Cuando Pablo Neruda cantó a Stalingrado

Pablo Neruda.

Pablo Neruda.

Foto de archivo
Mientras Pablo Neruda era cónsul general en México, la electrizante resistencia numantina de Stalingrado ante la 'Wehrmacht' despertó una oleada de simpatía a nivel internacional hacia los ciudadanos de la Unión Soviética. El que sería Premio Nobel de Literatura 1971. “El más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”, según Gabriel García Márquez, le dedicó unos conmovedores poemas a la ciudad de Stalingrado

Los textos inéditos se encuentran en una de las cajas fuertes de la Fundación Pablo Neruda, en Santiago de Chile, bajo temperatura controlada y en varias cajas de conservación especiales repletas de cuadernos con páginas manuscritas o mecanografiadas de toda su obra. La Fundación, las recibió en 1987 tras la muerte de Matilde Urrutia, tercera esposa del maestro de las Letras. 

El autor chileno, creador de la imprescindible Veinte poemas de amor y una canción desesperada las líricas memorias Confieso que he vivido fue además un destacado activista político, senador, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Chile, precandidato a la presidencia de su país y embajador de Chile.

Durante la Gran Guerra Patriótica, Neruda (que se adhirió a la causa comunista durante la Guerra Civil Española) se volcó en la producción de textos épicos y explícitamente militantes.

En 1941 los alemanes habían cercado Leningrado. Aunque parecía que nada podría salvar a la ciudad de la furibunda ofensiva germana, esta se encontró una fuerte resistencia. Este episodio motivó su escrito: Miro a las puertas de Leningrado como miré a las puertas de Madrid, del que reproducimos un fragamento.

“Y miro a las puertas de Leningrado como miré a las puertas de Madrid, la charca de sangre de donde puede salir la nueva salvación terrestre, y acongojado hasta el fondo con tantos dolores de la humanidad e iluminado por las esperanzas que nacen de la sangre de la gran nación patriótica y heroica defendida de los bárbaros invasores por millones de corazones rojos”.

Impulsado por este, escribiría más tarde el poema 7 de noviembre. Oda a un día de victorias, inspirado en la resistencia de Leningrado y también en la conmemoración del 24º aniversario de la Revolución de 1917, ambos festejados en la URSS el 7 de noviembre de 1941.

Mientras Neruda es cónsul general en México, la electrizante resistencia numantina de Stalingrado ante la Wehrmacht despierta una oleada de simpatías a nivel internacional hacia los ciudadanos de la Unión Soviética.

En el país azteca se organizaron actos de apoyo y el 30 de septiembre de 1942, la Asociación de Amigos de la URSS acogía un acto organizado por el Sindicato Mexicano de Electricistas. Allí Neruda leía un nuevo poema, un canto de amor y de rabia que decía al pueblo soviético que no estaban solos, que su combate provocaba ecos en los corazones de millones de seres humanos en el mundo. El texto sería reproducido en afiches y pegado en las murallas de Ciudad de México, como explica Adriane Vidal Costa.

Ciudad, Stalingrado, no podemos
llegar a tus murallas, estamos lejos.
Somos los mexicanos, somos los araucanos,
somos los patagones, somos los guaraníes,
somos los uruguayos, somos los chilenos,
somos millones de hombres.

Ya tenemos por suerte deudos en la familia,
pero aún no llegamos a defenderte, madre.
Ciudad, ciudad de fuego, resiste hasta que un día
lleguemos, indios náufragos, a tocar tus murallas
como un beso de hijos que esperaban llegar.
Stalingrado, aún no hay Segundo Frente,
pero no caerás aunque el hierro y el fuego
te muerdan día y noche.

Este poema, lamento por sola a la ciudad de Stalingrado, provocó fuertes controversias entre aquellos que, como el diario Novedades, creían que las calles no eran lugares para empapelar poesía y menos aún para poesía política. En otro nivel, para los abanderados de la “poesía pura”, esta obra era una profanación en toda regla de la Poesía. En respuesta a esas provocaciones y en homenaje a la victoria soviética, el incombustible Neruda redactaría su Nuevo canto de amor a Stalingrado:

Yo escribí sobre el tiempo y sobre el agua,
describí el luto y su metal morado,
yo escribí sobre el cielo y la manzana,
ahora escribo sobre Stalingrado.

Deshechas van las invasoras manos,
triturados los ojos del soldado,
están llenos de sangre los zapatos
que pisaron tu puerta, Stalingrado.

Tu acero azul de orgullo construido,
tu pelo de planetas coronados,
tu baluarte de panes divididos,
tu frontera sombría, Stalingrado.

Vídeo. Pablo Neruda recita “Nuevo canto de amor a Stalingrado”

A finales del 44, cuando el Ejército ruso penetraba en territorio alemán, más precisamente en la Prusia Oriental, Neruda redactó, en homenaje a la hazaña bélica de los rusos, un poema titulado “Canto al Ejército Rojo a su llegada a las puertas de Prusia”, último poema en exaltar la épica actuación de la URSS durante la Gran Guerra Patriótica.

El Ejército Rojo en las puertas de Prusia. ¡Oíd, oíd!
oscuros, humillados, héroes radiantes de corona caída,
oíd, aldeas deshechas y taladas y rotas,
oíd, campos de Ucrania donde la espiga puede renacer con orgullo,
oíd, martirizados, ahorcados, oíd, guerrilleros muertos tiesos
bajo la escarcha con las manos que muerden todavía el fusil,
oíd, muchachas, niños desamparados, oíd, cenizas sagradas
de Pushkin y Tolstói, de Pedro y Suvorov,
oíd, en esta altura meridiana el sonido
que en las puertas de Prusia golpea como un trueno.

Casi un año después la bandera de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas ondeaba sobre el Reichstag berlinés.

Neruda defendería que, gracias a la URSS, el imperio nazi había sido destruido y llegaría a afirmar que los soviéticos constituyeron la garantía no sólo de la libertad de los países europeos, sino también de la de los países latinoamericanos, ya que “si la Unión Soviética no hubiese dado su sangre, su inteligencia, su coraje desesperado y su firmeza inagotable para terminar con el imperio nazi, la independencia de los países latinoamericanos sería en esta hora un sueño del pasado”.

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