Más allá del vodka y las matrioshkas.
Vladimir Astapkovich/RIA Novosti
Fuente: Valeri Melnikov/RIA Novosti
La fábrica imperial de San Petersburgo se abrió en 1744 por orden de la emperatriz Isabel I y sigue abierta a día de hoy. Actualmente no solo fabrica objetos respetando los antiguos métodos de producción, sino que también produce porcelana moderna.
Independientemente de que usted elija la colección de Navidad de 2017 “Krasni” o la vajilla con cuadraditos de cobalto (el regalo estrella de la fábrica), estará regalando un producto de una marca rusa legendaria.
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Además de por su elegancia y su bonito diseño, los calcetines tabani se distinguen por su calidad y por estar tejidos a mano con lana natural. Antes que nada, Tabani es un proyecto social por y para pensionistas. Son las ancianas de Udmurtia quienes tejen estos calcetines, y gracias a este trabajo se siguen sintiendo útiles y pueden ganarse un dinerillo extra. Cada par es único y cuesta menos de 20 euros.
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Fuente: Vladimir Astapkovich/RIA Novosti
La famosa fábrica Raketa abastecía a toda la URSS. En 2009 el francés Jacques von Polier se convirtió en su propietario y ha continuado modernizando la producción. Actualmente es una de las pocas manufacturas del mundo que produce todos y cada uno de sus mecanismos de relojería y que actualiza el diseño regularmente.
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Al tiempo que en Rusia continúa desarrollándose el mercado de cosmética orgánica en el ámbito del mercado de masas —como Natura Siberica, que se puede encontrar en tiendas europeas—, es necesario tener en cuenta las marcas emergentes de la alta cosmética. Pure Love produce cosmética natural en base a los principios de la corneoterapia y fomenta la activación de los procesos naturales de regeneración de la piel. Esta marca ya se ha ganado un lugar en la bolsita de maquillaje de las moscovitas y de algunos esteticistas. Se fabrican con ingredientes naturales, aceites esenciales y componentes vegetales. Las cremas faciales se conservan como máximo seis meses en el frigorífico.
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Fuente: Lori/Legion-Media
El zefir biliovski es un dulce de frutas que se prepara a mano en la ciudad de Beliov (290 km al sur de Moscú) siguiendo antiguos métodos de producción que emplean exclusivamente ingredientes naturales. Este zefir se distingue por su suave y fina textura y su exquisito sabor. Y ya que de momento no está permitido enviar por correo alimentos rusos, no queda otra que adquirirlos en Rusia.
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Los válenki (botas de fieltro) de la fábrica Foma de la ciudad de Magnitogorsk (1.700 km al oeste de Moscú) suponen una modernización del calzado tradicional ruso. Están hechos de caucho natural y disponen de una suela de goma recauchutada que no resbala. Tienen un aislamiento de piel y respetan las normas de ortopedia. Los podrá llevar sin miedo a temperaturas de hasta -40º.
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Jersey de cuello alto hecho con la suave y abrigada lana de merino. En el pecho se ven dos traviesos renos rodeados de motivos al estilo eslavo antiguo. Ya se pueden ver con estos jerseys a las estrellas de rock rusas. Está disponible tanto para hombre como para mujer.
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Desde hace años los juguetes Shusha se han convertido en el orgullo del nuevo diseño ruso. Creados por la diseñadora Anastasía Scherbakova y el arquitecto Vasili Perfíliev, siguen un diseño deliberadamente minimalista. Suponen una alusión al vanguardismo de los años 20.
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Para los que buscan una alternativa a los regalos típicos rusos, la mejor opción son unas gafas de sol de madera natural: un producto de diseño original ruso y de primerísima calidad que se ha ganado el favor de petimetres de todo el mundo. Hay disponibles diferentes modelos, como el de Elena Perminova y la bloguera de moda Sofie Valkiers.
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Pañuelo ideal (140 х 140 cm) para los amantes del arte. Sus creadores pertenecen al colectivo ruso de artistas AES+F, cuyas obras se exponen por todo el mundo. Está hecho con motivos de su famoso “Proyecto Islámico”, en el cual se muestra una serie de imágenes de ciudades de todo el mundo que introduce elementos adoptados de la arquitectura islámica junto con construcciones de la occidental.
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