Los signos habituales de las fiestas (un árbol de Navidad decorado y regalos bajo él) parecían quedar muy atrás. Pero los soldados hicieron todo lo posible por recrear el ambiente de Año Nuevo. Si no había árbol de Navidad, servía cualquier árbol, que se decoraba de forma improvisada con adornos hechos con vendas, etiquetas de conservas y, en lugar de una estrella en la copa, podían fijar un caramelo en un paquete brillante. Las postales y cartas volaban de la retaguardia al frente con motivo de las fiestas: sólo en otoño de 1941 la editorial moscovita “Art” imprimió 300 mil tarjetas de felicitación de Año Nuevo, y durante el invierno se emitieron unos 15 millones. Sus imágenes representaban temas de la vida cotidiana del frente, caricaturas de los soldados de Hitler y, por supuesto, al principal mago de invierno, Papá Noel, que derrotaba a los enemigos.
Soldados celebrando el Año Nuevo en la región de Moscú, 1942
Archivo personalPara el Año Nuevo se enviaban paquetes al frente: los que se quedaban en la retaguardia querían alegrar a sus familiares y amigos. Recolectaban lo más necesario: calcetines y manoplas calientes, botas de fieltro y de algodón, tabaco, bolsas de tabaco bordadas con sus propias manos, papel para cartas, cigarrillos, dulces y galletas. Granjas y fábricas estatales, escolares y adultos se unieron a la preparación de los regalos. Secaban verduras, horneaban pan de especias y galletas, transformaban la carne en salchichas.
Alexander Kapustyanskiy/Sputnik
En ciudades y pueblos se anunciaban colectas de alimentos y cosas: sólo en diciembre de 1941 se enviaron desde Kuibishev al Frente Noroccidental 11 toneladas de diversas galletas y dulces, salchichas, manzanas. “Con gran amor los obreros de las minas de bauxita de los Urales del Norte preparan regalos de Año Nuevo para los defensores de la patria. Ya se ha enviado el primer lote: 400 paquetes. Los paquetes contienen vino, galletas, cigarrillos, tabaco, caramelos, chocolate, salchichas, etc.”, - se informaba en el periódico Trabajador de Karpinski de aquellos años. A menudo los que estaban en retaguardias viajaban al frente para felicitar el Año Nuevo a los soldados y hacerles regalos.
Además de regalos útiles, los paquetes incluían dulces. Muchas fábricas de golosinas fueron evacuadas durante la guerra y siguieron funcionando. El chocolate se incluía, por ejemplo, en la dieta obligatoria de pilotos y marineros de submarinos, y los paquetes de Año Nuevo incluían chocolate “Gvardeyski” y ”Kola” (con extracto de nuez de cola, que se consideraba un tónico probado y salvaba de la avitaminosis). En Leningrado, la fábrica de confitería Krupskaya continuó su labor: en 1943, empezó a producir dulces “Oso en el Norte”. ¡Tres toneladas de ellos salieron de la cinta transportadora en un solo año!
Incluso el embalaje de los regalos de Año Nuevo era festivo: pequeñas bolsas de lona llevaban bordado “Defensor de la Patria”.
Una vez, sucedió que una mesa festiva apareció por sí sola. Después de que las tropas soviéticas ocuparan la estación de Kotélnikovo, cerca de Stalingrado, a finales de diciembre de 1942, encontraron vagones abandonados por los alemanes en las vías. Y allí… manjares. Pável Rótmistrov, comandante del Séptimo Cuerpo de Tanques, decidió que serían muy apropiados para Nochevieja. Rápidamente prepararon las mesas, que estaban quedaron a rebosar de comida, aguardiente y champán. Para rematar los festejos, leyeron a los soldados una felicitación por la victoria y el Año Nuevo de parte de Iósif Stalin.
Pero a veces bastaba una prosaica patata para animar el ambiente festivo. Según los recuerdos de uno de los soldados, antes de ser enviados a Stalingrado, su pelotón recibió una cena de Año Nuevo: en las mesas de los refugios había ancas de rana en conserva y tortilla de huevos de tortuga; al parecer, trofeos de comida. Los soldados no estaban acostumbrados a tales manjares, así que no se comieron las ancas, eligiendo de las latas sólo la guarnición: arroz.
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