José Antonio García. Fuente: Imago / Legionmedia
El pádel en Rusia es un deporte casi desconocido, de hecho es que hasta hace tres años básicamente no existía. Si preguntas por la calle, el ruso medio nunca ha escuchado semejante palabra.
En 2010 se dio el primer paso para la introducción del deporte en el país con la creación de una federación nacional de lo que aquí se llama “tenis-pádel”, en vez de “pádel” a secas.
Desde la constitución de la federación se han sumado jugadores y abierto unas pocas pistas, en la mayoría de los casos dentro de clubes de tenis, este sí, deporte de amplia popularidad desde los años 90.
En el esfuerzo por desarrollarse, la joven pero voluntariosa federación puso sus ojos en un jugador-profesor argentino que actualmente vive en España: José Antonio García (Tierra de Fuego, 1968).
“Antes de ir con mi mujer a Rusia de vacaciones, como otros tantos años, me dio por buscar pistas de pádel para poder hacer algo de deporte durante el mes que iba a pasar allí. Casi de rebote encontré la web de la federación y envié un correo preguntando dónde había pistas. Se interesaron por mi caso, por el desarrollo y las reglas del pádel en Argentina, etc. Así comenzó todo”, explica José Antonio a Rusia Hoy.
Su mujer, Tatiana, rusa a la que conoció durante una estancia en Barcelona, hace de intérprete en los trámites de su marido con la federación.
“Me pidieron consejo para promocionar y dar a conocer el pádel en el país. Así surgió la idea de realizar a primeros de marzo una pequeña gira de exhibición y clínics por clubes de tenis de Rusia (cuatro de Moscú y cuatro de San Petesburgo), para que se conviertan en la punta de lanza de la expansión del deporte en el país, como por ejemplo sucedió en España años atrás”, nos cuenta José Antonio, cuyo nivel de ruso es muy básico, pero está aprendiendo un poco de vocabulario específico sobre pádel “para al menos poder entenderme en las exhibiciones”.
La primera generación de jugadores rusos de pádel se compone en su mayoría de turistas que veranean en España, donde tienen pista en su hotel o apartamento, lo prueban y se enganchan, pero cuando regresan a su país no pueden jugar porque no hay instalaciones.
A raíz de esa demanda surgió la
federación, que cuenta ya con delegaciones en distintas ciudades de Rusia, la
más importante en San Petesburgo.
Durante la organización de la gira surgió un problema, hacía falta una pista
portátil (en Rusia no hay ninguna), una inversión económica considerable que ni
la federación ni ningún fabricante particular querían asumir.
“Rompí la hucha de los ahorros y la compré yo de mi bolsillo. Me la jugué”, explica José Antonio. A cambio, firmó un convenio con la federación para convertirse en ‘intermediario preferente’, de tal manera que cuando un club ruso pida asesoramiento para la compra de material, la federación desviará siempre la petición a ‘Traxon Sport’, empresa de la que José Antonio es titular.
Traxon no produce sus propias pistas, sino que las encarga a su vez a un fabricante regional (Padelinter). Lo que sí produce Traxon son sus propias raquetas, diseñadas por el profesor argentino, la 'Predator', modelo para hombres en color negro, y la 'Xycon', para mujeres color rosa. Ambas llevan impresa la bandera de Rusia en una de las caras.
Según el convenio, éstas serán las raquetas oficiales que utilizará la federación durante los próximos cinco años. En definitiva, la de José Antonio es una apuesta económica personal cuyo éxito irá ligado a la expansión del pádel en Rusia.
Pese a que parte casi de cero, no pierde el optimismo: “Tengo la experiencia de participar en el desarrollo del pádel en una región fría como es Tierra de Fuego. Allí, como en Rusia, debido al clima, no se puede practicar deporte al aire libre durante gran parte del año, así que el pádel indor crece mucho más rápido”, explica José Antonio, que considera que el público objetivo será gente de clase acomodada a partir de los 30 años.
“El pádel es un deporte físicamente menos exigente que el tenis o el fútbol, menos propenso a lesiones musculares, así que se puede practicar hasta edad más avanzada”.
El pádel en Argentina sufrió
una relativa pérdida de popularidad en la última década por informes médicos
que asociaban su práctica a lesiones en las articulaciones. Esa mala fama no ha
afectado al progreso del pádel en Rusia, pues cuando se extendió sencillamente
el deporte no existía todavía en el país.
José Antonio García empezó a jugar al pádel en 1992, en su Tierra de Fuego
natal. Al principio participaba en los torneos patagónicos, tiempo durante el
que comenzó a trabajar también como profesor. En 1999, con 32 años, se mudó a
España para estar junto mi padre (minero gallego que emigró a Argentina tras la
Guerra Civil), que padecía cáncer. “Pasé 5 años sin jugar al pádel porque en
Galicia sencillamente no había pistas. Después encontré trabajo como socorrista
en Menorca (Islas Baleares), donde el pádel aún estaba arrancando pero crecía rápidamente”,
explica a Rusia Hoy.
La misma empresa que le contrató en Menorca le trasladó un tiempo después a la vecina Ibiza, donde empezó a trabajar en un amplio complejo deportivo (Can Coix), en el que se construyeron tres pistas de pádel y se fundó una escuela que hoy tiene más de 100 alumnos.
El circuito de pádel en Ibiza se ha convertido con el tiempo en uno de los más importantes de España, con torneos de 200 parejas, todo un logro en una isla tan pequeña.
Se puede afirmar pues, que a José Antonio le avala una sólida experiencia en la exportación de este deporte. Ahora no descarta mudarse a Rusia, en función de cómo evolucione su proyecto: “Estamos por donde tire la empresa, si hay que ir se va. Como soy de Tierra de Fuego, al frío estoy acostumbrado”.
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