La fascinante historia de un salón de té del siglo XIX.
Maxim Blinov / RIA NovostiA finales del siglo XIX, el Imperio ruso se dedicó a fortalecer activamente las relaciones con China, deterioradas por conflictos internos y disensiones. Los chinos eran conocidos por proveer al mercado ruso con té, seda, algodón y porcelana.
Preocupado por la creciente actividad de las potencias europeas en China y sus vecinos del Lejano Oriente, el gobierno ruso decidió en 1890 tender unas vías de ferrocarril que llegaran a la costa del mar Amarillo (hacia Vladivostok). Pretendía fortalecer la presencia rusa en la región e impulsar las relaciones comerciales con China. Por propuesta del ministro de finanzas, Serguéi Vitte, se decidió que el ferrocarril atravesaría la región de Manchuria. Solo faltaba el consentimiento del gobierno chino.
En 1896 estaba prevista la coronación de Nicolás II en Moscú, a la cual se había invitado a Li Hongzhang, el ministro de Exteriores chino, como invitado de honor del Imperio chino. Su llegada se preparó concienzudamente, pues de ella dependían en gran parte los futuros acuerdos comerciales y, lo que era más importante, la construcción del ferrocarril en Oriente. Los funcionarios se batieron la cabeza pensando dónde sería mejor recibirlo y alojarlo.
En aquella época, las dos compañías más importantes de té pertenecían a dos hermanos: Serguéi y Simión Perlov. Cada uno tenía su negocio y ambos querían recibir a Li Hongzhang, tanto para impulsar nuevos sobre el té, como para mejorar la imagen de su negocio de cara al gobierno ruso, que en un futuro podría premiarlos por sus servicios al Estado.
Los hermanos iniciaron una contienda por ver quién podría recibirlo mejor. Serguéi decidió erigir un palacio al estilo chino digno de un cónsul. El arquitecto Karl Guippius creó una obra de arte arquitectónica: un edificio de amplias cornisas, ventanas de colores, campanitas, y con una decoración principal en forma de pagoda al aire con un tejado de tejas encorvadas. El interior contaba con muebles de estilo chino y jarrones de suelo de porcelana. Todo traído directamente del país asiático. Serguéi ganó la competición pero por algún motivo el cónsul decidió alojarse en casa de su hermano Simión en la calle Pérvaya Meschanskaya, a pesar de que esta no tenía ni punto de comparación con el edén que había construido su hermano. La elección se debió a una costumbre de la tradicional china, que da prioridad a la persona de mayor edad.
El cónsul también estuvo en la calle Miasnítskaya y se sintió halagado al ver cómo se habían preparado para su llegada los comerciantes y arquitectos. Nicolás II expresó su agradecimiento a los hermanos, y desde entonces el comercio del té se reactivó con mayor intensidad.
Dos semanas después de la coronación del emperador Nicolás se firmó el esperado acuerdo entre ambos imperios que daba derecho a Rusia a construir una línea de ferrocarril a través de Manchuria.
El propio edificio de Serguéi Perlov se convirtió en el rasgo distintivo de su empresa que, con su fisionomía fuera de lo común, atrajo aún a más compradores que antes de la llegada del cónsul chino.
Alexander Shcherbak/TASS
Actualmente la tienda sigue abierta. En la planta baja se localiza la tienda y en la segunda, una cafetería. El edificio ha presenciado la revolución, diferentes guerras y su transformación en apartamentos comunales y de nuevo en tienda. En 2015 se restauró dejando intacto su aspecto original.
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