Resulta difícil imaginar un mundo sin Coca-Cola. Te gusta o la detestas, pero está ahí, una inevitable tentación azucarada para los que la beben, algo que tienen que rechazar constantemente los que no lo hacen. No extraña a nadie que en la Unión Soviética tratasen de evitar que el refresco más conocido del mundo saltara por encima del “telón de acero”. Sin embargo, parece que hubo una excepción a la regla. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el mariscal del Ejército Rojo, Gueorgui Zhúkov, dijo que quería probar esta bebida. Su deseo no sólo se cumplió, sino que la compañía se esforzó por producir una edición especial para el condecorado héroe de guerra. ¿Cómo ocurrió esto?
“Coca-Cola, la bebida que contraataca”, se decía en un anuncio de Coca-Cola de 1943. “Toma una Coca-Cola = Soldado, refréscate”, era otro anuncio. La idea de que la Coca-Cola simboliza la presencia global de EE UU no es una conjetura sino una imagen que la propia marca ha promovido agresivamente a lo largo de su historia.
La Segunda Guerra Mundial fue la campaña de marketing más exitosa de la historia de Coca-Cola. La empresa construyó 64 fábricas en territorios del norte de África y Europa (desde donde se distribuyeron más de 5.000 millones de botellas a los soldados). Imágenes de las botellas heladas de Coca-Cola con un soldado de EE UU fueron vistas en todo el mundo.
La Unión Soviética no era completamente impermeable a las marcas occidentales: Ford desempeñó un papel importante en los proyectos de industrialización soviética de los años 30, mientras que en los años 70 Pepsi se convirtió en la primera marca estadounidense de gran consumo en llegar a la URSS. Sin embargo, la historia de la Coca-Cola es diferente. Tom Standage, autor de A History of the World in Six Glasses (Una historia del mundo en seis vasos), argumenta que durante mucho tiempo Coca-Cola evitó al gigante comunista por cuestiones de marketing y porque temía que sus beneficios llenaran las arcas del Estado.
La línea divisoria entre el comunismo y el capitalismo, llena de Coca-Cola, era muy clara. El primer hombre en cruzarla no fue un capitalista, sino el mariscal Zhúkov, el hombre que expulsó a los nazis de Stalingrado y los llevó hasta Berlín.
Sin embargo, era imposible que se le viera bebiéndola.
Se rumorea que fue el general Dwight D. Eisenhower quien le dio a Zhúkov un poco de Coca-Cola. El militar soviético se enamoró de la bebida inmediatamente. Atrapado entre la espada y la pared, Zhúkov, convertido en un “adicto a la Coca-Cola”, tuvo que compaginar su gusto por lo dulce con sus lealtades ideológicas.
Gueorgui Zhúkov (a la izquierda) yDwight D. Eisenhower.
SputnikSegún Mark Pendergrast en For God, Country and Coca-Cola (Por Dios, el país y la Coca Cola) el general estadounidense Mark W. Clark se enteró de los deseos de Zhúkov en Austria en 1946. Fue entonces cuando le hicieron una petición especial a Coca-Cola para que crearan un refresco transparente. Su única exigencia era que la bebida no estuviera “en una botella de aspecto gracioso” y que se hiciera “de otro color”.
El producto final se hizo en Bruselas. No tenía caramelo y estaba envasado en una botella con bordes rectos. ¿El objetivo? Hacer que la Coca-Cola blanca se pareciera al vodka, una bebida más aceptable socialmente que ese líquido para lavar la vajilla capitalista. Incluso se colocó una estrella roja en la tapa de la bebida.
Coca-Cola pudo llevar el material por la parte de Viena controlada por los soviéticos, para evitar problemas burocráticos con las autoridades.
El proyecto de la Coca-Cola blanca se detuvo después de producir 50 cajas para Zhúkov en 1946. Aunque se trató de un favor discreto entre dos generales, es muestra de la agilidad con la que se resolvían los asuntos en un periodo anterior a la Guerra Fría, cuando altos funcionarios del gobierno soviético y estadounidense hacían todo lo posible para acercar a los países.
Por otro lado, aunque no vivió para ver el legado de su idea, Zhúkov, en cierto modo fue un visionario. En 1992 Coca-Cola lanzó su propia bebida transparente Tab Clear, que se retiró en 1994.
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