Rusia regaló tierra para vivir en el Lejano Oriente, esto es lo que han hecho los que la recibieron

Andréi Popov, Alexánder Yurkin, Evguenia Yúrieva.

Andréi Popov, Alexánder Yurkin, Evguenia Yúrieva.

Archivo personal
¿Te gustaría pasar un fin de semana en una casa con abejas o dar un paseo en moto de nieve por la taiga? Averigua lo que han hecho los participantes del programa Hectáreas del Lejano Oriente.

Desde 2016 existe en Rusia un programa según el cual se pueden recibir varias hectáreas de tierra en el Lejano Oriente de forma gratuita. El propósito del proyecto conocido como Hectáreas del Lejano Oriente es facilitar el desarrollo de lugares de difícil acceso utilizando estas tierras tanto para fines personales como comerciales. Hemos conocido a algunos propietarios algo extravagantes.

Un campo de abejas

¿Te gustaría pasar un fin de semana en un colmenar, incluyendo una noche en una casa con abejas? Alexánder Yurkin llevó a Primorie este tipo de turismo. Su familia tenía una dacha en el pueblo de Tigróvoe, y en 2016 tomó 10 hectáreas de tierra allí, donde construyeron una granja.

“Hasta ahora la gente que se ha quedado aquí son nuestros amigos o sus amigos, que se enteran de nosotros de boca en boca”, dice Alexánder. Los huéspedes pueden alojarse en la casa de los propietarios o en tiendas de campaña, o pueden pasar una noche en Apitoria, una casa con abejas. “En la planta baja hay una gran cama de tablones de cedro donde viven cuatro colonias de abejas, y en el primer piso, una habitación de huéspedes con una vista panorámica del colmenar, - explica Alexánder. - Este es un lugar para la gente que quiere tumbarse en una cama con abejas, ganar fuerza extra, escuchar su zumbido, estar en la misma onda energética con ellas, permanecer en su biocampo, oler la resina de pino coreano y, por supuesto, la miel. Pueden pasar la noche o simplemente visitarnos por un par de horas”.

Alexánder sabe todo lo que hay que saber sobre las abejas. Cuando era niño su padre lo llevó a un colmenar en la taiga, y todavía tiene colmenas de 50 años que le dejó el abuelo de su esposa. Cuando tuvo su propia familia, comenzó a pensar más en la calidad de la comida que comemos y en nuestra relación con el medio ambiente.

Alexánder y su familia - esposa, tres hijos y su madre - viven en la granja entre abril y noviembre. Durante los meses de invierno la familia va a Vladivostok - para que los niños socialicen un poco. Alexánder permanece en la granja, reparando colmenas, haciendo los trabajos de construcción necesarios, y vendiendo miel a través de Instagram. Va a la ciudad a visitar a su familia un par de días a la semana.

Aunque la ciudad está a sólo 160 km de distancia, el terreno montañoso hace que sea bastante difícil llegar, especialmente después de los tifones, que son bastante comunes. En la época soviética, había aquí una estación de esquí, que estaba unida a la ciudad por un tren de excursión, y el pueblo en sí tenía una población de más de 1.000 personas. Hoy en día, solo hay cinco casas habitadas, incluyendo la de Alexánder.

“Estábamos rodeados de tierras que no estaban registradas a nombre de nadie. Así que cuando se lanzó el programa de Hectáreas del Lejano Oriente, decidimos solicitarlo. Tomamos parcelas de tierra a lo largo del río, donde había casas hace cien años. Planeamos despejar todos los matorrales y construir casas de vacaciones allí”.

Alexánder dice que este programa ha permitido a la gente que temía los trámites burocráticos asociados con el registro de la propiedad de la tierra, hacer todo sin complicaciones y sin pagos. “No veo una afluencia masiva de gente de otras regiones aquí, aunque hay algunos empresarios serios, que han tomado 50 hectáreas cada uno y están tratando de desarrollar el turismo y la agricultura. Hay dificultades no solo con las carreteras, sino también con la electricidad. Además, recibimos regularmente visitas de los habitantes de la taiga: tigres, ciervos, jabalíes, osos.

“El año pasado, un oso vino durante 33 noches seguidas, tratando de llegar a las colmenas. No quise dispararle. De todas formas, vuelven cada año. Al final, decidí dejar un tarro de cristal con miel para él. El oso se comió toda la miel, sin siquiera romper el tarro, resultó ser muy civilizado”.

Alexánder espera que todas estas dificultades sean temporales y que los habitantes de la ciudad vuelvan a venir a Tigróvoe para experimentar la unidad con la naturaleza.

“Quiero espacio, - dice. - Quiero que la gente sienta la libertad aquí, aunque no haya electricidad o Internet, y deseo que las abejas sigan zumbando”.

Un lugar de cuento de hadas

El matrimonio compuesto por Víktor Atamanyuk y Evguenia Yúrieva y sus tres hijos se establecieron en lo profundo de la taiga en 2003. Se trasladaros desde Jabárovsk. Tomaron la decisión de abandonar la vida de la ciudad porque querían unirse a la naturaleza, escapar de la rutina diaria de la oficina y tratar de iniciar un negocio “desde cero”. Aquí, en la cordillera de Miao Chan, a 8 km de la aldea más cercana por caminos casi intransitables, establecieron un hotel, sin Internet y con baños al aire libre. Hay cuatro casas de huéspedes con estufas de leña, una auténtica bania rusa y ocho perros de que tiran del trineo y con los que se puede dar paseos por la taiga nevada. Evguenia se refiere a su propiedad como la Alaska del Lejano Oriente.

“Al principio, alquilamos esta tierra durante 13 años, pero cuando se lanzó el programa Hectárea del Lejano Oriente, la registramos a nuestro nombre”, explica Evguenia.

Reciben alrededor de 1.000 huéspedes por temporada y están empezando a experimentar una escasez de espacio para acomodar a todo el mundo. El hotel organiza excursiones familiares, divertidas despedidas de soltera, así como seminarios de negocios.

“Nos gustaría construir una casa de huéspedes que pudiera recibir más gente simultáneamente y que fuera más fácil de mantener que las que se calientan con estufas, - dice Evguenia. - Queríamos pedir un préstamo para este proyecto, pero los bancos nos lo negaron, al considerar que nuestros ingresos eran insuficientes”.

Por el momento, todos sus beneficios se destinan a los costes de mantenimiento, que -dado el duro clima y la falta de infraestructuras en el corazón de la taiga- son considerables. “Gastamos nuestro propio dinero para hacer un pozo, tenemos un generador de gasolina, y utilizamos una carretera que fue construida por geólogos soviéticos. En invierno la única manera de llegar desde el pueblo es con moto de nieve, esquís... o a pie”, dice Evguenia.

Hasta 2020, se asignó financiación adicional para Hectáreas del Lejano Oriente para la ejecución de proyectos agrícolas. Sin embargo, se espera que el próximo año también se preste asistencia a los proyectos del sector turístico, por lo que Evgenia espera que pronto la belleza de Miao Chan pueda ser disfrutada por más huéspedes.

Hongos shiitake y cerdos 

Hasta hace poco Andréi Popov vivía en Vladivostok y trabajaba en el ámbito de la publicidad. Luego dejó la ciudad y se fue a la taiga, al pueblo de Timoféyevka, a 45 km de la ciudad, para hacer realidad su viejo sueño. “Siempre quise tener una casa propia y un jardín, pero no había posibilidad de hacerlo. Así que cuando se anunció el programa de Hectáreas del Lejano Oriente, decidí que era el momento de actuar, - dice Andréi. - Conseguí nueve hectáreas y monté una pequeña granja”.

Al principio era una granja como todas las demás: criaba pollos, cabras y codornices. “La agricultura es imposible porque el suelo está lleno de enormes rocas”, explica. “Quería plantar un par de hectáreas de patatas e incluso compré un tractor. Pero cuando la nieve se derritió, vi un campo de piedras y lloré”. Entonces Andréi decidió criar cerdos negros vietnamitas y más tarde aprendió a cultivar hongos shiitake, que tienen un uso tanto culinario como medicinal. “Si los hongos tienen éxito, usaré más tierra para cultivarlos”, dice el granjero.

En cuanto a la infraestructura, Andréi ha tenido suerte, ya que tiene señal de móvil, carretera e incluso electricidad. Aprendió agricultura viendo videos online y hablando con agricultores más experimentados. El hijo de Andréi, que viene de la ciudad para pasar las vacaciones, le ayuda a construir la casa y a cuidar la propiedad.

Andréi tampoco olvidó su experiencia publicitaria: tiene un blog muy popular en YouTube y en Instagram, en el que cuenta la historia de su transformación de oficinista a agricultor y comparte consejos sobre cómo hacer bien todo el papeleo para establecer una granja propia. “Es importante elegir e inscribir correctamente la tierra en la que se puede hacer agricultura, especialmente si no se tiene experiencia previa en este campo”, dice.

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