Los protagonistas de esta historia no tienen nada que envidiar a Gabriel García Márquez en cuanto a imaginación, pero lamentablemente esta vez no se trata de los dilemas existenciales de los habitantes de Macondo, sino de un negocio ilegal con un país caribeño totalmente ficticio.
A lo largo de tres años el autoproclamado “cónsul general” del Reino ASPI, Valeri Sujánov, que reside en San Petersburgo, se dedicó a vender pasaportes y carnés de conducir a los llamados “emigrantes laborales”, gente que viene a Rusia a ganar dinero haciendo trabajos duros. En mayoría de los casos son personas con poco o sin ninguna educación y sin recursos, procedentes de las exrepúblicas soviéticas. Eso explica en parte por qué ninguno de ellos ha notado (aparentemente) nada raro en todo este asunto. Pagando entre 15.000 y 100.000 rublos (250-1.600 dólares), las víctimas del fraude intentaban mejorar su situación legal en Rusia, donde no resulta fácil conseguir un permiso de trabajo.
En cuanto al delincuente, se sabe que Valeri Sujánov, de 44 años, reside en San Petersburgo, y actuó junto con otros dos socios del negocio. Al ser preguntado, por el canal de televisón Rossía, por cuántos pasaportes habían vendido, el “cónsul general” respondió: “Me han dado una cuota de 250 pasaportes”.
- ¿Y quién se la ha dado?
- El rey, - respondió Valeri sin vacilar.
El número de las víctimas del fraude, de momento, es desconocido.
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