Esto es lo que los ocultistas de Hitler buscaban, en secreto, en la Unión Soviética

Russia Beyond/Getty Images
En la Alemania nazi, las nociones de arianidad o superioridad racial sufrieron varias metamorfosis. Durante un tiempo, la URSS se convirtió en el lugar más importante en el que los nazis trataron de encontrar lo que creían sería la evidencia más convincente de su propia excepcionalidad.

“No tenemos nada en común con la gente que entiende el nacionalismo sólo como una colección de leyendas y mitos. [...] ¡Ahora ellos [estas personas] están empezando a realizar investigaciones sobre la base de la cultura mítica de los atlantes!” Adolf Hitler dijo esto en 1936, un año después de la creación de la Ahnenerbe (traducido como “Herencia Ancestral”). Esto era una especie de “instituto de investigación” alemán que estudiaba las prácticas y leyendas del ocultismo. ¿Cómo podía existir legalmente una organización de este tipo bajo el gobierno del Führer?

Las relaciones entre Hitler y los ocultistas de diversos tipos fueron complejas y sufrieron numerosas transformaciones a lo largo del tiempo. Antes de 1920, él y sus camaradas del futuro Partido Nacional Socialista habían compartido un interés real en los aspectos supuestamente misteriosos del origen de los alemanes. Solían estar presentes en diferentes sociedades (como la Sociedad Thule) que estudiaban el paganismo y los antiguos cultos germánicos. Por ejemplo, Alfred Rosenberg, que en 1934, a pesar de la indignación de la Iglesia, recibió el encargo de Hitler de supervisar la educación intelectual e ideológica en el partido, era un neopagano. Sin embargo, el interés de Hitler por los ocultistas disminuyó posteriormente. Todo terminó con sus abiertos ataques contra ellos en su libro Mein Kampf.

Pero a pesar de todo esto, la Ahnenerbe sobrevivió hasta 1945. Había muchos en la élite alemana que todavía apoyaban con entusiasmo sus ideas. Muy pronto después de su creación, la Ahnenerbe se convirtió oficialmente en parte de las SS. Los más de 300 investigadores de la organización continuaron su búsqueda del patrimonio y las tradiciones de la llamada “raza germana”. Es cierto que en realidad buscaban a menudo objetos muy extraños en todo el mundo, como la espada del Rey Arturo o el Santo Grial. Los ocultistas consideraban todos estos objetos como “tesoros de los arios”. Y creían que algunos de ellos estaban en el Cáucaso, en la Unión Soviética.

La entrada a la morada de los atlantes

Según algunas teorías nazis, el Tíbet podría haber sido la cuna de la raza aria. En 1938, los miembros de la Ahnenerbe, dirigidos por el zoólogo Ernst Schaefer, miembro del círculo cercano a Hitler, emprendieron una expedición a las montañas de Tibet donde, además de realizar trabajos científicos, buscaron rastros de la proto-religión “aria” y de los atlantes, antepasados de los “arios”.

Se creía que los atlantes aún existían y se escondían en las profundidades de las cuevas del Tíbet. Obviamente los exploradores no recibieron ninguna información sobre la entrada a tales cuevas por parte de los lamas locales, pero ese no fue el final de su búsqueda. Se fraguó la teoría de que había una “entrada trasera” a las cuevas tibetanas y que esta se encontraba en el Cáucaso.

“Las operaciones de la Ahnenerbe en el Cáucaso son un hecho bien conocido”, dice el candidato de Ciencias Históricas Ígor Vasiliev. “Es probable que el Cáucaso haya sido visto por los ocultistas alemanes como, digamos, una versión más accesible del Tíbet, y también lo visitasen en busca de varias ‘maravillas’.”

En agosto de 1942 una división de élite de la Wehrmacht con miembros de la Ahnenerbe conquistó la cima del Monte Elbrus en Kabardino-Balkaria e izó allí la bandera nazi. La operación se llamó Edelweiss y, según los expertos, no estaba justificada por ningún objetivo militar: Los nazis sólo necesitaban penetrar en el Cáucaso meridional  para obtener el control de los puertos del mar Negro y el petróleo de Bakú, y no tenían necesidad de andar escalando montañas.

Además, según las memorias del Ministro de Armamento y Producción de Guerra del Reich alemán, Albert Speer, Hitler estaba furioso: “Días más tarde se puso a hablar con todo el mundo de ‘estos locos escaladores’ que ‘deberían comparecer ante un consejo de guerra”. Allí andaban, dedicándose a sus estúpidos pasatiempos en medio de una guerra... ascendiendo a una estúpida montaña a pesar de que él había ordenado que todos los esfuerzos se concentraran en tomar Sujumi”. (Albert Speer, Dentro del Tercer Reich, tr. Richard y Clara Winston. Nueva Yo rk: Simon & Schuster, 1970, p. 239.)

Sin embargo, la cumbre había sido conquistada, y se estableció una base no muy lejos de ella. En 2015, en las cercanías del Elbrus, se descubrió enterrada  a causa de una avalancha a una compañía de tropas de la división de la operación Edelweiss. No lejos de esta zona, en una cueva de 78 metros en la cordillera de Jara-Jora, se encontró un pequeño maletín marrón con la insignia de la Ahnenerbe. Contenía un cráneo y algunos huesos, que han resultado extremadamente difíciles de identificar.

Cráneo y huesos cruzados

“El equipo enviado por la Ahnenerbe y dirigido por Herbert Jankuhn [un arqueólogo y profesor muy conocido en Alemania en aquel período] operó efectivamente en esta área”, afirma Konstantin Zalesski, un historiador del Tercer Reich. “Primero en Crimea, y luego llegó al Cáucaso. Hay pruebas documentales de esto, pues estaba protegido por unidades militares de las SS. El equipo se dedicaba exclusivamente a la caza y el saqueo de artefactos arqueológicos.”

Es probable que el extraño cráneo fuera uno de los artefactos destinados a ser enviados a Alemania, según Zalesski. Su apariencia sugiere que la criatura tenía ojos inusualmente grandes, fosas nasales y dos protuberancias parecidas a cuernos, pero sin apertura para la boca.

Nikolái Ovodov, paleontólogo e investigador principal del Instituto de Arqueología y Etnografía de la rama siberiana de la Academia Rusa de Ciencias, dice que los nazis podrían haber considerado el cráneo como algo misterioso. Pero podría ser simplemente un cráneo de una oveja. “Probablemente es un cráneo que pasó algún tiempo en agua corriente, con arena y guijarros y que cambió de forma a lo largo de los años”, opina.

Dólmenes

Hay dólmenes (estructuras hechas con grandes losas de piedra con una abertura redonda en el costado) dispersos por todo el sur de Rusia (también se han encontrado en Francia, España, Corea, China y el norte de África), y también estos atrajeron la atención de la Ahnenerbe. Los nazis creían que estos misteriosos dólmenes estaban conectados con los atlantes y que habían sido erigidos en lugares anómalos. “Parece que los alemanes buscaban la confirmación de que estos objetos hechos por el hombre eran obra de los antiguos arios o godos, por ejemplo, que se establecieron en estas zonas”, cree Ígor Vasiliev.

La razón por la que se construyeron sigue siendo un tema polémico hasta el día de hoy. En los círculos académicos existe la creencia generalizada de que los dólmenes, como todos los megalitos (estructuras hechas de pesadas losas de piedra) se construyeron en lugares con anomalías geológicas de la corteza terrestre, o fallas, en la Edad de Bronce. Fueron construidos varios cientos a la vez como estructuras funerarias (algo parecido a las criptas familiares). Un solo dolmen podía albergar varias docenas de conjuntos de restos humanos.

“Agua viva"

La Ahnenerbe comenzó la búsqueda de este “trofeo” en particular antes de la Segunda Guerra Mundial. Según Rossiskaya Gazeta, los hidrólogos de la organización secreta decidieron que el agua de una cueva bajo el lago Ritsa (Abjasia) era ideal para la fabricación de plasma de sangre humana. Se alega que esta es la razón por la que expertos alemanes en carreteras de montaña ofrecieron su ayuda a la URSS para la construcción de la carretera Pitsunda-Ritsa. La carretera era estratégica.

“Los envases de plata conteniendo el “agua viva” de Abjasia fueron primero transportados al mar, y luego en submarinos a una base en Constanza, desde la cual transportados por aire a Alemania. Incluso había planes para construir un túnel submarino desde el mar hasta Ritsa”, según Iván Bormotov, experto en historia local y profesor titular de la Universidad Tecnológica Estatal de Maikop. Pero dichos planes fueron interrumpidos por la guerra.

Pincha aquí para leer sobre el plan de Hitler para asesinar a toda la población de Moscú y convertir la ciudad en un lago.

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