¿Qué le ocurre al cuerpo humano al pasar un año en el espacio?

Los miembros que participarán en la misión de larga distancia a la EEI. De izquierda a derecha, Scott Kelly, Guennadi Pádalka y Mijaíl Kornienko en el cosmódromo de Baikonur. Fuente: Ria Novosti

Los miembros que participarán en la misión de larga distancia a la EEI. De izquierda a derecha, Scott Kelly, Guennadi Pádalka y Mijaíl Kornienko en el cosmódromo de Baikonur. Fuente: Ria Novosti

¿Por qué a los cosmonautas les cuesta tenerse en pie? ¿Cómo lidian con el hambre cuando están en el espacio? ¿Y cómo lo hacen para no perder visión? RBTH ha hablado con los científicos rusos que están realizando una investigación para desarrollar una misión en la Estación Espacial Internacional que durará un año.

La misión, que despegó el 27 de marzo rumbo a la Estación Espacial Internacional y durará un año, llevará a cabo 19 estudios médico-biológicos, de los cuales 14 forman parte del programa ruso. También se han previsto dos experimentos ruso-estadounidenses que realizarán los astronautas Mijaíl Kornienko y Scott Kelly de forma conjunta. La mayoría de las investigaciones están enfocadas a entrenar al hombre para completar vuelos de larga distancia y viajar a Marte.

Anteriormente se habían realizado algunas investigaciones que demostraron que la comida, en estado de ingravidez, no pesa y, por lo tanto, la sensación de hambre se experimenta con mayor frecuencia. Tal como ha explicado a RBTH el director científico del experimento, Borís Afonin, los cosmonautas practican una escasa actividad física, por lo que este aumento del apetito provoca que suban de peso.

En el espacio el sabor también varía. “Hay tipos de comida que a los cosmonautas les parecen ricos cuando realizamos los test en la Tierra, mientras que en el espacio no ocurre lo mismo. Los cosmonautas suelen quejarse de que no que disfrutan de la comida. Ahora solo falta determinar a qué se deben estos cambios en sus preferencias”, explica Borís Afonin.

Al regresar a la Tierra, los cosmonautas no corren a devorar un filete o una sopa de remolacha. “Su organismo necesita un periodo de adaptación porque al principio le resulta duro asimilar la comida habitual. Esto se debe a que, en estado de ingravidez, se pierde tono y la actividad muscular del aparato digestivo, básicamente los intestinos, ha perdido la costumbre de completar el tránsito intestinal”, concreta Afonin. 

El objetivo del experimento consiste en detectar qué partes del aparato gastrointestinal sufren más alteraciones y si hay riesgo de que se produzcan transformaciones patológicas. En un futuro los datos que arroje el experimento permitirán componer una dieta alimentaria óptima para los cosmonautas. 

El “Pulpo” tomará muestras sanguíneas

Durante este año los científicos también realizarán un atento seguimiento del metabolismo del cosmonauta ruso. Cada dos meses Kornienko se tomará muestras de sangre, pasará un reconocimiento con el “Pulpo”, un dispositivo específico, e irá cumplimentando un formulario con los datos de su consumo de agua y la cantidad de lo ingerido.

A partir de estos datos, los científicos lograrán determinar la influencia que ejerce la ingravidez sobre la condición hormonal e inmunológica del ser humano.

Hay otro un factor importante: la hipohidratación, es decir, la redistribución de las sustancias líquidas del organismo, la sangre en particular.

“La ingravidez provoca un desplazamiento importante del flujo sanguíneo, que se traslada desde la parte inferior del cuerpo hacia las áreas próximas a la cabeza. Los órganos, en concreto el corazón, empiezan a funcionar en modo de emergencia. Para adaptarse a la situación, el organismo reacciona eliminando el líquido sobrante. Por eso durante las primera horas de vuelo los cosmonautas experimentan un aumento de la diuresis”, explica Galina Vasílieva.

Tras el aterrizaje, se puede observar el efecto contrario. Al volver a un estado de gravitación, la sangre se precipita hacia la parte inferior del cuerpo, y ese es el motivo de que a los cosmonautas les resulte tan difícil tenerse en pie. Esta investigación contribuirá a facilitar el periodo de adaptación.  

Respiración asistida

El experimento “Abubilla”, que se centra en el estudio del sistema respiratorio, también estudia los efectos de la hipohidratación. Ahora, por primera vez, se llevará a cabo en estado de ingravidez.

El traslado del flujo sanguíneo hacia la parte superior del cuerpo provoca un aumento de la presión intracraneal.

Esta podría ser una de las causas del empeoramiento de la visión del que se quejan los cosmonautas. En la ingravidez los cosmonautas experimentan prácticamente las mismas sensaciones que una persona colgada de los pies.

La respiración asistida por este aparato proporciona un alivio de la presión del tórax y provoca un reflujo desde la cabeza, explica Alexander Suvórov, director del laboratorio.

“En estado de ingravidez los músculos del aparato respiratorio se debilitan igual que los músculos de las piernas, ya que resulta más fácil respirar. En el momento de inspirar, la máscara provoca una carga adicional y funciona como un peculiar aparato de entrenamiento”, explica Suvórov.

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Oleg Artémiev es un miembro de la tripulación de la Estación Espacial Internacional. Durante su estancia, Oleg ha posteado en su blog personal, en Twitter y en su cuenta de Instagram cómo es la vida cotidiana en el espacio.

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