“Todos deben comprometerse a reducir las emisiones de gases”

La fábrica de Nizhnekamsk, una de las mayores plantas petroquímicas de Europa, se dedica a la producción de plástico y goma sintética. Fuente: Slava Stepánov / GELIO

La fábrica de Nizhnekamsk, una de las mayores plantas petroquímicas de Europa, se dedica a la producción de plástico y goma sintética. Fuente: Slava Stepánov / GELIO

El 1 de diciembre se inauguró en Lima la vigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Entrevista a Alexander Bedritskii el enviado especial de Rusia en cambio climático.

¿Cuál es la propuesta de Rusia para este nuevo documento que sustituirá al Protocolo de Kioto?

Creemos que todos los países miembros de la Convención deberían suscribir el nuevo acuerdo y que este debería centrarse en las medidas que garanticen una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

En segundo lugar, creemos que estas medidas deben encaminarse a la adaptación de los países para el cambio climático. Además, nos parece que el nuevo pacto debería tener un carácter jurídico vinculante y los compromisos adoptados por los países para reducir sus emisiones deberían constituir una parte irrenunciable del acuerdo.

Proponemos diferentes grados de compromiso: unos objetivos cuantificados para los países desarrollados y, para los países en vías de desarrollo, la puesta en marcha medidas que, sin establecer límites cuantitativos, conduzcan al desarrollo de su economía y a un avance tecnológico que reduzca las emisiones de este tipo de gases. Estamos convencidos de que los acuerdos no vinculantes a nivel jurídico no surten ningún efecto.

Parece que hay posiciones contrarias. ¿Será posible alcanzar un compromiso?

El mejor documento posible en este caso sería un nuevo protocolo, elaborado por la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático, que fije una serie de obligaciones de alcance internacional. Pero existe la posibilidad de que se convierta en una mera declaración de principios con compromisos nacionales no vinculantes.

Para Rusia, esta opción no cambiaría nada. Nosotros nos hemos pronunciado sobre la reducción de emisiones para el año 2030 y, el año pasado, se aprobó un decreto presidencial por el que se Rusia se pone de plazo hasta 2020 para reducir el nivel de emisiones de gases con efecto invernadero hasta un 75 % de los niveles registrados en 1990, indicador que servirá de base al desarrollo económico.

Si se cumplen las previsiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) con respecto al aumento del nivel del mar y, en las próximas décadas, se inundan islas y territorios de todo el mundo, ¿estará Rusia dispuesta a ofrecer ayuda a los países afectados, por ejemplo, cediendo parte de su territorio? 

Según el grupo IPCC de las Naciones Unidas, el nivel del mar crecerá 60 cm hasta finales del siglo XXI. Sin duda esto supone una amenaza para los pequeños Estados insulares y para los que tienen grandes zonas costeras, incluida una parte de nuestro país.

Pero, por otra parte, la migración no solo depende de los factores climáticos. Por ejemplo, la migración de África a Europa no tiene nada que ver con el clima, sino más bien con factores como la pobreza, la falta de víveres, la falta de acceso al agua y a la energía. Hay todo un abanico de causas.

Otro aspecto a destacar del pronóstico es el descenso de la fertilidad de la tierra en muchos países del sur a causa de la sequía y la degradación de la tierra. Rusia podría abastecer de productos agrícolas a los países más afectados. ¿Están ustedes preparados para un escenario similar? 

El problema es que los expertos no atribuyen consecuencias unívocamente negativas o positivas al aumento de las temperaturas. Para Rusia, según nuestros expertos, en determinadas condiciones se podría producir también un aumento de la fertilidad de la tierra y un cambio estructural de la producción agrícola, puesto que la frontera norte se desplazará.

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Pero si no se toman medidas para mantener la calidad de las tierras que hoy son fértiles, el aumento de la temperatura y la redistribución de la humedad podrían conducir a una disminución de la productividad.  Por otra parte, nuestras regiones del sur, como consecuencia de la redistribución geográfica de las lluvias, están en riesgo de desertificación, lo que ya se puede observar ahora. Tenemos que estar preparados para ello.

Científicos rusos han determinado que los agujeros de Yamalse formaron como resultado de la degradación del permafrost, una capa de hielo permanente, probablemente debido a un aumento de las temperaturas. En el Ártico ruso vive a una parte considerable de toda la población ártica mundial, se han instalado grandes empresas y levantado ciudades de gran tamaño. Siendo así, ¿se podría desatar una oleada de catástrofes ecológicas e industriales en el norte ruso en los próximos años?

El aumento de la temperatura del permafrost constituye un grave problema, puesto que esta zona ocupa aproximadamente el 60% del territorio de Rusia. El cambio de la temperatura del suelo provocaría también cambios en las características del terreno. Esto supone una amenaza para la estabilidad de obras de ingeniería: puentes, carreteras, edificios, etc. Debemos controlar el estado del permafrost y ajustar los códigos de edificación para reforzar estas obras y ampliar su vida útil.

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