Los habitantes de un edificio en el centro de San Petersburgo se quedaron sin agua el pasado 24 de marzo. Las autoridades locales tuvieron que bloquear el agua de las tuberías debido a una filtración en uno de los apartamentos.
Normalmente este tipo de desperfectos se reparan en pocas horas, pero la situación se complicó cuando la brigada que trataba de arreglarlo contactó con el residente en el apartamento. El propietario, que según los vecinos tiene problemas con la bebida, se negó a dejarles entrar porque, según afirmaba, no tenían derecho a invadir su propiedad. No consiguieron hacerle cambiar de opinión, y el hombre se puso a leer sus poemas detrás de la puerta.
Según los locales, este obstinado hombre no solo es bebedor sino también escritor, tanto de poesía como de prosa y publica con el nombre de Anatol Arm. Una de sus novelas se titula Una apisonadora en el cementerio. Esperemos que este hombre de letras sea compasivo y deje de entrar al equipo de reparaciones a hacer su trabajo. Al menos cuando esté sobrio.
En otro suceso ocurrido este invierno, un hombre cayó desde un 9º piso, no se dio cuenta y siguió bebiendo.
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