La lengua rusa en Alaska, un legado cultural único

Fuente: Alamy / legion Media

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En Alaska se mantiene un antiguo dialecto del ruso. Mira Bergelson, profesora de Lingüística en la Universidad Estatal de Moscú, explica cómo se ha preservado, cómo llegó a Alaska y cómo ha estado aislado durante varios siglos.

¿Cuál es la peculiaridad del ruso que se conserva en Alaska?

La lengua de Ninilchik existía y continúa existiendo en un área muy pequeña, solamente en un pueblo. Cuando Rusia vendió Alaska a los EE UU en 1867, el pueblo quedó aislado durante 20 años ya que ningún barco llegó hasta aquí. La población nunca era superior a 200-300 personas, es decir, muy poquita gente.

Es aquí donde las diferencias individuales son muy importantes. Hay muchas palabras que son como un ideolecto y muchas tienen su propio legado cultural. Las normas de pronunciación cambian de una familia a otra, simplemente porque el hombre, que comenzó su vida con una mujer local, procede de otra parte de Rusia que otro hombre en otra familia. Además, hubo influencia de los pueblos Alutiq del norte.

Pero la única lengua en Ninilchik durante 80 años, hasta que se abrió la escuela de habla inglesa, fue el ruso. Separada del país, la lengua comenzó a desarrollar sus propias reglas.

El ruso de Ninilchik ha sido testigo de una gran cantidad de procesos vinculados a la evolución lingüística y de problemas sociolingüísticos. Además está la importancia del legado cultural, que nos habla de cómo era esta gente.

Actualmente sienten que son estadounidenses, pero hasta finales del siglo XIX, los que hablaban en ruso se sentían como criollos y que su cultura nativa era la de Alaska.

Para completar nuestro trabajo necesitamos hace una nueva expedición lo antes posible, ya que nuestros colaboradores tienen alrededor de 90 años. Saben utilizar Skype, pero la tecnología no nos ayuda del todo, ya que hay que escuchar con mucha atención y repetir preguntas. El contacto personal es vital cuando se trabaja con matices léxicos y el contexto cultural.

Es cierto que no tienen una comprensión absoluta y a veces cambian al inglés, pero recuerdan muchas frases en ruso. Nuestro trabajo consiste en no dejar que ninguna de estas pizcas de lenguaje se nos pase.

Es algo de gran importancia, porque hace referencia a una parte ecuménica del ruso, a algo completamente único. Su peculiaridad reside en que estuvo aislada de la lengua mayoritaria durante un largo periodo, y además estuvo en contacto con lenguas de los nativos americanos y después con el inglés.   

¿Cómo fue la expedición que hizo junto con su marido, Andréi Kibrik, al asentamiento Ninilchik?

Es algo más que una expedición, se trata de todo un proyecto que comencé junto con mi marido en 1997. Él había estado estudiando el grupo de lenguas atabascanas, uno de los mayores grupos de los nativos de América del Norte, y recibió una beca para estudiarlas en Alaska.

Fue invitado por Michael Croos, director del Centro de Lenguas Nativas de Alaska. Cuando estábamos allí, Michael nos contó que desde los días de la Compañía Ruso-americana había asentamientos en la península de Kenai en los que el ruso era la lengua nativa. No puede imaginar mi sorpresa, el ruso se había conservado allí desde el siglo XVIII.

Después estuvimos en otra parte de Alaska, en el interior, en un pueblo llamado Nikolái. La gente era atabascana y creyente ortodoxa desde finales del siglo XVIII. Por esa razón el pueblo se llama Nikolái.

Allí encontramos a unos activistas de Ninikchik, descendientes de los primeros colonos. Eran algo mayores que nosotros y su generación ya no hablaba en ruso, pero recuerdan que sí se hablaba cuando eran niños. Todo lo conectado con Rusia es un importante legado cultural para ellos. Hay mucho interés entre estas personas por preservar este legado.

Querían desesperadamente que registrásemos su lengua, porque eran conscientes de que se estaba muriendo. Nos preguntaron si podíamos elaborar un diccionario, así que lo primero que hicimos fue compilar un glosario de nombres, porque los nombres reflejan la manera en la que un pueblo interactúa con el mundo circundante. Recopilamos nombres de objetos y cosas reales que rodean a un grupo étnico.

Sin embargo, es imposible hacer mucho con una lengua que resulta muy difícil grabar. Es evidente que es un dialecto del ruso, pero tiene una serie de diferencias fonéticas con el ruso que se utiliza actualmente en Rusia.

Tuvimos que escoger un método de transcripción, ya que es un dialecto que no tiene una escritura. La generación que conocimos nunca ha estado en contacto con el ruso escrito. Han ido a escuelas angloparlantes, que abrieron en la década de 1930 y sustituyeron a las escuela ortodoxa rusa cerrada en 1917. Pero su ruso es nativo, la primer lengua que aprendieron como niños.

Andréi hizo una lista con las diferencias más habituales respecto al ruso estándar, y escribió varios artículos sobre ello. Ahora estamos documentando la gramática y otras cuestiones. Una de las principales diferencias son cambios en la estructura de género gramatical.

Esta fue nuestra primera expedición, pero tuvimos que pararla durante algunos años. A mediados de los años 2000, Wayne Leman, encargado en grabar el legado cultural de Ninilchik, y especialista en lengua Cheyenne, comenzó a recopilar el ruso de Ninilchik. Sin embargo, no habla ruso así que le resulta muy complicado hacerlo y lo que recopiló tenía que ser supervisado por nativos.

Finalmente pudimos volver en octubre de 2012, gracias a una beca de la Fundación de las Ciencias y Humanidades de Rusia. Si podemos volver sobre el terreno seremos capaces de completar el proyecto del diccionario, que será multimedia e incluirá fotografías y sonidos.

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