El espectáculo teatral que narra al nacimiento y muerte de siete generaciones de la familia Buendia en la misteriosa ciudad de Macondo, se representará durante todo el mes de noviembre en el Upper West Side de Manhattan, en el Pushkin Hall, sede del Russian Arts Theatre and Studio (TRATS).
La producción cuenta con Jaime Carrillo, Michael Donaldson, Roman Freud, Kristina Korop, Alex Malyi, Luisa Menzen, Ariel Polanco, Paulo Quiros, Riccardo Ripani, Tom Schubert, Lana Stimmler, Desen Uygur, Oleksiy Varfolomiyev, Naira Zakaryan y Di Zhu.
El director del teatro, Alexéi Burago, aclamado por la crítica, tuvo la idea para la decoración del escenario de la obra (un árbol genealógico enroscado) mientras viajaba por los bosques tropicales de México. Se inspiró en los árboles de raíz blanca, que se ven afectados por una enfermedad causada por un hongo en el suelo infectado.
Cien años de soledad es uno de los libros más complicados de encajar en una sola producción: es la historia de 100 años que dieron forma a América Latina a través de guerras, dictaduras, colonialismo y pasión. Pero Burago dice que principal línea argumental de la historia, el amor incondicional que perdona y acepta todo, incluso el asesinato, el incesto o la traición, es universal.
“La familia aquí es un concepto metafísico”, contó Burago. “Todos participamos en un proceso de amor eterno, e inevitablemente regresaremos bajo una forma diferente”.
A lo largo de la representación, los cuerpos de los actores se transforman en diferentes formas: sillas, partes de animales, mesas, telescopios y, finalmente, hormigas que se llevan al último y desafortunado niño de la familia Buendia.
Márquez fue un maestro del realismo mágico, un reino donde lo milagroso y lo real convergen. Sus libros están llenos de imágenes poderosas: tormentas de lluvia que han durado años, flores que se alejan del cielo, cadáveres que no se descomponen, y también lo está la producción de Burago.
Los actores tiran arena, representando ceniza, y juegan al fútbol con arcilla roja dejando rastros de “sangre”, algo que sirve de puente generacional, conectando el futuro y el pasado con las raíces del árbol genealógico. La música de la producción incluye Gracias a la vida, una canción de la música chilena, Violeta Parra, una de las canciones latinoamericanas más cantadas de la historia.
Todos estos símbolos y descubrimientos accidentales hacen de Ascenso y caída de Macondo una experiencia única para todos los aficionados a la tradición teatral rusa y a Márquez.
La próxima producción de Burago, In Paris/The Waiter and the Slut, se estrenará en diciembre y estará basada en dos historias de amor de escritores rusos emigrados, el Premio Nobel Iván Bunin y la provocadora Nina Berbérova.
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