En la noche del 20 de mayo, gente proveniente de todas partes del país se reunió en el RZhD Arena en Moscú para ver el episodio final de Juego de tronos.
El lugar se dividió en cuatro sectores, acogiendo cada uno a los fans de las casas Stark, Targaryen, Lannister y Greyjoy.
Cada sector recibió sus propias tarjetas con el correspondiente escudo de armas.
Algunos no pudieron evitar derramar una lágrima al oir el sonido de las notas del tema musical de apertura.
Pero la tristeza por saber que aquel era el último episodio de la serie pronto dio paso a la alegría... por la muerte de Daenerys Targaryen.
Mientras unos miraban conmocionados, otros reían satisfechos.
“¡Eso es lo que merecías! ¡Por Invernalia! [Probablemente se referían a Kings Landing - Rusia Beyond]”, gritaron los fans.
“Qué lástima. Era una digna adversaria”, pensó alguna Sansa.
Los aficionados no sólo se alegraron de la muerte de Daenerys, sino también de la quema del trono de hierro, símbolo del poder sobre los Siete Reinos.
Algunos, directamente, aplaudieron al nuevo rey, Bran Stark.
Con todo, la impresión de la mayoría de los seguidores de la serie no se alejó demasiado de lo prometido por el autor de Canción de hielo y fuego, George R.R. Martin, en cuya novela se basaba Juego de tronos.
“¿Eso es todo? ¿No va a haber otra buena pelea antes del final?”.
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