfaust provocaron tal cantidad de humo y polvo del yeso del edificio que la visibilidad era casi nula en algunos momentos.

Además, se inició un incendio en el edificio, ya fuera como consecuencia de los combates o debido a un ataque incendiario deliberado de los alemanes, que poco a poco se vieron obligados a entrar en el sótano. Hasta las 15.00 horas no se había extinguido el fuego.

A las 19.00 horas, el Ejército Rojo había rodeado completamente el Reichstag y la guarnición ya no podía esperar apoyo del exterior. Los alemanes se ofrecieron a negociar, intentaron regatear con diversas condiciones de rendición, pero recibieron una respuesta categórica: sólo la rendición incondicional completa.

Trescientos soldados enemigos supervivientes se rindieron en la madrugada del 2 de mayo. Casi al mismo tiempo, toda la guarnición de Berlín cesó su resistencia.

Más de 2.500 soldados alemanes murieron durante las batallas por el Reichstag y los territorios adyacentes. Sin embargo, a fecha de hoy se desconocen las pérdidas que sufrió el Ejército Rojo.

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