En marzo de 2011 un terremoto de gran potencia sacudió Japón. Fuente: EPA
Durante la existencia delInstituto de Problemas del Desarrollo Seguro de la Energía Atómica (IBRAE), ¿han requerido su experiencia colegas extranjeros para pedirle que mostrara lo que se puede hacer en una situación crítica en la planta, o cómo prepararse para accidentes graves?
El Instituto cumple este año su 25.º aniversario y desde los primeros años de existencia, hemos compartido nuestra experiencia con diversas organizaciones en diferentes países.
En 1989 se organizó el primer intercambio sustancial de opiniones sobre todos los aspectos del accidente de Chernóbil. Durante muchos años hemos colaborado con el Instituto Francés de Protección Radiológica y Seguridad Nuclear, con la Comisión Reguladora Nuclear de EE UU y con la Sociedad Alemana de Seguridad Nuclear.
Por ejemplo, en el estudio francés llamado Becquerel, de la década de 1990, se diseñó la explosión simulada de un reactor de investigación en Saclay, cerca de París, y se elaboró según la experiencia de Chernóbil.
Y debo decir que gracias a estas pruebas se descubrieron los graves problemas en el sistema francés de reacción ante accidentes radiactivos.
Para EE UU hemos perfeccionado gran cantidad de códigos informáticos especiales para accidentes graves en centrales nucleares. Uno de esto, con el nombre de Melkor, se acaba de volver a inscribir por el Instituto de Problemas del Desarrollo Seguro de la Energía Atómica, en colaboración con el Laboratorio Nacional de Sandia.
Con la Oficina de Cooperación Internacional del Departamento de Energía de EE UU mejoramos conjuntamente el sistema global en el ámbito de respuesta a emergencias. A modo de ejemplo, puedo informar de que el Diccionario para interactuar con el público y la prensa en el momento del accidente desarrollado por nosotros, fue muy popular en Estados Unidos.
¿Fue útil el conocimiento del caso de Chernóbil para Fukushima?
Es una pregunta difícil, requiere un poco de inmersión en la historia. El hecho es que durante muchas décadas en una situación de accidente severo, la tarea más importante ha sido proteger a los trabajadores de las plantas y a las personas que viven alrededor de la planta nuclear.
La experiencia de los accidentes pasados, incluyendo Fukushima, demostró que el objetivo no se aplicó con exactitud. Durante el tiempo de vida de la industria de la energía nuclear, teniendo en cuenta los accidentes graves, los efectos sobre la salud son de menor magnitud que en cualquier otro sector de la energía o la industria.
Sin embargo, nos olvidamos rápido de los accidentes causados por el hombre y de los desastres naturales, mientras que los accidentes nucleares dejan una profunda cicatriz en la historia del país y de la humanidad.
La razón no está en las consecuencias médicas, sino en la colosal crisis, tanto social como económica, psicológica e incluso política, a la que se somete toda la sociedad.
Echemos un vistazo a la situación en Japón. La población de la región en torno a la central nuclear Fukushima-1 no se vio en absoluto afectada por el accidente, la dosis de radiación en los seres humanos equivale a cero, y esto fue reconocido por las organizaciones internacionales más conservadoras, la Agencia de EE UU para la Protección del Medio Ambiente, la más "verde" por así decirlo, de todas las agencias del Gobierno de EE UU.
Pero hay que tener conciencia que lo peor de un accidente en una central nuclear no son las consecuencias radiológicas, sino el inconmensurable peligro de una reacción de pánico y de “radiofobia” en la sociedad.
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