Rusia adoptará los acuerdos de Basilea III en 2014, al igual que los países occidentales, con la intención de dinamizar la industria. Fuente: PhotoXpress
Vladímir Klímov, propietario de un pequeño banco en los Urales, lleva un año luchando por el destino de su negocio. Por ley, el 1 de enero de 2014, las entidades de crédito rusas deberán adoptar los estándares internacionales Basilea III. Para cumplirlos, Klímov debe conseguir capital adicional que no posee.
El joven y ambicioso banquero dice que ha agotado todas las opciones menos dos: vender su banco a un inversor con mayores posibilidades económicas por algo más del valor de su capital o vender su base de clientes y devolver su licencia al Banco Central.
“La venta sería el menor de los dos males”, se lamenta Klímov.
Los Acuerdos de Basilea III (Basilea III)
se refieren a un conjunto de propuestas de reforma de la regulación bancaria, publicadas a partir del 16 de diciembre de 2010. Es parte de una serie de iniciativas, promovidas por el Foro de Estabilidad Financiera y el G-20, para fortalecer el sistema financiero tras la crisis del 2008. El acuerdodebería obligar a los bancos a aumentar sus reservas de capital para protegerse de posibles caídas. Por orden de este acuerdo, los bancos tendrían que triplicar en un 7% del total de sus reservas para protegerse de una eventual crisis en el futuro.
La adopción de Basilea III en Rusia pretende aumentar la transparencia y adelantarse a posibles crisis financieras en el futuro, ya que obligará a las entidades a elevar su ratio de capital. Esto puede provocar una oleada de fusiones entre entidades, ya que los propietarios de bancos pequeños y medianos los venderán por no poder hacer frente a las nuevas normas, según Mijaíl Kuzmin, subdirector del Centro de Investigación Económica de la Synergy University.
El cambio también dará una nueva oportunidad a los bancos extranjeros de conseguir participaciones en Rusia, según los analistas.
“Muchos bancos pequeños y medianos no están preparados para esta transición”, dice Víctor Chetverikov, director general de la Agencia Nacional de Calificación. “Prestan a particulares sin garantías y financian proyectos de poca calidad, no como los bancos principales, que tienen financiación e intereses baratos”.
Tras el colapso de la Unión Soviética, muchos bancos pequeños surgieron de la nada en Rusia y las entidades extranjeras emprendieron una carrera para entrar en el país con diferentes grados de éxito.
En la actualidad, mientras muchos de los bancos pequeños aún resisten, la escena está dominada por dos gigantes domésticos.
Sberbank, una reencarnación dinamizada de la caja de ahorros nacional de la Unión Soviética, responde en la actualidad de casi de la mitad de los depósitos de particulares del país.
La otra entidad es VTB24, el antiguo banco de comercio exterior de la URSS, tiene un 7,3 % de los depósitos de clientes y ha realizado avances importantes hacia la banca de inversión.
Las firmas internacionales como Citibank, los austriacos Raiffaissen y la italiana UniCredit han tenido éxito con la realización de grandes operaciones en Rusia. Pero otros grupos internacionales han encontrado más dificultades para entrar en el país.
La británica Barclays adquirió Expobank en 2008, pero lo vendió por menos del precio de compra inicial durante la siguiente crisis financiera. HSBC se retiró de sus operaciones bancarias con particulares en Rusia en 2011 como parte de su reorganización internacional a gran escala, tras dos años de dificultades.
“Los
grandes bancos internacionales todavía están buscando una vía de entrada en
Rusia desde donde poder obtener beneficios de la situación actual, mientras que
bancos regionales rentables están buscando compradores”, dice Pável Loguinov,
director del consejo de administración de Metcombank.
Según las leyes rusas, los bancos extranjeros no pueden abrir sucursales
directamente en el país, pero sí pueden tener filiales de su propiedad, por lo
que la compra es una opción más atractiva que empezar de cero.
Por supuesto, muchos bancos grandes también afirman estar pasando por
dificultades para conseguir liquidez antes de la entrada en vigor de las nuevas
normas. Según Fitch, la agencia internacional de calificación, cuatro de los
bancos de Rusia con más activos tendrán que enfrentarse a una escasez de
capital, incluyendo VTB, Alfa Bank, NOMOS Bank y Russky Standart, además de
hasta 22 bancos medianos.
Sin embargo, los bancos más grandes serán ayudados por sus accionistas, principalmente el Estado ruso, o particulares con un alto poder de inversión, afirman los analistas. Por el contrario, los bancos pequeños y medianos tendrán que sobrevivir solos.
Chetverikov cree que la introducción de Basilea III significará que Rusia terminará perdiendo su sector de pequeño y mediano negocio financiero en favor de las entidades más grandes y de sucursales de bancos extranjeros.
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El pasado verano, la directora del Banco Central, Elvira Nabiúllina anunció que Rusia introduciría los requisitos de Basilea III al mismo tiempo que la UE y los EE UU, a principios de 2014. Durante la presidencia de Nabiúllina, el Banco Central ha decidido suavizar en parte los requisitos para los bancos rusos. Los requisitos de capital ordinario tangible serán del 5 %, un 5,5 % para los activos de capital (que subirá a un 6 % el 1 de enero de 2015), y un 10 % para el capital total.
“Al contrario que en los otros sistemas bancarios europeos y de los EE UU, la estructura de capitales en el sector bancario ruso sigue siendo relativamente básica, sin que el capital bancario sufra una dependencia crítica de instrumentos híbridos. Además, por otra parte, la estructura de los balances viene del mercado de derivados financieros”, explicó Mijaíl Nikitin, analista de crédito en VTB Capital.
“La capitalización es mayor en nuestros bancos que en los europeos. Si tenemos en cuenta la mayor volatilidad de la economía rusa y el ritmo de crecimiento del sector bancario, nuestras entidades necesitan ser más fuertes para enfrentarse a los niveles de riesgo”, dice Svetlana Pavlova, vicepresidenta asociada en Moody's.
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