El sueño de cualquier ciudadano soviético era conseguir un beneficio social (a través de la empresa o el sindicato) consistente en un viaje a sanatorios de los países bálticos (Jūrmala, Palanga...), Crimea, Sochi y Abjasia.
Esto incluía tres comidas al día, tratamientos para mejorar la salud, cafés en la playa e incluso ¡discotecas!
Además, los que tenían coche propio o conseguían un billete de tren o avión viajaban por su cuenta o “a lo loco”. Alquilaban vivienda a los lugareños y cocinaban ellos mismos o se alimentaban en comedores.
Las acampadas en las montañas con tiendas de campaña y ollas para hervir el agua también eran muy populares entre los jóvenes.
En todas las empresas e instituciones educativas había secciones de turismo.
El senderismo se equiparaba al deporte y se podía obtener una categoría deportiva practicándolo.
Los escolares soviéticos pasaban los veranos en casa de familiares en el campo o en campamentos de pioneros (este era otro beneficio social que se podía conseguir a través de las empresas de los padres).
Y si uno no tenía posibilidades (o ganas) de ir al sur, solía pasar sus vacaciones en una dacha.
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