'Zhuravlí', la canción rusa más triste

La vigencia y la popularidad de 'Zhuravlí' en toda Rusia, está relacionada fundamentalmente con la película 'Volaron las grullas', de Mijaíl Kalatózov y una leyenda que da origen, tanto al film como a la canción.

"Se necesitan verdades acerbas, medicamentos amargos…”

(Mijaíl Lérmontov, 1814-1841)

Napoleón sospechaba que “algo más” acompañaba al soldado ruso en el combate. Una especie de “doble” irreductible, un alma imposible de vencer.

Lo mismo habrán pensado las numerosas divisiones del ejército nazi que sucumbieron sin haber logrado quebrantar la resistencia de las tropas soviéticas y del pueblo de Stalingrado en la cruentísima batalla que decidió el curso de la historia y el destino de la humanidad.

Precisamente, la Gran Guerra Patria, como la siguen recordando en Rusia, no solamente ha dejado una huella imborrable en la memoria de esa nación, sino que también ha contribuido a alimentar el mito y la leyenda de eso que llaman el “alma rusa”.

Difícil de explicar, el nervio principal del alma rusa posee un aspecto relacionado directamente con la tristeza como tránsito de expiación y fortalecimiento del espíritu. “¡Ay, Dios mío! ¡Qué triste es nuestra Rusia!”, se le escuchó decir a Alexander Pushkin tras leer el primer capítulo de Almas Muertas, la obra cumbre de Nikolái Gógol.

Se me ocurre ahora que por desconocimiento o por malicia, se dice muchas veces que el tango es triste, como si el género se hubiera apropiado de una característica especial que lo rebaja o lo pondera en un lugar inferior.

Se ignora también que la tristeza en sus distintas formas, (la nostalgia, la melancolía, el desgarramiento, el destierro, etc) es una de las manifestaciones más frecuentes y perceptibles del arte universal. Una vía libre hacia la catarsis y hacia las grutas interiores del devenir reflexivo, propio de la condición humana.

Pero el asunto es que si hubiera una competencia de canciones tristes pues, no creo que ninguna le gane a Zhuravlí (Las grullas), del poeta Rasul Gamzatov y el músico Yan Frenkel. Ni siquiera el más mustio de los tangos que el lector pueda imaginar o conocer.

De una belleza superior, Zhuravlí , como toda gran canción, es una preciosa alhaja en miniatura. Construida con sólo cuatro estrofas regulares, cuenta además con una mínima y afligida frase melódica, una especie de murmullo que hace las veces de puente o estribillo.

La vigencia y la popularidad de Zhuravlí en toda Rusia, está relacionada fundamentalmente a un hecho cinematográfico (Volaron las grullas, del director Mijaíl Kalatózov, quien llegó a la consagración en Cannes en 1957) y una leyenda que da origen, tanto al film como a la canción.

Cuenta esa leyenda que las almas de los cientos de miles de soldados que morían en combate durante el desarrollo de la guerra, regresaban a sus hogares como las grullas que migran del oeste al este. (La metáfora establece un símil entre el dibujo en cuña de la bandada con la simetría de las formaciones militares).

He intentado desembarazarme del eco acusatorio y persistente de esa voz que me repite al oído una y otra vez - traduttore, traditore!!, pero cuanto más me adentro en el idioma ruso, más considero inapropiado traducir al español poesía escrita en esa lengua.

La literalidad de la traslación destruye el lenguaje poético, y la adaptación, la intención del poeta.

De cualquier manera decidí, para que el lector tuviera una breve aproximación, traducir los primeros cuatros versos, tratando de conservar el espíritu del texto, adaptando lo menos posible, sin recurrir a la rima ni respetar la métrica original:

"A veces pienso que los soldados

no regaron con su sangre los campos

ni jamás cayeron en la tierra nuestra:

ellos regresan como grullas blancas…"

De sus versiones originales, diré que la más importante es la de Mark Bernés, un ícono de la canción popular en los tiempos soviéticos.

Han sumado también versiones memorables Iosiff Kobson, Muslim Magomaev y el mismo Yan Frenkel. Dejé la mención final para la que creo es, la más conmovedora e insuperable de todas: la del barítono Dmitri Hvorostovsky.

Una medicina amarga. Una dosis espesa y profunda del alma rusa. Se recomienda.

Alejandro Szwarcman (Buenos Aires, 1961) es poeta, compositor, cantautor y docente.

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