Valeri Jarlámov, la vida breve de un genio del hockey

Recientemente se ha publicado en Rusia una nueva biografía de Valeri Jarlámov. Fuente: Serguéi Mijéiev/Rossiyskaya Gazeta.

Recientemente se ha publicado en Rusia una nueva biografía de Valeri Jarlámov. Fuente: Serguéi Mijéiev/Rossiyskaya Gazeta.

El delantero del CSKA fue ocho veces campeón del mundo y marcó 185 goles con la selección de la URSS. Murió trágicamente a los 33 años, en un accidente de tráfico. Un nuevo libro en Rusia recuerda su figura.

Mitad español, nació en el seno de una familia moscovita formada por un humilde mecánico, Borís Jarlámov, y su mujer Begoña Orive Abad, vasca de nacimiento.Ella era una integrante de los Niños de Rusia, evacuados durante la Guerra Civil.

En él se mezclaban la sangre rusa y la española, y fue único tanto en su vida personal como sobre el hielo”, dijo de Jarlámov un amigo suyo de juventud, el futbolista soviético y entrenador Vadim Níkonov. Gran estrella tanto de la selección soviética como del CSKA de Moscú, era querido al margen de cuáles fueran los colores futbolísticos que defendieran los aficionados.

Valeri Jarlámov nació el 14 de enero de 1948 en Moscú.Murió el 27 de agosto de 1981.Jugó en la posición de delantero en el club de hockey del CSKA y en la selección de la URSS.Fue dos veces campeón olímpico, ocho veces campeón del mundo, siete veces campeón de Europa, once veces campeón de la URSS y once veces poseedor de la Copa de campeonatos europeos.En los campeonatos nacionales marcó 293 goles. En los campeonatos del mundo y en los torneos olímpicos Jarlámov anotó 87 goles.Para la selección de la URSS Jarlámov disputó 286 partidos y marcó 185 goles.

Seguidor de la moda a la hora de vestir, fue uno de los pocos que se tomó la libertad de llevar colgada al cuello una gruesa cadena de oro en los austeros tiempos soviéticos. De entre todos los jugadores de hockey era el que mejor bailaba, fiel a sus raíces españolas, y era capaz de improvisar tanto unos pasos flamencos como marcarse un rock and roll.

Una vez llegó tarde a la boda de un amigo, pues tuvo que tomar un avión desde otra ciudad donde acababa de disputar un partido. Cargando con el stick y su bolsa de hockey, lo primero que le dijo a su amigo fue: “Tendrás que perdonarme, no tuve tiempo de comprar un regalo”. Acto seguido, se quitó la camisa que llevaba puesta —una nueva, colorida y a la última moda— y se la regaló al novio. Luego abrió la bolsa, se puso la camiseta del CSKA con el número que siempre lució, el 17, que después de su muerte fue retirado a modo de homenaje del Club Deportivo Central del Ejército (CSKA). 

La sensación rusa del hielo

Como señala el autor del libro, Maksim Makárychev, está especialmente orgulloso de la parte dedicada a las Summit Series de hockey de 1972 contra los canadienses.

Nuestra generación de jugadores se cruzaron por primera vez con los sticks de la National Hockey League (NHL).Sé que no se repetirán partidos como los que se disputaron en las Summit Series de 1972.Habrá otros, mejores o peores, pero no como aquellos.Hicimos historia.Por lo menos en la historia del hockey”, observó atinadamente el mejor amigo de Jarlámov, Aleksandr Máltsev, dos veces campeón olímpico de hockey sobre hielo.

El talento brillante de Jarlámov en gran medida ya se pudo apreciar en el primer partido de las Summit Series, cuando la selección de la URSS salió al terreno con su estrella y consiguió una aplastante victoria de 7-3 en Montreal sobre los temidos canadienses. Y eso a pesar de que todos los expertos transoceánicos en la materia vaticinaban que caerían derrotados en los ocho encuentros.

Harry Sinden, que era entrenador de la selección canadiense en 1972, inmediatamente después del primer partido entendió que Jarlámov, con su “honda maestría”, constituía el elemento clave del ataque ruso."Era nuestro blanco principal.Cada noche me asaltaban dudas con respecto a cómo neutralizar a ese jugador.Era pura dinamita”, reconoció años más tarde Sinden.

"Millonarios soviéticos"

En 1972, cuando ganamos el partido en Montreal, vino a vernos el dueño del Toronto y nos ofreció dinero para que al día siguiente vistiéramos su uniforme.Se acercó a mí, a Jarlámov y a Vladímir Petrov”, recordó el capitán de la selección de la URSS de entonces, Borís Mijáilov.

Cuando mencionó la suma de dinero que nos pagaría, le dije que éramos millonarios soviéticos.Luego pensamos si no sería cosa del NHL poniéndonos a prueba.Pero en ese momento ni siquiera se nos ocurrió huir.Estábamos educados en otros valores.Teníamos que mostrar que nuestro régimen soviético era el mejor”.

Jarlámov formó parte de la famosa “Máquina Roja” en la década de 1970, ya con el entrenador Víktor Tíjonov, considerado uno de los mejores de la historia en este deporte.Desde 1981 hasta 1985 la selección de hockey sobre hielo de la URSS no perdió ni un solo partido en ninguna competición internacional importante.Los expertos occidentales se solían sorprender de que la selección de la URSS, formada en el régimen soviético, exhibiera un hockey tan libre, apasionado y atrevido.La explicación era sencilla.

Estos jugadores, que pasaban once meses al año entrenando en la sede del equipo, alcanzaron un nivel de virtuosismo y de compenetración tan alto que eran capaces de jugar con los ojos cerrados.

Un héroe humilde

A finales de agosto de 1981 el entrenador Tíjonov no convocó a Jarlámov (33 años) para integrar la selección que disputaría la Canada Cup.El entrenador alegó que el jugador no estaba en forma, aunque un par de semanas antes Valeri Jarlámov había sido distinguido como el mejor delantero de la Copa de los campeonatos europeos.

El jugador no supo encajarlo, se sumió en un estado depresivo, y la fatídica mañana del 27 de agosto, a la vuelta de una dacha a las afueras de Moscú, falleció en un accidente de tráfico junto a su mujer, a quien había cedido el volante, algo que nunca hacía.En la carretera resbaladiza por la lluvia su gran Volga patinó y chocó contra un camión cargado de clavos.Murieron en el acto…

Al entierro de Valeri acudió todo Moscú.Miles de personas se agolparon en el palacio de deporte del CSKA, donde tuvo lugar la ceremonia fúnebre. “En las palabras de despedida que pronuncié durante su entierro dije que Valeri Jarlámov no conocía su grandeza”, escribió más tarde Anatoli Tarásov, que durante muchos años fue el entrenador de la invencible selección roja.

No sabía hasta qué punto era grande su asombroso talento; de ninguna manera, jamás, por ningún motivo ni ante nadie alardeaba de su carácter excepcional y se comportaba como alguien insólitamente honrado, decente y puro. 

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