Anastasia Slobodchikova, la sirena más popular de Rusia (Fotos)

Tanya Khodova
Esta enfermera de Vladivostok se sumerge en el agua helada y cose sus propias colas de colores brillantes. Hablamos con ella sobre cómo y por qué lo hace.

Los pescadores con largos abrigos de invierno se apiñan alrededor de los agujeros de hielo en el mar helado. Entrecierran los ojos con inquietud al ver a la chica semidesnuda de pelo largo y cola de pez brillante que se sumerge en el agua, donde permanece durante un minuto. Un fotógrafo que la acompaña capta la escena.

Esto es lo que hace Anastasia Slobodchikova, una enfermera de 36 años de Vladivostok, la mayoría de los fines de semana. “Trabajo como enfermera en una sala de urgencias para niños. Los pacientes llegan las 24 horas del día, el trabajo es realmente duro. Además, sigo ocupada con mis estudios de medicina. Pero mi afición es una gran distracción y me hace feliz”, dice.

Sus pasiones son hacer de modelo y la natación de invierno, que combina con el personaje de una sirena. Una vez, Anastasia fue a una sesión de fotos bajo el agua, para la que decidió vestirse de sirena. La primera cola la hizo ella misma, cosiendo tela sobre una monoaleta. Con el tiempo, el disfraz mejoró: su cola se hizo de silicona y parecía más “natural”. Entonces probó a hacerse la suya propia desde cero.

“De niña soñaba con ser una sirena. Nadaba y buceaba mucho. Parece que surtió efecto”, dice.

Al principio, Anastasia intentó crear un molde con escamas y una aleta de papel maché, pero no consiguió nada. Entonces encargó un modelo en 3D de una cola y la hizo cortar en plástico. “Todo costó bastante, pero así conseguí los moldes, que luego relleno con silicona y utilizo para hacer colas, las mías, como si de patrones se tratara”, dice.

Hacer una cola cuesta unos 70.000 rublos (920 dólares) y pesa entre 13 y 17 kilos, según el diseño. “Es muy difícil de llevar en tierra, pero en el agua es genial. Te sientes como si estuvieras planeando, como un pez de verdad”, dice Anastasia, que hace una cola al año. Su horario de trabajo y sus estudios no le permiten hacer más.

Hace cuatro años que descubrió la natación de invierno, cuando una amiga la convenció para que la probara. “Me negué durante mucho tiempo, no podía imaginarme en el agua helada. Soy muy friolera, pero cuando me zambullí en un pozo de hielo por primera vez, experimenté emociones y sensaciones tan fuertes que quise hacerlo una y otra vez".

Así que, ataviada con su traje de sirena, se metió en el mar helado y grabó un vídeo en TikTok. En el vídeo, con su característico gorro rojo, Anastasia se zambulle en el agua, con témpanos de hielo flotando alrededor, y dice “¡Vaya, qué calor!”. También aparece sentada en un témpano de hielo atado a su cola de sirena, fríe tortitas y bebe té de un samovar. Ya tiene más de 700.000 seguidores y millones de visitas en TikTok.

¿Eres una sirena de verdad? es la pregunta más frecuente que me hacen los niños. Intentan pillarme, para que admita que no soy real”, ríe Anastasia.

“Seamos sinceros, mis vídeos de invierno son populares porque son polémicos. TikTok suele prohibirlos, calificándolos de peligrosos. Y tengo tantas visitas y suscriptores en gran parte gracias a los haters. A menudo me envían mensajes diciendo que nunca tendré hijos, que no tengo cerebro, que tendré cistitis. Pero esa gente no sabe nada de las 'morsas' [nadadores de invierno] y nunca lo entenderá”, dice.

En realidad, Anastasia tiene cuidado de no permanecer en el agua más de dos minutos, y suele salir después de uno. En su página de Instagram promueve la natación de invierno, escribiendo mucho sobre los beneficios para la salud.

“Es así: cuando estás en el agua helada, el cuerpo entra en un ambiente estresante y activa sus mecanismos de defensa: tu temperatura corporal se eleva para mantenerte caliente. Y cuando la temperatura se eleva, produce inmunoglobulinas, proteínas de la inmunidad que destruyen virus, bacterias y hongos. Si haces esto con regularidad, tu nivel de inmunoglobulinas será permanentemente alto”, explica Anastasia, admitiendo que antes se resfriaba con la más mínima corriente de aire, pero que ahora no recuerda cuándo fue la última vez que estuvo enferma.

“Antes odiaba el invierno, pasaba frío y me sentía mal, siempre me ponía enferma. Ahora todo eso ha desaparecido, siento que estoy viviendo al máximo”, dice.

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