Mijaíl Ráduga
michael_raduga/vk.com"A no ser que quieras ir a un manicomio o conocer a tus bisabuelos, desde luego no merece la pena realizarse una trepanación a uno mismo bajo ninguna circunstancia. Tuve suerte de evitar estas opciones sólo porque me preparé para ello durante mucho tiempo, estaba motivado, tenía una razón por la que lo hice". Mijaíl Ráduga, un investigador de sueños conscientes de Novosibirsk, dijo esto en una entrevista con el canal de Telegram Life Shot en julio, dos meses después de sufrir una fractura de cráneo autoinfligida.
Mijaíl tiene 40 años, su canal de YouTube cuenta con algo más de 50.000 suscriptores y los vídeos de sus conferencias sobre cómo salir del cuerpo acumulan decenas y cientos de miles de visitas. Uno de los vídeos se titula "35 técnicas para salir del cuerpo". Sin embargo, durante el experimento sobre la instalación de electrodos en el cerebro, que Mijaíl se atrevió a realizar él mismo, casi se da cuenta de la 36ª salida. Ya definitiva.
"Llevo estudiando los sueños conscientes desde mi juventud, tengo muchos trabajos científicos publicados, dirijo un laboratorio", dice en una entrevista. Sin embargo, no se ha podido encontrar información sobre su formación o titulación científica. Sí ha escrito muchos libros sobre la gestión de los sueños, que son de divulgación científica. En general, Mijaíl es un entusiasta que decidió someterse a una neurocirugía por su cuenta.
El objetivo era "probar la hipótesis de si es posible enviar señales directamente a los sueños, para no despertar a una persona, si es posible utilizar la corteza cerebral para este fin". Para llevar a cabo la operación de forma oficial, Mijaíl ni siquiera esperaba hacerlo debido al riesgo letal - según él, no quería que un profesional médico fuera procesado por ello.
"No puedo vivir sin esta investigación", dijo.
"No quería esperar, soy un fanático de este tema, y llegué a medidas extremas", admite. Para colocar él mismo los electrodos en la corteza cerebral, Mijaíl pasó unos dos meses viendo operaciones de neurocirugía comentadas en YouTube y practicando con cabezas de carneros muertos -se necesitaban cinco piezas para los experimentos con la trepanación-.
"Aunque sea peligroso, pero si no puedo vivir sin esta investigación, entonces puedo intentar hacerlo", fueron los argumentos cuando, el 17 de mayo de 2023, comenzó la operación en su piso de Novosibirsk. Utilizó un endoscopio, un aparato que le permitía operarse a sí mismo y ver la operación en una pantalla.
"La operación duró cuatro horas: tengo el vídeo completo. Me muestra abriendo el casco del tendón, haciendo un agujero en el cráneo, trepanando, colocando electrodos bajo la duramadre, haciendo estimulación eléctrica y cosiéndolo. Perdí cerca de un litro de sangre. Después de eso, trabajé diez horas más, como de costumbre. Porque no se puede dormir después de una operación. Me duché y seguí trabajando en casa", cuenta el hombre a Baza.
El estudio en sí lo hicieron Mijaíl y un ayudante anónimo después de la operación. "Dormí con un polisomnógrafo y el asistente de investigación observó y tan pronto como vi la fase REM del sueño, señaló a la corteza cerebral. Ocurría lo mismo en el sueño consciente: yo sostenía un objeto en la mano y el investigador asociado estimulaba la corteza y el objeto se me caía de la mano".
La persona implicada en la investigación de Mijaíl no estaba al tanto de la forma en que se realizaba la trepanación. "Temía que se negara", señaló. Consideró que su trabajo había sido un éxito: "Hemos confirmado que... es posible estimular la corteza cerebral de una persona dormida, y la persona no se despertará por ello, y las señales se filtrarán en el espacio onírico; esto significa que podemos influir en los sueños, que podemos enviar señales a la persona dormida". Ráduga cree que, a largo plazo, podrá ayudar a las personas que sufren pesadillas y, en general, abrir a la humanidad el mundo del sueño consciente y guiado, que, en su opinión, es una gran forma de resolver problemas psicológicos y de salud mental.
Poco después de la trepanación, los electrodos empezaron a incrustarse en su cerebro, y Mijaíl buscó ayuda quirúrgica profesional. Según Life Shot, "los médicos que extrajeron el chip del cráneo del investigador Mijaíl Ráduga dijeron que primero pensaron en una intervención quirúrgica profesional, y sólo entonces se enteraron de la autonomía del paciente". Según los cirujanos, Mijaíl "lo hizo todo con mucha calidad".
Ha pasado más de un mes desde la operación, y Ráduga sigue trabajando y promete "investigaciones aún más ambiciosas". Lamenta no poder publicar un artículo sobre su exitoso experimento en revistas especializadas. "Sólo en revistas que no exijan permiso de investigación. Porque fue imposible conseguirlo".
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