En septiembre de 2011, se celebró en Ravena (Italina) la final de la Copa Mundial de Fútbol Playa. Contra todos los pronósticos, la selección rusa logró convertirse en la campeona del mundo, tras haber marcado 12 goles ante la selección brasileña, que en aquel momento era el equipo más poderoso del mundo en Fútbol Playa.
En Rusia, la victoria de la selección en esta modalidad deportiva – bastante exótica para un país tan frío – provocó una gran sorpresa, a la par que un lógico júbilo. La afición rusa, tan acostumbrada a los fracasos de su selección de fútbol, tuvo de repente un motivo de alegría.
No menos sorprendidos se vieron los jugadores de las selección brasileña. Nadie se pudo explicar entonces la derrota de Brasil ante la selección de un país donde la temporada de fútbol playa sólo dura cinco meses, y donde no hay más que un solo pabellón deportivo cubierto para entrenar el resto del año.
Durante mucho tiempo, Brasil – donde jugar al fútbol playa forma parte de la vida misma – no tenía rival en esta modalidad deportiva. Sin embargo, aquel campeonato en suelo italiano marcó el principio de una nueva era: la era del dominio de los “playistas” rusos.
En apenas seis años, la selección rusa de fútbol playa pasó de ser un equipo de aficionados entusiastas a ostentar la hegemonía mundial.
En su primera etapa, el equipo estuvo a cargo del exjugador de fútbol, Nikolái Písarev, famoso por sus declaraciones en defensa del Spartak de Moscú. En el año 2005, Písarev se convirtió en el primer entrenador de un equipo que iba a dedicarse a un deporte hasta entonces desconocido en Rusia. Según comentó, su equipo empezó desde cero: tenían que acostumbrarse a jugar descalzos en la arena y tenían que aprenderse las reglas de este deporte.
El fútbol playa es distinto en muchos aspectos del fútbol tradicional: el revestimiento y las medidas del campo son diferentes; también lo es la duración del partido (un partido de fútbol playa consta de tres tiempos de 12 minutos cada uno).
Durante el partido, cada equipo cuenta con cinco jugadores, contando al arquero. En un campo más pequeño que el del fútbol tradicional el juego se vuelve más dinámico: los jugadores a menudo anotan goles desde su propia mitad del campo, mientras que la posición de los defensas no se diferencia tan rígidamente de la de los delanteros. Asimismo, hay menos forcejeo y las cualidades técnicas del equipo pasan a primer plano.
“Al principio, cuando acabábamos de empezar con el fútbol playa, no éramos más que unos aficionados entusiastas”, observa el capitán Iliá Leónov, quien fue nombrado MVP en el Mundial de 2011.
“¡Las primeras veces que salíamos por la televisión, aquello era todo un acontecimiento! Pero nuestro juego en el campo y nuestros resultados han logrado atraer la atención de la gente y se empezó a hablar de nosotros por internet.”
La flamante selección rusa ha progresado muy deprisa: ya en el año 2007, en su primera participación en la Liga Europea de Fútbol Playa (EBSL), la selección se llevó una medalla de bronce, con la que logró clasificarse para la Copa del Mundo de 2007. Aunque en aquel torneo la selección rusa no logró ningún trofeo, colocarse en la duodécima posición fue todo un éxito para un equipo de novatos.
En 2008 y 2009, los rusos fueron capaces de llegar a los cuartos de final. Pero fue en la siguiente Copa del Mundo, la de 2011 (en el año 2010, de acuerdo con la decisión de la FIFA, no se celebró el campeonato), cuando la selección del país eslavo alcanzó su verdadero triunfo.
La selección de Mijaíl Lijachev, como entrenador, se veía realmente poderosa. Durante el torneo, no sufrieron ni una sola derrota. En los ‘playoffs’, el quipo ruso se impuso a la poderosa selección de México y a la de El Salvador, para finalmente culminar el campeonato de la Copa Mundial con la histórica victoria sobre la selección de Brasil.
“Recuerdo cómo en Brasil los reporteros de la televisión local nos hacían constantemente la misma pregunta: “¿Cómo os habéis convertido en campeones del mundo?”, relata Iliá Leónov. “Logramos consolidar un buen equipo, acumular la experiencia necesaria y conseguir la compenetración de los jugadores. Más tarde llegó un nuevo entrenador, Mijaíl Lijachev, quien a su vez también aportó algo de sí mismo al equipo. La suma de todos estos factores condujo a los resultados que conocemos. Además, a nivel de preparación física estábamos muy en forma”.
La compenetración de los jugadores de la selección es fácil de explicar: casi todos los integrantes del equipo juegan en Lokomotiv de Moscú, que es el indiscutible líder de fútbol playa de Rusia. El Campeonato Nacional de Fútbol Playa se celebra en Rusia desde 2005. A pesar de que en el torneo participan 16 equipos, en realidad la lucha por la Copa se libra entre tan sólo dos clubes moscovitas: el Lokomotiv y el Stroguinó.
También en Moscú, a las orillas del río Moscova, abrió sus puertas la única escuela de fútbol playa para niños en toda Rusia. Eso sí, la escuela no dispone de un pabellón cubierto propio. Así que entre octubre y mayo, para poder entrenar toca viajar al sur de Rusia, a la costa del Mar Negro, o a San Petersburgo, donde hay un pabellón habilitado especialmente para este deporte.
Los jugadores de la selección nacional rusa de fútbol playa se hicieron famosos en su propio país sólo después de haber ganado la Copa del Mundo. Fue entonces cuando empezaron a entrevistar y a invitar a programas de televisión a los líderes del equipo aunque todavía son mucho menos populares que sus homólogos del fútbol tradicional.
Los dos equipos tampoco se pueden comparar en cuanto a sus ingresos. “Por nuestra victoria en la Copa del Mundo, recibimos 420 mil rublos por persona (unos 14.000 dólares)”, señala Ilyá Leónov. “El premio más cuantioso que he recibido en todo el tiempo que llevo jugando”.
En septiembre de 2013, en Tahití, se celebrará la próxima Copa del Mundo. Leónov y compañía esperan repetir su éxito de hace dos años. Por ahora cumplen con todos los requisitos previos necesarios para ello: son un equipo compenetrado, formado por ya reconocidos campeones en su modalidad, que tienen experiencia y llevan consigo el espíritu de ganadores.
En verano de 2012, en el torneo eliminatorio que se celebró en Moscú, la selección rusa logró clasificarse para la final de la Copa Mundial de Fútbol Playa de la FIFA.
Pero en Tahití los “playistas” rusos no lo tendrán nada fácil porque los brasileños, que seguramente echen de menos sus espectaculares triunfos, estarán más que dispuestos a tomarse por fin la revancha ante el asombroso equipo de playa de la fría Rusia.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.