Fuente: Mijaíl Sinitsin
A finales de verano Vladímir Putin firmó una nueva ley según la cual aumentarán hasta los 340 euros las multas para los aficionados que alteren el orden público, además de tener que cumplir hasta un máximo de 160 horas de trabajos sociales y prohibir la asistencia durante siete años a los estadios. Al mismo tiempo, la policía deberá crear una “lista negra” de aficionados conflictivos y será obligatorio que las instalaciones estén equipadas con un sistema de vídeovigilancia.
El último escándalo en un estadio tuvo lugar el pasado 14 de septiembre en San Petersburgo. Durante el partido disputado entre el Zenit y el Terek Grozni, los aficionados del equipo petersburgués quemaron una bandera de Chechenia. Cuando el vídeo de este acto vandálico llegó a YouTube se convirtió en motivo de controversia.
El Zenit recibió una multa importante y los mandatarios de la FIFA y de la UEFA volvieron a señalar de nuevo el inadmisible comportamiento de los aficionados rusos.
Aunque esta historia es demasiado compleja como para interpretarla unívocamente: “La bandera de Chechenia fue quemada como respuesta a la provocación de los seguidores del Anzhi de Majachkalá”, declara Edvard Serzhan, profesor de periodismo. “Hace dos años la afición de Majachkalá colgó en el estadio de San Petersburgo la bandera de Ichkeria (formación estatal no reconocida creada tras la desintegración de la URSS en una parte del territorio de Chechenia, Daguestán e Ingushetia, con unos órganos de poder incluidos en la lista de organizaciones terroristas). Las autoridades no reaccionaron ante lo ocurrido, pero en las redes sociales se armó un gran revuelo. En Rusia están acostumbrados a responder a la provocación con otra provocación”.
“Lo ocurrido con la quema de la bandera no significa que la violencia en las gradas sea excesiva, -señala Serdzhan-. La afición es igual de agresiva que la sociedad, se trata de una estructura social que refleja el clima político del país”.
Conviene señalar que entre los aficionados de los equipos moscovitas y del Zenit de San Petersburgo hay muchos ultranacionalistas, entre los que las ideas de extrema derecha son populares. La última explosión de violencia de estos radicales tuvo lugar en la céntrica plaza Manezh de Moscú en diciembre de 2010, cuando miles de aficionados se enfrentaron a los agentes del orden público. Los disturbios comenzaron tras la muerte del seguidor del Spartak Yegor Svirydov a manos de un oriundo del Cáucaso.
Entre los seguidores del Spartak hay quien opina que la nueva ley no ayudará a mejorar la situación en los estadios. Así lo cree Evgueni Seleménev, que declara: “Lo que ocurre muy a menudo es que la policía detiene a gente de manera aleatoria. Los estadios tienen que estar equipados con cámaras de seguridad y en la grabación debería verse claramente quién ha encendido un petardo, por ejemplo. Sin embargo, la policía arresta a las personas que están al lado y las acusan simplemente por oler a alcohol. A mí una vez me detuvieron por el simple hecho de estar en primera fila y sonreír. Me dijeron que tenía una sonrisa provocadora. Si en Rusia construyeran buenos estadios de fútbol atraerían a las familias y a una afición más tranquila”.
Serguéi Altujin, hincha del Kubán de Krasnodar, que con una media de 21.000 espectadores fue el club con más público en el año 2012, considera que las prohibiciones no harán otra cosa que incentivar la “creatividad” de los más radicales. “Prohibir la pirotecnia no me parece la solución más lógica. Es mucho más importante intentar que haya una colaboración eficaz entre los servicios de seguridad del club y la policía. A veces sucede que preparas una buena pancarta, te pones de acuerdo con la dirección del club para exhibirlo y después resulta que en la entrada te lo requisan”.
Dan Darby, un inglés seguidor del fútbol ruso, cree que la afición rusa no se distingue para nada de las aficiones de otros países.
“He vivido algún tiempo en Rusia, hablo ruso e incluso alguna vez había llegado a redactar crónicas de los partidos de fútbol rusos para la agencia Press Association. La afición rusa apoya a su equipo con mucha fuerza y en los partidos sufre con todo el alma. No entiendo por qué se tiene que mostrar solamente su lado oscuro y limitarla con todo tipo de prohibiciones. Créanme, la afición inglesa es mucho más agresiva que la rusa”.
Por su parte, Alexander Meytin, director de la liga para la seguridad en el fútbol, no ve más que ventajas en la nueva ley. “La aparición de la 'ley de la afición' está dictada por la vida misma. Gracias a ella queda bien determinada la responsabilidad de ambas partes: del espectador y del encargado de velar por su seguridad durante los partidos. La policía empezará a poner orden en el territorio contiguo al estadio, y dentro de él, los encargados de vigilar el comportamiento de los aficionados serán los ayudantes de organización. No excluyo la posibilidad de que en otros países también consideren necesario actuar de la misma forma que nosotros”.
Al mismo tiempo, es posible que en breve se introduzcan nuevas enmiendas en la “ley de la afición”. Una de las más importantes puede ser la obligación de comprar entradas presentando el pasaporte. Según la opinión de los funcionarios, esta norma permitirá disponer de información sobre cada uno de los seguidores y ayudará a luchar de manera más eficaz contra aquellos que impiden a los auténticos amantes del fútbol disfrutar de los partidos. En otros países no hay una norma de estas características.
Hinchas del Spartak
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