Para muchos ciudadanos de la Unión Soviética, las discotecas o simplemente los “bailes” eran un pasatiempo especial, que recuerdan con cariño hasta el día de hoy, en el que los clubes nocturnos son ahora mucho más liberales y acogedores para todos, y ya no hay que esforzarse mucho para entrar y bailar con buena música. En aquel entonces, entrar a una era tan difícil como hacerse con cualquier otra tontería soviética, Ir a una discoteca era un evento en toda regla.
Arkadi todavía recuerda cómo era en los años 70: “Se nos pedía que acordáramos de antemano una lista de las canciones que se iban a poner, y también era obligatorio proporcionar traducciones de los títulos. Los italianos estaban de moda en aquellos días, y sabíamos lo que era ‘Felicita’; para ‘Festra’ hicimos como traducción: Fortuna'. Funcionó. Con ‘Acapulco’ cambió la cosa, sin embargo. El director de la escuela, también nuestro profesor de química, exigió pruebas de que ‘Acapulco’ no era un grito de guerra antisoviético o un tipo de saludo nazi. Tuvimos que correr al aula de Geografía y conseguir el Atlas para demostrárselo”.
Sin embargo, incluso los inofensivos bailes escolares no existieron en un momento dado. En primer lugar, estuvieron las “pistas de baile”, con música en vivo y una atmósfera que recordaba a los bailes pre-revolucionarios: hombres y mujeres se reunían por separado. El tema de la noche, el orden en el que las cosas se llevaban a cabo, todo eso se decidía de antemano. Era la década de 1930-40, cuando los encuentros se denominaban "”noches de baile”.
Los eventos tenían lugar en centros culturales y clubes. Durante el verano, se trasladaban a los parques, bajo el cielo abierto.
Cada aspecto de la vida soviética estaba regulado al extremo, y los bailes no eran una excepción. “Bailar en ropa de trabajo o ropa deportiva estaba prohibido. También lo estaba el bailar de forma que rompiesen las convenciones (sea lo que sea lo que esto signifique). El bailarín tenía que realizar todos sus movimientos con la forma adecuada, todos tenían que hacerlo con precisión y de manera uniforme, la pierna izquierda ahora y la derecha después. Fumar o simplemente reírse debía hacerse en áreas especiales”, tales eran las reglas de la “pista de baile”.
Con la década de 1960 y la política del deshielo, este tipo de eventos se volvieron un poco más democráticos. El estilo comenzó a abrirse camino en la conciencia pública y la gente se rebelaba vistiendo ropa un poco más brillante y atrevida, aunque los hombres todavía podían ser expulsados del baile si se ponían pantalones acampanados o llevaban el pelo largo. El mismo destino estaba destinado a las mujeres que llevasen ropa y maquillaje “provocativos”.
Las zonas de baile fueron cercadas y se implantó una entrada de pago. Aquellos que no querían pagar solían colarse en la fiesta. La policía estaba al acecho de los “ilegales”, a menudo haciendo todo lo posible para evitar que entraran, como untar las vallas con aceite.
Para cuando llegaron los años setenta, la gente tenía este aspecto.
Las primeras bandas empezaron a aparecer en la URSS con el prefijo obligatorio ‘VIA’ (conjunto vocal-instrumental). Intentaban copiar la música occidental tanto como fuera posible, a pesar de ser bastante única por sí mismos.
Casi no había guitarras Fender o Gibson en la URSS (sólo las tenían las élites musicales, pagadas en moneda extranjera con presupuesto del Estado, por medio de pedidos especiales del gobierno), por lo que muchos 'VIA' tocaban instrumentos de fabricación soviética, que a menudo se denominaban 'palas', 'remos' o 'leña' (debido a la calidad del sonido a menudo mediocre).
El Partido Comunista y las autoridades administrativas vigilaron minuciosamente este tipo de ambientes, siempre en busca de la “propaganda de la promiscuidad” y otros comportamientos prohibidos, en caso de que algún mensaje indeseado se colara en la música. Según un usuario de LiveJournal, “En primer lugar, no sonaban 'canciones decadentes' de ningún colectivo underground. No recuerdo todos los detalles, pero había un par de canciones que les gustaban mucho a las chicas, que estaban en la lista negra: ‘Una chica en el Bar’ y ‘¿Recuerdas, chica?’.”
La democratización continuó su marcha, y para los años 80, la escena musical soviética estaba experimentando una Edad de Oro del Disco: cada escuela, colegio técnico y universidad del país tenía sus propios bailes. Comenzaron a aparecer caseteros, así como otros equipos. Los controles de un DJ “avanzado” tenían esta pinta...
Oficialmente, la censura no desapareció en ninguna parte, pero se ignoraba cada vez con mayor frecuencia. Los samovares y las teteras habían empezado a contener alcohol. Las peleas también se estaban convirtiendo en algo común. “No ibas a un baile solo. Siempre había una multitud, pero mientras que las chicas podían permitirse ir en pareja, los chicos siempre tenían que moverse en pequeños grupos, ¡para que no estallara una pelea! Y lo hacían, con bastante frecuencia. Especialmente, a petición de los chicos locales en cuyo territorio se celebraba el baile.”
En aquel entonces, todo el mundo buscaba alguna manera de entrar a las fiestas. El control de la edad en la lista de invitados había llegado. Algunos de los eventos más potentes tuvieron lugar en el hotel ‘Inturist’ (donde se alojaban los turistas extranjeros). Un ciudadano soviético medio nunca podía entrar en uno de esos bares. Sin embargo, eran frecuentados por operativos encubiertos de la KGB, trabajadores sexuales de clase alta y la nomenklatura del Partido Comunista.
La gente común no tenía más remedio que enfrentarse a los mismos centros culturales y pistas de baile que habían tenido durante 40 años. Aunque la cultura extranjera, con su música genial, no era algo ni especial ni controvertida para entonces. Los bailes ahora permitían que el comercio en el mercado negro se forrase: Ropa occidental y otros artículos difíciles de conseguir como vinilos, vaqueros o cigarrillos extranjeros se vendían como rosquillas. Las discotecas se habían convertido en un espacio para las primeras culturas alternativas de Rusia, así como para el comercio privado.
LEE MÁS: Echa un vistazo a este impresionante legado soviético abandonado
La ley de derechos de autor de la Federación de Rusia prohíbe estrictamente copiar completa o parcialmente los materiales de Russia Beyond sin haber obtenido previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: