“Entré en el rodaje por casualidad, me llamaron para un casting. Me escogieron por ser gimnasta profesional y porque tengo muy buen sistema vestibular –comenta Anastasia-. Bailar en gravedad cero es muy difícil, ya que no calculas en absoluto dónde te encuentras, cómo moverte ni qué hacer”. Según cuenta, en gravedad cero es imposible controlar el cuerpo. Por esta razón el equipo tuvo que repetir una gran cantidad de tomas.
Anastasia y su compañera de rodaje, Tatiana Miasnikova, comenzaron a entrenar en gravedad cero dos semanas antes de comenzar el proyecto. Las gimnastas entrenaron con instructores en un avión vacío, sin atrezo ni decoración, de S7. Según Burdina, no se trataba tanto de entrenamientos como de sesiones para acostumbrarse a la ingravidez, en las que el objetivo era aprender a sentir su cuerpo y a no lesionarse a sí mismas ni a los demás.
El rodaje no resultó tan duro para las acróbatas, acostumbradas a este tipo de ejercicio, como para el resto del equipo de rodaje. “Debido a los cambios de aceleración en el avión, muchos miembros del equipo se encontraban mal –recuerda la gimnasta-. En comparación con los chicos de OK Go, nosotras nos encontrábamos perfectamente. Pero todos los del grupo iba siempre con bolsas en la mano, estaban blancos o verdes”.
Sin embargo, a pesar de las complicaciones del rodaje, a Burdina no le importaría repetir la experiencia: “¡Es una sensación incomparable, sencillamente increíble! Estamos contentas de haber podido participar en ello”.
Fotografías del rodaje aquí.
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