El partido de hockey del año pasado entre Rusia y Canadá llevó las tensiones entre las dos grandes potencias de este deporte a un nivel de agresividad nunca visto. Los dos equipos se enfrentaron en el Sochi Hockey Open, y al final de la segunda parte uno de los jugadores canadienses empujó descaradamente a su homólogo ruso contra las tablas, a pesar de que no tenía el disco en ese momento. Otros jugadores rusos se apresuraron a defender a su agraviado compañero de equipo. Sólo con gran dificultad los dos árbitros fueron capaces de detener la pelea. Los canadienses perdieron el partido 2:3.
En marzo del año pasado, durante un partido de la Liga Continental de Hockey entre dos clubes rusos, el Lokomotiv y el SKA, la lucha por la victoria se volvió más feroz de lo habitual. La cosa empezó a ponerse fea a mitad del partido, cuando el defensa del Lokomotiv, el sueco Staffan Kronwall, se molestó al parecer porque un miembro del equipo contrario se acercó demasiado al portero tras el silbato del árbitro. Aunque la pelea comenzó en la portería del Lokomotiv, rápidamente se convirtió en tres peleas separadas. La más larga y más dura fue la del escandinavo, que persiguió implacablemente al culpable, Iliá Kablukov. Los funcionarios presentes no pudieron impedir que golpeara a Kablukov una y otra vez. El sueco definitivamente ganó esa batalla.
No sólo en el hockey se ven desatadas las más bajas pasiones: el fútbol no parece ser menos propenso a la violencia. La mayor pelea grupal en la historia del fútbol ruso tuvo lugar en 2004. La racha propinada por un jugador del CSKA enfureció a sus oponentes, el Saturn, y casi todos los jugadores de ambos bandos se lanzaron de cabeza a la “batalla”. A continuación, los entrenadores se unieron a la pelea. Algunos aficionados no pudieron contenerse y también saltaron al campo. El árbitro expulsó a dos jugadores de cada equipo, pero esto no fue suficiente para calmar la situación, así que el partido tuvo que ser paralizado.
El fuerte temperamento del Cáucaso se hizo evidente durante un partido entre dos equipos juveniles en 2011 en Grozni, la capital de Chechenia. El equipo local, el Terek, organizó un partido contra el Krasnodar, cuyo jugador, Spartak Gógniyev, fue expulsado por el árbitro tras marcar dos goles. Obviamente decepcionado por esa decisión, empujó a algunos de sus oponentes, así como al árbitro, al abandonar el terreno de juego. Sin embargo, cuando llegó a la banda, de repente se vio atacado por algunos aficionados locales. Aunque se retiró al vestuario, la pelea continuó allí, donde la cosa terminó mal para el jugador. Acabó con una costilla y una nariz rotas, sufriendo además una conmoción cerebral.
“¡Todos ustedes, cálmense! ¡Por favor, siéntense! ¡Estamos celebrando un concurso dedicado a la memoria del gran luchador, su hermano y camarada! ¡No deshonren al mundo del deporte!”. El árbitro gritó estas palabras en un altavoz durante otra infame pelea, que tuvo lugar el año pasado durante el torneo de lucha para jóvenes en Krasnodar (1.350 km al sur de Moscú), en honor al famoso luchador Besik Kudújov. La pelea comenzó cuando un entrenador contrario gritó a uno de los luchadores, que respondió pegando al luchador. Otros se unieron al cuerpo a cuerpo, los fans incluidos. La melé fue corta pero feroz.
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