Cómo la URSS se enamoró de África

Una delegación angoleña deposita flores en el Mausoleo de Lenin en la URSS.

Una delegación angoleña deposita flores en el Mausoleo de Lenin en la URSS.

A.Kovtun, B. Korzin/TASS
Tras la caída de los imperios coloniales en África, Moscú hizo todo lo posible para que los “camaradas africanos” abrazaran el socialismo, pero el romance no duró mucho.

“Durante otra crisis en Angola transportábamos allí armas en aviones y barcos, había toneladas", dijo un especialista militar ruso al describir cuánta ayuda prestó la URSS al gobierno socialista de Angola durante la guerra civil de los años setenta.

Es difícil sobrestimar la atención que Moscú prestó a Angola. Según Serguéi Kolomnin, un antiguo intérprete militar que sirvió allí entre 1975 y 1991, 105 generales y almirantes y 7211 oficiales de la URSS estuvieron presentes en Angola como asesores militares.

Soldados prosoviéticos etíopes.

Angola no fue el único país de África acogido por la Unión Soviética. Desde los años sesenta hasta finales de los ochenta, Moscú envió oficiales, ingenieros y especialistas técnicos para ayudar a los africanos a construir (o reconstruir) sus infraestructuras; acogió a estudiantes africanos en universidades soviéticas; y gastó miles de millones de dólares directamente en ayuda financiera.

No se devolvió mucho: como señaló Vladímir Putin en octubre de 2019, Rusia había condonado 20.000 millones de dólares en deudas africanas con la URSS. Entonces, ¿por qué la URSS ayudó a los africanos y por qué recibió tan poco a cambio?

Primeros años

“África empezó a preocupar a algunos rusos durante el siglo XIX y la Segunda Guerra de los Bóers”, explica la historiadora Irina Filatova a Kommersant. “El siguiente periodo de obsesión por África comenzó con la Comintern [unión internacional de los partidos comunistas liderada por la URSS, que estuvo activa entre 1919 y 1943]. Se interesó por el movimiento comunista en Sudáfrica e insistió en crear allí 'una república aborigen independiente', sin explicar con precisión qué significaba eso.

Sin embargo, hasta 1958-1960, la URSS no prestó mucha atención a África y a los problemas del continente, pues estaba demasiado ocupada en mantener su industria y su seguridad y en luchar en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Varios estudiantes africanos estudiaron en Moscú, se envió algo de dinero a los comunistas africanos, pero en realidad era una gota en un océano. “Moscú prestaba poca atención a las especificidades de África, porque en realidad no la conocía en absoluto”, explicó Filatova.

Aprovechar una oportunidad

Gamal Abdel Nasser de Egipto fue el primer líder africano en establecer relaciones amistosas con la URSS.

Todo cambió en las décadas de 1940-1950, cuando las potencias europeas (principalmente el Reino Unido y Francia) empezaron a perder el control de sus antiguas colonias. Con la aparición de nuevos Estados en el mapa y el auge de los movimientos de izquierda en todo el mundo, la URSS intentó por todos los medios pintar África de rojo.

Empezaron por los países árabes del norte del continente: por ejemplo, Gamal Abdel Nasser, de Egipto (presidente entre 1956 y 1970), era uno de los mejores amigos de la URSS y contó con el apoyo de Moscú durante los conflictos árabes con Israel. Egipto fue el primer país africano con el que la URSS firmó un tratado comercial, seguido de Túnez (1957), Marruecos (1958), Ghana, Etiopía y Guinea (todos en 1959).

Entre otras cosas, la URSS ayudaba a África con médicos. Una comadrona soviética en Lubango, Angola.

Más tarde, la URSS también mostró su entusiasmo por trabajar en el África subsahariana: Nikita Jrushchov (líder soviético en 1953-1964) aprovechó un discurso en la ONU para pedir la independencia del África colonial y dio la bienvenida al proceso de descolonización. “La URSS estableció lazos especialmente estrechos con los llamados países del modelo de desarrollo socialista (Guinea, Ghana, República del Congo, Mali, Etiopía, Angola, Mozambique y Benín)”, señala TASS.

El beneficio es lo primero

La presa egipcia de Asuán, construida por los especialistas soviéticos.

Alexéi Sálnikov, un oficial de alto rango del KGB, recordaba que Jrushchov dijo: “Básicamente estamos vendiendo comunismo a África. Pero, de hecho, tenemos que pagar a los africanos para que lo compren”. Jrushchov quería decir que la mayoría de los africanos no estaban dispuestos a abrazar las ideas comunistas sin una ayuda económica seria. Todo funcionó tal y como predijo Karl Marx: la economía define la política.

Los soviéticos firmaron tratados de cooperación con 37 países africanos y participaron en la construcción de unas 600 empresas, fábricas y plantas. Entre ellas, por ejemplo, la presa de Asuán, crucial para la agricultura y el suministro energético de Egipto, la presa hidroeléctrica de Capanda, que suministra electricidad a la mayor parte de Angola, centrales en el Congo y Nigeria y otros grandes proyectos de infraestructuras en todo el continente.

Además, la URSS proporcionó a muchos de sus clientes africanos créditos financieros y, en ocasiones, ayuda financiera desinteresada. Más tarde, esa generosidad se convertiría en objeto de crítica, ya que en realidad no ayudó mucho, como resultó.

Guerras secretas

Un soldado africano

Los “asesores militares” soviéticos participaron en las guerras africanas de forma no oficial: su trabajo era clasificado. Desempeñaron un papel importante en al menos tres guerras:

  • La Guerra Civil de Angola (1975-1992), en la que la URSS apoyó al izquierdista Movimiento Popular para la Liberación de Angola;
  • La Guerra Civil de Mozambique (1977-1992), en la que Moscú también se puso del lado de los izquierdistas;
  • La guerra de Ogadén entre Etiopía y Somalia (1977-1978). Esta fue complicada: Moscú tuvo que elegir entre dos Estados oficialmente prosocialistas que se enfrentaron por la región de Ogadén, en África Oriental. Los soviéticos prefirieron Etiopía, lo que obligó a los somalíes a ponerse del lado de los estadounidenses.

En cada una de estas guerras, los países africanos eran básicamente un tablero de ajedrez en el que Moscú y Washington apoyaban a distintas partes. El asunto era profundamente secreto. “Nadie envió allí al ejército soviético”, explicó Serguéi Kolomnin. “Pero nuestros asesores, nuestros especialistas, paramédicos, pilotos... todos estaban allí”. La ayuda militar fue palpable: el bando prosoviético ganó cada uno de estos conflictos.

Educación

Aparte de la economía y la política, los soviéticos hicieron un gran esfuerzo por formar nuevas élites africanas prosoviéticas, invitando a estudiantes de África a estudiar en la URSS. Entre 1949 y 1991, unos 60.000 africanos estudiaron en la URSS. La mayor universidad que los acogió fue la UDN (Universidad de la Amistad de los Pueblos) de Moscú, que lleva el nombre de Patrice Lumumba, el premier prosoviético del Congo asesinado en 1960.

Hubo varios episodios sombríos. Algunos de sus compatriotas creyeron que había sido asesinado por gamberros locales y se echaron a la calle para protestar. Pero, en general, la URSS era un lugar bastante acogedor para los africanos. “La mayoría de los soviéticos eran amables con nosotros; nos invitaban a sus casas... Algunos incluso nos casamos con mujeres soviéticas”, recuerda Edward Na, de Ghana, en una entrevista con la BBC. Muchos de los graduados en institutos soviéticos formaron las élites de sus países, especialmente en los campos de la medicina y la industria.

Éxodo

Desafortunadamente, el enfoque de la URSS en África estaba demasiado entrelazado con la ideología como para resistir el colapso del sistema socialista. En la década de 1990, cuando la URSS dejó de existir y Rusia tuvo demasiados problemas propios, el nivel de influencia de Moscú en el continente cayó drásticamente.

“Los años postsoviéticos estuvieron marcados por un debilitamiento de la atención rusa hacia África; a su vez, el papel de Rusia en el continente se redujo", escribió el africanista Alexander Zheltov en 2012. Ahora, los intentos de reforzar el papel de Rusia en África vuelven a estar a la orden del día. 

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