Cuando estalló la Revolución de 1917, la industria rusa de zepelines estaba en caída libre, por así decirlo. Sólo en 1920 los soviéticos decidieron renovar su flota de aerostatos. A diferencia del Imperio ruso, que compró la mayoría de este tipo de aeronaves en el extranjero, el joven estado soviético no tuvo tal oportunidad debido a su total aislamiento internacional.
La primera aeronave soviética en elevarse del suelo era de hecho una del Imperio Ruso que fue reparada y restaurada. El Astra era la única aeronave rusa que llevó a cabo con éxito una misión de combate durante la Primera Guerra Mundial. En 1915, bombardeó la estación de ferrocarril de Lyck (actual Ełk) en el noreste de Polonia. En la Rusia soviética, el Astra fue rebautizado como Estrella Roja.
Al Estrella Roja le siguió el VI de octubre, que realizó su primer vuelo en 1923. Fue construido con todos los materiales a los que los ingenieros soviéticos tenían acceso. Por ejemplo, la envoltura del globo estaba hecha de diferentes piezas de antiguos dirigibles.
La siguiente aeronave, que apareció en 1924, tenía el inusual nombre de Moskovski Jímik-Rezínchik (Ingeniero Químico del Caucho de Moscú), indicando que fue financiada por trabajadores de la industria química soviética.
Para desarrollar eficazmente su industria de aeronaves flotantes, la Unión Soviética se interesó por la rica experiencia extranjera. En 1930, un grupo de especialistas soviéticos visitó los países más importantes en cuanto a la construcción de aeronaves: Francia, Alemania y Estados Unidos.
En la década de 1930 la industria de los aerostatos soviéticos ganó impulso: los dirigibles fueron apareciendo una tras otra. Sin embargo, mientras que el Imperio ruso creó su flota de aeronaves principalmente para la guerra, la Unión Soviética planeaba utilizarlas con fines pacíficos.
En 1937, el dirigible soviético más grande, el V-6, estableció un nuevo récord mundial de resistencia, al volar durante 130 horas y 27 minutos.
Los dirigibles soviéticos V-1, V-2, V-3 y V-4 fueron diseñados para combatir los incendios forestales, terminar con las fuentes de malaria, explorar los vastos territorios de Siberia, y ser ampliamente utilizados en la agricultura, así como para la propaganda política. Los militares, sin embargo, también se beneficiaron de las aeronaves, utilizándolas para realizar ejercicios de paracaidismo.
El entrenamiento de las tropas aerotransportadas soviéticas fue una de las principales tareas de estos aerostatos durante la Segunda Guerra Mundial. Puesto que todos las demás aeronaves se dedicaban a combatir a los nazis, los dirigibles se convirtieron en el reemplazo perfecto para preparar a los paracaidistas.
También se utilizaron zepelines para transportar carga pequeña, combustible y personas, y ayudaron en la búsqueda de minas navales y barcos hundidos. Una vez, una aeronave sobrevivió a un ataque de cazas de la Luftwaffe. A pesar de haber sido alcanzada por cientos de balas, se las arregló para volver a la base.
A pesar de tales milagros, la era de los zepelines había terminado. Ya no podían competir con la aviación más moderna. La última aeronave soviética, la V-12 Patriota, entró en servicio en 1947, pero cesó todas sus operaciones el mismo año.
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