El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen. Fuente: AFP / East News
En lugar de acudir a la reunión de abril, la Alianza del Atlántico Norte decidió congelar la cooperación civil y militar con Moscú, aunque acordaron que en caso de la necesidad de iniciar un diálogo político en el Consejo Rusia-OTAN se podría convocar una reunión de embajadores.
Fue Moscú quien propuso tras la tragedia de Odesa la idea de celebrar esta asamblea extraordinaria del Consejo Rusia-OTAN y dedicarla a la situación en Ucrania. Durante mucho tiempo se ha intentado fijar una fecha: a pesar de que Rusia insistía en reunirse lo antes posible, la alianza proponía el 27 de mayo.
El ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Serguéi Lavrov, argumentaba de este modo la reticencia de Rusia a aceptar la propuesta de la OTAN: “Justo después de Odesa estuvimos durante más de un mes exigiendo la convocatoria del Consejo Rusia-OTAN abiertamente, mirando a la cara a nuestros socios, para tratar las causas de todo lo sucedido. Los miembros de la OTAN se negaban a convocar el Consejo y sólo cuando les recordamos que estamos dispuestos a llegar a un acuerdo, ellos nos dijeron que estaban dispuestos a reunirse, pero no hasta el 27 de mayo. Esto estaba previsto para legitimar las elecciones convocadas el 25 de mayo, de ello no nos cabe ninguna duda”. Este desarrollo de los acontecimientos no ha sido del agrado de Moscú.
Sea como sea, finalmente se pudo celebrar la reunión entre los embajadores de los 29 países (todos los miembros de la OTAN más Rusia).
De parte de Rusia participó su representante permanente ante la OTAN, Alexander Grushkó. “La reunión que se celebra hoy estará destinada al debate acerca de la seguridad en Ucrania, - declaraba Grushkó a RBTH. – Junto a las fronteras de Rusia se está desencadenando una guerra y hemos juzgado necesario hacer todos los esfuerzos posibles para poner fin a la violencia y llevar la situación hacia un cauce pacífico, hacia las negociaciones. Hemos instado a los miembros del Consejo a que exijan al gobierno de Kiev que detenga inmediatamente la operación represora en el sureste del país y que cumpla el acuerdo de Ginebra del 17 de abril, así como la hoja de ruta de la OSCE”.
En opinión de Grushkó, esto habría podido detener “esta operación especial de los militares ucranianos para aplacar las protestas por el golpe de Estado del 22 de febrero, que ya ha provocado decenas de víctimas”. Y más tarde iniciar un auténtico diálogo nacional en Ucrania y acordar una reforma constitucional aceptable para todas las partes del conflicto.
“Hemos recordado a los miembros del Consejo Rusia-OTAN que en febrero la Alianza instó al gobierno ucraniano a detener inmediatamente la violencia, subrayando que era inaceptable la injerencia de las fuerzas armadas en el proceso político, - continuó Grushkó.- No vemos ninguna razón que impida que puedan repetir estas declaraciones ahora”.
El representante permanente de Rusia hizo hincapié en el hecho de que la OTAN ofrece a Kiev (su “socio para la paz”) asistencia técnica, fomentando que el nuevo gobierno ucraniano continúe sus acciones militares. De este modo, según Alexander Grushkó, la Alianza es en parte responsable del agravamiento de la situación y del fracaso del proceso político.
Evidentemente, Grushkó no pudo evitar señalar la actividad sin precedentes de la OTAN en las inmediaciones de las fronteras rusas: “Esta actividad ha sido excesiva e inadecuada, contribuye a debilitar la estabilidad, la seguridad y la previsibilidad en la región euroatlántica. Está claro que esta demostración de su peso militar, aparte del aumento de los costes militares, es algo contraproducente. Es un callejón sin salida, porque este tipo de acciones únicamente implican una tensión creciente en la región y socavan el sistema de seguridad existente”.
Grushkó advertía a sus colegas del Consejo Rusia-OTAN que si la Alianza continuaba introduciendo grandes cantidades de tropas en los países de Europa Central y del Este, Rusia tomaría estas acciones como una violación de sus obligaciones estipuladas en los acuerdos existentes con Rusia. En ese caso, una de las posibles opciones según Grushkó sería la salida de Rusia del Acta Fundacional Rusia-OTAN.
“En las cuestiones militares, como saben, se toman en cuenta los potenciales y no los propósitos, que pueden ser cambiantes, tal y como han demostrado los últimos acontecimientos. Por esta razón, si vemos que la nueva actitud de la OTAN respecto a Rusia consiste en emprender acciones militares y avanzar con su potencial militar hacia el este, nosotros tomaremos las medidas necesarias para garantizar la seguridad de Rusia”, declaraba Grushkó.
“En general, las negociaciones han resultado bastante complejas, aunque ha habido interés. Todos los miembros del Consejo han hablado. Esperamos que esto pueda dar algún resultado”, concluye el representante permanente de Rusia.
En cualquier caso, los participantes de la asamblea valoraron positivamente la retirada de las tropas rusas de las regiones cercanas a la frontera con Ucrania, aunque solicitaron que este paso fuera acompañado de medidas de transparencia adicionales.
Por su parte, Rusia señaló la comprensión de la OTAN respecto a la necesidad de cumplir el acuerdo de Ginebra y su reconocimiento de que la única salida de la crisis pasa por una regulación política y diplomática, si bien es cierto que nadie propuso fijar una fecha para la siguiente asamblea del Consejo Rusia-OTAN.
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