Fuente: Glenda Rosero |
Serguéi Rybnikov comenzó a patinar en su ciudad natal Novosibirk, en Siberia, a los seis años y desde entonces no se ha bajado de sus botas con cuchilla. “Llegué a ser patinador profesional participando en competencias y después empecé como entrenador”, nos cuenta Rybnikov desde la pista de hielo Polarcity, donde entrena habitualmente.
El entrenador llegó a la Argentina en 2001 huyendo de una crisis económica que al final le condujo a otra, “pero sobreviví”, comenta con ironía. Su intención era viajar a EE UU, “pero me quedé en Argentina porque vi que aquí había posibilidades de desarrollar el patinaje sobre hielo como un deporte olímpico. No hay pistas grandes pero se podía empezar y ahora nosotros ya hemos llegado a nivel internacional”, comenta Rybnikov.
Acaba de cumplir 15 años y ya ha conseguido un segundo puesto en el Grand Prix Junior celebrado Lake Placid (EE UU). Comenzó a patinar con 6 años, después de ver este deporte por la televisión y descubrió que le gustaba. Su próximo reto es en Filipinas, pero Serguéi Rybnikov confía en que pueda llegar a unas Olimpiadas.
Tras unirse a la Federación Argentina de Patinaje sobre Hielo (FAPH), que acababa de crearse, se dio cuenta de que en este deporte estaba todo por hacer. “No había chicas que pudieran competir a nivel internacional y entonces organicé nuestra asociación que se llama Escuela Rusa de Patinaje sobre Hielo, afiliada a la Federación, para así poder participar en competencias internacionales”.
Serguéi se jacta de que en su escuela están los mejores patinadores de Argentina, pero lo justifica tomando como punto de partida que los rusos son los mejores en este deporte: “está en nuestra sangre, es como el fútbol en Argentina, los argentinos ya nacen con algo de fútbol y a nosotros nos pasa lo mismo con el patinaje”.
De hecho algunos de sus mejores patinadores son de origen ucraniano o ruso como Anhelina Bosko, Nicole Mottchouk, Cristina Glasova y un chico, Román Zatchuv.
El talento argentino
Sin embargo, Serguéi apuesta por el talento argentino y apunta a dos aspectos decisivos: “Los latinoamericanos son muy musicales, eso es lo primero, pero lo segundo es que acá el clima es bastante caluroso. En los países del norte cuando hace frío la gente aprieta los músculos de los hombros y el cuello porque eso produce calor, así que tienen esa parte del cuerpo bastante rígida, y esto no ayuda a patinar. Hay que tener los músculos más relajados y por eso los latinoamericanos son buenos bailarines”.
Tiene solo 11 años y para su categoría y edad es una de las mejores en Argentina. Empezó con 8 años por casualidad, quiso celebrar su cumpleaños en una pista de hielo y así descubrió su pasión.
En un año ya estaba compitiendo y haciendo exhibiciones.
Hasta ahora sólo ha participado en competiciones nacionales pero por fin va a competir a nivel internacional en Filipinas.
“Me gustaría competir en unas Olimpiadas y quiero llegar a ser entrenadora”.
La gran diferencia está en que en los países del norte de Europa se comenzó a patinar porque tenían pistas de hielo naturales y eso no se da en esta región. Pero todo cambió con las pistas artificiales que en Argentina no están muy extendidas.
“Si tuviéramos buenas pistas acá, yo veo un futuro muy, muy bueno”. De hecho en el país no hay una pista de carácter olímpico. “Nuestro objetivo es mostrar que ya tenemos buenos resultados a la gente del Comité Olímpico, a la Secretaría de Deporte para que puedan conseguir para nosotros una buena pista”, dice Rybnikov.
Un deporte de élite
Son evidentes los éxitos obtenidos por el equipo de la Escuela Rusa de Patinaje sobre Hielo, sobre todo a nivel nacional – han sido campeones absolutos en 2010, 2011 y 2012-, pero también a nivel internacional. En este año 2013 ya han participado en competencias en Italia y en el momento de hacer esta entrevista, el equipo se está preparando para viajar a Filipinas.
Estos resultados han sido fruto del trabajo y también de un sacrificio que para Rybnikov es mayor para los padres que para los hijos. “Las chicas que viajan ahora a Filipinas no tienen apoyo de la Federación porque no hay dinero, así que tienen que viajar por su cuenta y es un sacrificio para sus padres. Por suerte en Filipinas los organizadores pagan allí la estadía y la comida, pero del viaje se tienen que hacer cargo sus padres”.
Serguéi Rybnikov no considera que este sea un deporte caro, pero sí un deporte de élite: “es un deporte especial porque lo tiene todo; tiene arte, música, hay moda, tiene espectáculo sobre el hielo. Para las chicas es un deporte ideal. La estadística dice que los buenos resultados los consiguen chicos muy inteligentes, porque para este deporte hay que tener muy buena cabeza. Es un deporte completo”.
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