A finales de la década del 2000, Meshchanínova era una de las directoras de Escuela, un crudo pseudo-documental en formato de serie de televisión que el Canal 1 retransmitió en horario de máxima audiencia. Entonces Natalia estuvo eclipsada por su compañera Valeria Gay Guermanika, y no es de extrañar, ya que esta directora había ganado el reconocimiento europeo gracias al estreno de su película, Everybody Dies But Me (2008) en el Festival de Cannes.
En general, los estilos de Guermanika y Meshchanínova eran muy similares, quizá porque recibieron formación de la documentalista rusa Marina Razbézhkina. Como Everybody Dies But Me, el primer largometraje de Meshchanínova The Hope Factory, es una dura historia sobre el crecimiento en un desalentador contexto industrial. La directora situó la película en su ciudad natal, Norilsk, que se encuentra más allá del Círculo Polar, con una atmósfera tan triste y desesperante como la contaminación que cubre el paisaje.
Su manera pseudo-documental de rodar, llena de autenticidad e interesada en cuestiones sociales coloca a Meshchanínova en la tradición del cine de autor, que trata de describir situaciones extremas. El tema que trata es muy típico de festivales y en 2014 la película se estrenó en uno muy prestigioso para los filmes primerizos: el Festival de Rotterdam.
Desde entonces Meshchanínova ha trabajado en televisión, como directora del remake ruso de la serie española Pulseras rojas. El año pasado escribió el guion para la película Arrhythmia, de Borís Jlébnikov, que se estrenará en unos meses.