Cómo los británicos entregaron a la Unión Soviética a los cosacos que habían luchado para Hitler

Bundesarchiv
Al final de la guerra, decenas de miles de cosacos que habían luchado por Alemania se rindieron a los británicos. Estaban seguros de que, de este modo, podrían evitar las represalias de la Unión Soviética.

En la primavera de 1945, nadie dudaba de que la guerra en Europa terminaría pronto. Ahora, la única tarea de los alemanes era retener a los “salvajes rusos” el mayor tiempo posible, para rendirse a las tropas británicas y estadounidenses que se acercaban desde el Oeste.

Entre los que, de ninguna manera, querían acabar en manos del Ejército Rojo estaban los cosacos, que habían luchado por Hitler. Los nativos de las estepas del sur de Rusia no dudaban de que tendrían que responder ante los soviéticos por haber cooperado con el enemigo.

El suroeste de Austria fue el lugar donde se reunieron las formaciones cosacas en retirada. Más de 45.000 combatientes y sus familias (según otros informes, unos 60.000) consiguieron llegar allí a principios de mayo y capitular ante los británicos, que habían ocupado la región.

Estaban seguros de haber evitado la amenaza, pero resultó que fue en vano.

Luchando por Hitler

Aunque la gran mayoría de los cosacos del Don, Kubán y Terek lucharon contra los alemanes en el Ejército Rojo, algunos de ellos se unieron a los nazis.

Además de los ciudadanos cosacos soviéticos descontentos con el gobierno soviético, los cosacos emigrados también lucharon como parte de la Wehrmacht y las SS. Habiendo abandonado su patria tras la victoria de los bolcheviques en la Guerra Civil, regresaron a ella con sus hijos para vengarse de sus antiguos ofensores.

Así, el primer día de la invasión alemana, Atamán Piotr Krasnov, que se había establecido en Alemania, hizo una declaración: “Le pido que transmita a todos los cosacos que esta guerra no es contra Rusia, sino contra los comunistas, los judíos y sus secuaces que comercian con sangre rusa. Que Dios ayude a las armas alemanas y a Hitler”. 

Atamán Piotr Krasnov

Los nazis, que proclamaban a los cosacos descendientes de las tribus góticas alemanas, apoyaron la creación de formaciones cosacas. Las más importantes fueron la organización militar Campamento Cosaco y el 15º cuerpo de caballería cosaca de las SS.

Los cosacos demostraron ser combatientes leales y eficaces. Realizaron servicios de guarnición en los territorios ocupados de la Unión Soviética, participaron en acciones punitivas contra guerrilleros y lucharon contra unidades regulares del Ejército Rojo. Entre sus “hazañas” estuvo la participación en la brutal represión del Levantamiento de Varsovia en agosto-octubre de 1944.

Los alemanes también utilizaron cosacos en su lucha contraguerrillera en Yugoslavia e Italia. Desde la península de los Apeninos, al final de la guerra, llegaron a Austria, donde se rindieron a los británicos y fueron internados en campos cerca de Lienz y Judenburg.

Repatriación

En virtud de los acuerdos alcanzados en la Conferencia de Yalta en febrero de 1945, los aliados occidentales debían entregar a Moscú a todos los ciudadanos soviéticos que hubieran caído en sus manos, tanto prisioneros de los campos como colaboradores.

La operación británica de extradición de cosacos al bando soviético comenzó con la “decapitación” de formaciones cosacas el 28 de mayo. Unos dos mil oficiales fueron sacados de su cautiverio para asistir a una “conferencia”, tras la cual fueron entregados inmediatamente a los órganos de seguridad del estado soviético.

Los británicos comenzaron a trasladar al grueso de los prisioneros de guerra en la mañana del 1 de junio. Como éstos se resistieron, todo se convirtió rápidamente en un baño de sangre. “Los soldados británicos atacaron a los cosacos y, golpeándoles en la cabeza con porras o culatas de fusil, levantaron a los inconscientes y los arrojaron a los camiones, los llevaron a la estación y allí los encerraron en vagones de carga”, recordaba uno de los cosacos de Terek, testigo presencial de los sucesos del campo de Peggetz. 

Los prisioneros intentaban escapar a la menor oportunidad, rompiendo las filas de soldados, saltando de camiones y vagones de tren. Los que no lo conseguían, se apresuraban a tirar sus documentos personales, fotografías y condecoraciones. También hubo quienes prefirieron el suicidio a regresar a la Unión Soviética.

A mediados de junio se completó la extradición de cosacos a los soviéticos. Según diversas estimaciones, entre varios cientos y miles de personas murieron por el camino.

Juicio

Gran Bretaña no se limitó a entregar a su aliado oriental sólo a los ciudadanos soviéticos que habían colaborado con el enemigo. Junto con los colaboradores, también fueron enviados a la URSS cosacos emigrados, que nunca habían tenido la ciudadanía soviética y no estaban sujetos a extradición.

Entre ellos, en particular, se encontraban importantes figuras del movimiento cosaco: el Atamán Piotr Krasnov, que participó en la creación del Campamento Cosaco, su sobrino nieto, el general de división Semión Krasnov; Andréi Shkuro, jefe de la Reserva del Ejército Cosaco y el general Helmut von Pannwitz, comandante del 15º Cuerpo Cosaco de las SS.

Líderes cosacos en el juicio de Moscú.

Como ciudadano alemán, éste podría haber evitado ser enviado a la Unión Soviética, pero decidió compartir el destino de los demás, declarando: “He compartido momentos felices con mis cosacos, permaneceré con ellos también en la desgracia”. Al igual que sus asociados de alto rango, fue condenado por llevar a cabo “espionaje activo y sabotaje, así como actividades terroristas contra la URSS” y fue ahorcado el 16 de enero de 1947.

Los cosacos rasos acabaron en campos, donde algunos de ellos murieron pronto. Las mujeres y los niños fueron los primeros en ser liberados; en 1955, en virtud del Decreto del Presidium del Soviet Supremo de la URSS “Sobre la amnistía de los ciudadanos soviéticos que colaboraron con las autoridades de ocupación durante la Gran Guerra Patria”, también se concedió la amnistía a sus maridos y padres.

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