Fuente: Mijaíl Sinitsin / RG
Para un país tan grande como Rusia esto no parece un logro importante, aunque hay que considerar que el último mundial que disputó la selección fue el de 2002 en Japón y Corea. De aquella selección queda actualmente un único futbolista: el delantero del Zenit de San Petersburgo, Alexander Kerzhakov, de 30 años de edad.
Para otros como Román Shirókov, Serguéi Ignashévich, Ígor Akinféyev y muchos otros, este torneo será el primero y, seguramente, el último de su carrera.
Dejar pasar esta oportunidad sería una auténtica tragedia para la generación más exitosa de futbolistas rusos, que fue tercera en la Eurocopa de 2008. Sobre todo cuando el equipo está dirigido por uno de los entrenadores más laureados y mejor pagados del mundo: el italiano Fabio Capello. En sólo un año el de Pieris ha cambiado la idea que los rusos tenían de los entrenadores extranjeros.
A diferencia de sus antecesores holandeses (Guss Hiddink y Dick Advocaat) Capello pasa la mayor parte del año en Rusia y cada jornada acude a tres o cuatro encuentros de la liga nacional. Han visto a Capello en Saransk, en Samara, en Perm y otros lejanos lugares de Rusia. Con él han debutado diez nuevos futbolistas en la selección, de los cuales seis son defensas únicamente conocidos por los ojeadores.
A Capello no le ha temblado la mano a la hora de tocar a hombres con autoridad. El capitán Ígor Denísov perdió su titularidad después de la clasificación, cediéndosela a Denís Glushakov, del Spartak. El pichichi de la liga rusa, Artiom Dziuba del Rostov, no ha sido convocado por la selección, mientras que el delantero del Dínamo, Fiódor Smólov, que no ha marcado en partidos oficiales desde hace más de dos años, se está entrenando con la selección del entrenador italiano.
Desde el inicio de la ronda de clasificación, Fabio Capello ha enseñado a la selección a jugar como un equipo: a defender todos juntos, con una clara función para cada uno. Ahora, poco a poco, se está volviendo un conjunto con capacidad para poseer el balón mientras mantiene los principios de un equipo compacto adquiridos en la primera etapa de trabajo del seleccionador italiano.
El grupo está en proceso de aprendizaje. Este hecho se hizo patente en los goles encajados en el final del primer tiempo contra Irlanda del Norte o en los segundos tiempos contra Luxemburgo y Azerbaiyán. Según reconocía el propio Capello, los goles a última hora son señal de falta de clase. Ahora el equipo empieza a comprender que hay que terminar tan bien como se ha empezado cada torneo, partido o tiempo.
Tras el fracaso en el Eurocopa 2012 en la selección ha aparecido un auténtico líder, un hombre capaz de llevar al equipo adelante, marcar, definir el ritmo de juego, en ocasiones pasar rápidamente al ataque y en otras detenerse y guardar las posiciones. Se trata del centrocampista del Zenit Román Shirókov. El nuevo capitán de la selección es una figura algo contradictoria. Tiene una mala relación con los hinchas, guerras abiertas con los expertos del fútbol y una gran actividad social. Para Rusia, Shirókov es más que un futbolista. Su Twitter tiene más de 200.000 seguidores, la cara de Román aparece en las portadas de las revistas y en las secciones de política también se pueden leer entrevistas con él.
El pase de gol de Shirókov en el partido en casa contra Portugal hizo creer que Rusia podría ganar a los semifinalistas del último Mundial, y el gol en la portería de Azerbaiyán reforzó la superioridad de los rusos contra sus rivales.
En opinión del mejor jugador de la URSS en 1972, Evgueni Lovchev, la actuación de la selección durante la clasificación ha sido bastante mediocre, aunque este señala las acciones de Shirókov.
“En general, el juego de los chicos de Capello no me ha impresionado mucho. Aparte de la derrota clara contra Israel (4-0), no puedo recordar otro partido brillante de la selección actual. A la difícil victoria contra Portugal se le ha dedicado demasiado tiempo. Muchos futbolistas siguen jugando por debajo de sus posibilidades y podrían no participar en el Mundial. Aunque no tengo nada que decir contra un jugador: Román Shirókov. Sus decisiones son inteligentes, si hace un pase es al pie, para rematar, no para luchar por el balón. Román se ha ganado el brazalete de capitán. Es precisamente él quien lleva las ideas del equipo técnico al campo de juego”, declara.
Bajo la supervisión de Shirókov, en la selección está madurando una nueva generación: el delantero Alexander Kokorin de 22 años, el centrocampista Oleg Shatov de 23 y el defensa Vladímir Granat de 26. Ellos son el futuro del fútbol ruso, y en la pasada ronda de clasificación se convirtieron en jugadores clave.
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La selección también ha tenido contratiempos, como merecida derrota merecida en Lisboa o el juego a tropezones en Belfast. Sin embargo, este tipo de partidos son necesarios para hacer grupo, que se entienda la responsabilidad que recae sobre ella y aprenda a mantener el ataque.
Mientras Capello cumple de forma brillante con su tarea, el ministro de deportes, Vitali Mutkó, propone ampliar el contrato con Fabio hasta 2018, año en que se celebra en Rusia el mundial. Al parecer, el mundial se celebrará en Rusia en su mejor momento, aunque clasificarse para el mundial y obtener en él buenos resultados son cosas distintas.
Por ahora, Capello tiene medio año para trabajar en los defectos del equipo y dar el siguiente salto: salir de la fase de grupos al play-off del Mundial, algo que Rusia no logra desde 1986. En caso de que esto no ocurra, Capello será automáticamente reconocido como un entrenador insatisfactorio tanto por parte de la Unión Rusa de Fútbol como por parte de la afición.
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