Se ha producido una revisión de acuerdos y tratados entre Rusia y EE UU. Fuente: Reuters
El FACE, que establece una serie de limitaciones al equipamiento militar de los Estados, fue firmado en 1990 por los países de la OTAN y los miembros del Pacto de Varsovia. En 1999, se aprobó un texto adaptado que, teniendo en cuenta la ampliación de la OTAN, rebajaba los límites de equipamiento militar para los países de la alianza y permitía a Rusia poseer más equipamiento en el Cáucaso y al noroeste del país. Moscú ratificó el tratado adaptado (en 2004), pero de los 30 países que firmaron el documento solo tres siguieron su ejemplo: Bielorrusia, Kazajistán y Ucrania. En 2007, Rusia suspendió el cumplimiento de sus obligaciones dentro del tratado, aunque solo ahora Moscú lo ha abandonado definitivamente.
Entre Rusia y EE UU crece una incomprensión y una desconfianza que ya han puesto en duda el futuro del desarme nuclear. “El gobierno ruso, consciente de la hostilidad existente en el ambiente exterior, no considera posible seguir reduciendo su potencial nuclear”, comenta a RBTH Piotr Topychkanovel, coordinador del programa “Problemas de la no proliferación nuclear” del Centro Carnegie de Moscú,.
Por el contrario, lo más probable es que Moscú continúe desarrollando sus posibilidades nucleares. En este sentido, el Ministerio de Defensa ruso ha informado del éxito de las últimas pruebas del nuevo misil balístico intercontinental Rubezh y está dispuesto a aprobar su uso en el ejército. El vice primer ministro Dmitri Rogozin ya lo ha bautizado como “el asesino de la defensa antimisiles”.
Han empeorado también las condiciones en la cooperación ruso-estadounidense en el ámbito de la no proliferación nuclear.
Según el periódico Kommersant, más de un 40 % de los participantes del Congreso Internacional para las Cuestiones de la No Proliferación Nuclear que se celebró a finales de marzo en la Fundación Carnegie opinan que durante los próximos dos años o bien Rusia o bien EE UU saldrán de los tratados existentes más importantes en el ámbito del control del armamento.
En cumplimiento del acuerdo INF, la URSS destruyó 1.752 misiles y decomisó 845 lanzaderas, tres instalaciones de producción y 69 bases de misiles. Mientras que los EE UU desmantelaron 850 misiles de alcance medio y corto, 283 lanzaderas, siete plantas de producción y nueve bases de misiles.
Según el director del Instituto de Estados Unidos y Canadá de la Academia Rusa de ciencias, Serguéi Rogov, en estos momentos el empeoramiento de las relaciones entre la Rusia y EE UU ha llegado al límite y ya puede hablarse de una nueva guerra fría.
“El régimen de control del armamento se encuentra amenazado. Los tratados como INF o START penden de un hilo. El tratado INF podría dejar de existir antes de finales de 2015. Todo el régimen desarrollado durante la guerra fría se está desmoronando. Si comienza a haber una rivalidad sin normas, podríamos volver a los tiempos de la crisis de los misiles en Cuba y a hacer equilibrios al borde de la guerra”, advierte el experto durante una rueda de prensa en la agencia de información Rossiya Segodnia.
Piotr Topychkanov se muestra más optimista: “La acumulación de fuerzas convencionales ya está en marcha. Pero eso no debería empujar obligatoriamente a Rusia a salirse del Tratado INF. Existen otros modos de reaccionar a esto, sobre todo en el ámbito de las fuerzas convencionales.
Los enfoques deben revisarse
El socio gestor de la agencia analítica Política Exterior Andréi Sushentsov comenta a RBTH que existen distintos escenarios para el desarrollo de las relaciones ruso-estadounidenses.
El peor de todos ellos es la continuación de la política de aislamiento de Rusia y del refuerzo de las sanciones. Sin embargo, según el experto, Moscú y Washington desean más bien evitar este desarrollo de los acontecimientos. Es precisamente por esta reticencia que la administración de Barack Obama se niega insistentemente a aprobar el envío de cantidades ingentes de armas letales a Ucrania, en contra de la mayoría republicana del Congreso.
Un escenario más moderado contemplaría que las relaciones entre Washington y Moscú se desarrollen del mismo modo que las relaciones entre EE UU y China. “En su estrategia para la seguridad nacional, Estados Unidos indica como uno de sus objetivos principales no permitir valoraciones incorrectas del comportamiento de China”, comenta Andréi Sushentsov.
Según el experto, la actual crisis ha sido posible porque EE UU no ha mostrado esta cautela con respecto a Rusia durante los últimos 20 años. “Cree que Rusia se encuentra en decadencia y que no tendrá otra opción que aceptar un papel de poca relevancia en la comunidad euroatlántica bajo las condiciones de la OTAN – continúa Andréi Sushentsov. – Cuando EE UU tome conciencia de esta equivocación, comenzará una nueva etapa en las relaciones ruso-estadounidenses”.
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