La exportación de armas rusas alcanza los 5.600 millones de dólares en el primer semestre

Los datos muestran que el volumen sigue en niveles similares a 2013, año de mayores ventas en la historia del país. Fuente: AP

Los datos muestran que el volumen sigue en niveles similares a 2013, año de mayores ventas en la historia del país. Fuente: AP

A principios del mes de julio Vladímir Putin dio a conocer los resultados de la exportación militar rusa durante los primeros seis meses de 2014. Los datos muestran que este año el suministro armamentístico se está manteniendo a un nivel bastante elevado.

La exportación de estos primeros seis meses asciende a unos 5.600 millones de dólares. Más significativa aún resulta otra de las cifras publicadas: la cartera de contratos cerrados por los exportadores rusos ha alcanzado un nivel sin precedentes de 50.000 millones de dólares. Esto significa que, si se mantiene el volumen de suministros de 2013 (lo que equivale a 15.000 millones de dólares), las empresas acumulan trabajo para tres años. El año pasado no solo el suministro alcanzó unas cifras récord, sino también el número de nuevas contrataciones. El valor de los nuevos acuerdos cerrados alcanzó, al parecer, los 18.000 millones de dólares, lo que constituye también un récord.

La exportación de armamento es realmente un sector en el que Rusia está mostrando un progreso que supera con creces su potencial industrial y tecnológico real. 

Ni nuevo ni barato

Este fenómeno no tiene una explicación sencilla. Los principales motores de crecimiento de la exportación militar en la década del 2000 y más aún en los años 90 se han agotado ya o están a punto de hacerlo.

En primer lugar, han empeorado drásticamente las condiciones de trabajo en los mercados ancla de China y la India, que en los mejores años abarcaban hasta el 80% del suministro ruso. China está desarrollando su propia industria de defensa nacional a un ritmo vertiginoso, mientras que la India promueve una política de diversificación de las fuentes extranjeras de armamento.

El potencial de modernización de los sistemas de defensa de fabricación soviética está en declive. Esto significa que incluso la venta de cazas, submarinos y tanques sometidos a una profunda modernización, pero cuyo diseño fue concebido en los años 60-80 del siglo pasado, se hace cada vez más difícil. Y la mayoría de los sistemas de nueva generación que se están desarrollando ahora no están listos aún para una exportación inminente.

Otro de los factores que caracterizaban la alta competitividad del armamento ruso —su relativo bajo coste— también es cosa del pasado. La alta inflación industrial y los crecientes costes han ejercido una fuerte influencia en el crecimiento de los precios del armamento ruso.

Ha quedado atrás también la que fue una eficiente herramienta de promoción para la tecnología militar rusa en el mercado mundial: el suministro de armas con cargo a la liquidación de la deuda soviética.

En años puntuales, la proporción de tales suministros alcanzó el 22% del valor total de las exportaciones militares y el uso de dicho mecanismo permitió a Rusia penetrar en mercados de difícil acceso —en términos políticos— para Moscú como el surcoreano o el de los estados centroeuropeos incluidos en la OTAN, especialmente Hungría. Pero la deuda soviética ya está saldada y, por consiguiente, ya no es posible hacer uso del mecanismo de liquidación de deuda a costa del suministro de armamento. 

No a los créditos

Rusia es reacia a conceder créditos a sus clientes. En contra de la opinión extendida, Moscú muestra bastante cautela en la concesión de créditos para la compra de tecnología militar de fabricación rusa. Actualmente, la concesión de estos créditos viene precedida por un análisis exhaustivo de la solvencia del prestatario. De modo que de la cartera de contratos actual (cuyo valor se estima en 50.000 millones de dólares) probablemente solo entre un cinco y un siete por ciento se financia a base de créditos rusos.

Tampoco resulta tan beneficiosa para la exportación la adquisición a gran escala de armamento promovida por el Ministerio de Defensa ruso en los último cuatro o cinco años. Suele pensarse que la existencia de un pedido interno de un modelo de equipamiento armamentístico determinado facilita su salida al mercado exterior. Sin embargo, en la práctica aún no se ha confirmado la veracidad de esta afirmación, en apariencia tan lógica y evidente.

Desde 1996 la India, Malasia y Argelia han encargado casi 300 cazas Su-30MKI, antes de que las fuerzas armadas rusas adquiriesen estos aparatos en 2012. Mientras que el modelo más moderno Su-35, que ya cuenta con un pedido de 48 unidades de las fuerzas aéreas rusas, aún no se ha vendido en el exterior. 

Lo importante es la imagen del vendedor

Parece que los factores fundamentales no favorecen el fortalecimiento de la posición de Rusia en el mercado armamentístico. Sin embargo, la exportación crece en términos nominales y, como mínimo, no disminuye en volumen real.

¿Entonces, que es lo que mueve las ventas? Hay un explicación coherente para ello: la exportación militar rusa se mantiene a altos niveles gracias a una dura, por no decir agresiva, e independiente política exterior. El armamento es un producto muy específico. La imagen política exterior del vendedor, así como la percepción que tiene el comprador de su poder a nivel global, resultan incluso más importantes que las propiedades ‘de consumo’ de la mercancía y que el precio.

Las mayores ventas de armas rusas en 2013

Y en este sentido, parece que la concesión de asilo a Edward Snowden, el apoyo a Basher Al-Asad y la reunificación de Crimea compensan a ojos del importador la brecha tecnológica que separa a Rusia de Europa o de una China increíblemente poderosa en términos industriales y financieros.

La soberanía real (y no solo declarada, como la de los satélites europeos de EE UU) de Rusia constituye el principal estímulo para la compra de armamento ruso por parte del resto de países.

Konstantín Makienko es vicedirector general del Centro de Análisis Estratégico y Tecnológico.

Versión abreviada. Texto publicado originalmente en VPK. 

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