5 escritores rusos que lucharon por normalizar el sexo

Serguéi Guerásimov/Estudio cinematográfico de Gorki, 1957
El sexo y el amor físico fueron en su día tabúes en la cultura y la literatura rusas. Pero algunos escritores y poetas trataron de desestigmatizar el amor físico, condimentando sus obras con descripciones francas de la intimidad sexual y la pasión. Era un desafío mostrar el amor carnal.

1. Iván Bunin

Retrato de Iván Bunin, por Vladímir Rossinski, 1915.

“Cada uno de nosotros tiene probablemente algún recuerdo de un amor especialmente querido o de algún pecado de amor especialmente grave”, deía el Premio Nobel Iván Bunin. Para que esos recuerdos fueran duraderos, Bunin los compartía con sus lectores. Su emblemática colección de relatos, titulada Avenidas oscuras, es probablemente el fresco más rico de relaciones románticas y amor físico de la historia de la literatura rusa clásica.

En la obra el placer, la lujuria y la pasión están muy presentes pero no hay escenas de sexo explícito ni representaciones de un coito físico completo. Los relatos se escribieron en la década de 1940. A Bunin le interesa sobre todo el “antes y el después” del sexo.

“Besó suavemente su mejilla caliente; ella no respondió al beso y él pensó que le daba silenciosamente su consentimiento a todo lo que pudiera seguir. Separó sus piernas, su calor tierno y caliente - ella se limitó a suspirar en su sueño, se estiró débilmente y echó la mano detrás de la cabeza…”

2. Nikolái Karamzín

Retrato de Nikolái Karamzín, por Vasili Tropinin, 1818.

Karamzín escribió La pobre Liza en 1792, poco después de regresar de un largo viaje al por fuera de Rusia. Se adelantó mucho a su tiempo en materia de emociones humanas, y mezcló la literatura rusa seria con una saludable dosis de sentimentalismo. Karamzín fue el primero en mostrar que las debilidades y pasiones humanas merecen la simpatía y el apoyo de los lectores. Más aún cuando las jóvenes caen en una trampa amorosa.
Un próspero noble seduce a una campesina de 17 años llamada Liza.

“Erast sintió una extraordinaria excitación en su sangre - nunca antes Liza le había parecido tan encantadora - nunca antes sus caricias le habían conmovido tanto - nunca sus besos habían sido tan ardientes - ella no sabía nada, no sospechaba nada, no tenía miedo de nada - la oscuridad de la noche alimentaba los deseos - ni una sola estrella brillaba en el cielo - ningún rayo podía iluminar el engaño”.

La secreta relación amorosa no dura mucho tiempo. El hombre se casa con una mujer rica para saldar deudas, mientras que Liza no hará otra cosa que lamentarse, llegando a ahogarse en un estanque.

3. Alexánder Pushkin

Retrato de Alexánder Pushkin, por Orest Kiprenski, 1827.

Pushkin no tenía rivales en lo que respecta a la diversidad estilística y el ingenio. El protagonista de los versos rusos no era ajeno a las hazañas amorosas, y sus aventuras y fantasías se reflejan a menudo en sus brillantes poemas.

En Ruslan y Liudmila, Ratmir, uno de los rivales del protagonista, pasa la noche en un castillo habitado por bellas doncellas. Es evidente que pasa un rato agradable.

En silencio la doncella ante él,
inmóvil, sin aliento,
la hipócrita Diana,
antes dulce pastora suya;
y aquí está, posada en la cama,
en una rodilla apoyada,
resollando, inclina su cara
con languidez, con vivo temblor,
y corta el sueño del afortunado,
con apasionados y silenciosos besos.

Las mujeres formaron parte de la vida Pushkin. El poeta más importante de Rusia dejaba atrás la modestia cuando de asuntos amorosos se trataba.

4. Andréi Platónov

Andréi Platónov, 1948.

Joseph Brodsky dijo de en su día que Platónov era una de las principales figuras de la literatura del siglo XX, situándolo junto a Proust, Kafka y Beckett.

Los libros de Platónov, muy detallados, describían el utópico plan soviético de construir una sociedad socialista, exponiendo los desastres burocráticos de la ideología soviética con todo lujo de detalles. Aunque el tema del sexo fue erradicado de la literatura oficial soviética durante el gobierno de Stalin, Platónov, que siempre nadó contra corriente, se atrevió a pensar a lo grande e incluyó algunas escenas íntimas en su relato El río Potudan, escrito en 1937.

Nikita abrazó a Liuba con esa fuerza que trata de acomodar a otra persona querida dentro de tu alma necesitada; pero pronto entró en razón y se avergonzó.

- ¿Te duele? - preguntó Nikita.

- No. No siento, - respondió Liuba.
La deseaba por completo, para consolarla, y le vino una fuerza cruel y lastimera. Sin embargo, Nikita no llegó a conocer de su estrecho amor con Liuba ninguna alegría más alta que la que había conocido habitualmente - sólo sintió que su corazón dominaba ahora todo su cuerpo y compartía su sangre con algún pobre pero necesario placer…”

Como podrás imaginar nadie se refirió a Patónov como un maestro del “realismo socialista”.

5. Mijaíl Shólojov

Mijaíl Shólojov, 1942.

En 1965, el escritor soviético Mijaíl Shólojov fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura por su novela épica El Don apacible, aclamada como una de las obras más importantes de la literatura rusa del siglo XX.

El drama histórico sobre la vida de los cosacos del Don durante la Primera Guerra Mundial y la guerra civil rusa está repleto de dolor, sangre, amor y lujuria.

“Aksinia... El corazón de Grigori latía frenéticamente; dando un paso adelante, echando hacia atrás la mitad de su abrigo, abrazó a la obediente, ardiendo de calor. Las piernas le flaquearon, temblaba, se estremecía, con los dientes rechinando. Grigori la echó en sus brazos -así es como un lobo echa a la espalda a una oveja sacrificada-, enredada en los suelos de su abrigo abierto de par en par, avanzó, falto de aliento.
- Oh, Grigooori... Padre...

- ¡Cállate! ..

Liberándose, respirando dentro del abrigo de la agria lana de oveja, ahogándose en la amargura del remordimiento, Aksinia casi gritó en voz baja, gimiendo:
- Suelta tu agarre, después de todo... ¡voy a acompañarte yo misma!”.

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