“El odio es un sentimiento que no lleva a ningún lado”

Fuente: fotosoyuz/vostock-photo

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A la edad de 95 años el escritor Daniíl Granin habló en 2014 en el Bundestag alemán sobre el sitio de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial, en el que comabtió. Angela Merkel y el resto de los diputados escucharon con atención. El escritor cuenta en esta entrevista cómo fue aquel encuentro.

Las tropas nazis sitiaron la ciudad de Leningrado a principios del otoño de 1941 y no se levantó completamente hasta el 27 de enero de 1944. Durante 900 días la población civil resistió heroicamente, en uno de los episodios más duros de la Segunda Guerra Mundial. Murieron al menos 641.000 personas (algunas estimaciones cifran los muertos más cerca de los 800.000). Muchos de ellos fueron enterrados en fosas comunes en diferentes cementerios, la mayor parte de ellos en el Cementerio de Piskariovskoye, que albergó a unas 500.000 personas y se ha convertido en un recuerdo eterno de las hazañas heroicas de la ciudad.

 

¿Cuando recibió la invitación de dar un discurso en Bundestag el año pasado, la aceptó inmediatamente o tuvo ciertas dudas?

No tuve dudas. Era una oferta bastante tentadora. Me interesaba mucho personalmente. Recibí una carta del presidente del Bundestag, muy amable, en la que me pedían hacer una presentación sobre el sitio de Leningrado. Me pareció interesante tratar de entender por qué decidieron llamarme. 

¿Se lo preguntó a los organizadores?

Sí, pero evitaron responder. Pero me pareció entender que la razón se debe a que se vuelven a enfrentar a ciertas expresiones de nazismo. Existe la impresión de que con la aparición del Estado Islámico en Alemania vuelven a surgir problemas interétnicos.

Los organizadores del discurso querían que avivara una de las páginas más aterradoras de la guerra, ya que la generación más joven poco conocimiento de lo que fue el sitio de Leningrado.

Tardé muchos años en deshacerme del odio a los alemanes. He tenido muchos amigos en este país y llegué a entender que el odio es un sentimiento sin salida, que no lleva a ningún lado. 

Pero una cosa es intervenir en alguna universidad, y otra en Bundestag...

En realidad tenía sentimientos muy raros, de muchos tipos... Estaba solo en frente de toda Alemania. No en frente del Bundestag, sino en frente de Alemania. Yo, de Leningrado, que Hitler quiso destruir. 

Daniíl Granin (Volyn, 1919) es un escritor de novelas conocido por su estilo realista, casi documental. Escribe sobre sus experiencias en la Segunda Guerra Mundial y cuestiones científicas y éticas en los años 40 y 50. Se graduó en 1940 en Leningrado y trabajó en la fábrica de tanques Kírov. Se unió como voluntario al Ejército Rojo, donde fue tanquista. Fue diputado durante la perestroika. Entre sus obras destacan, Los que buscan y Una opinión personal. Hay un asteroide nombrado en su honor: 3120 Dangrania.

¿No tenía escalofríos?

Cuando estaba frente a los diputados del Bundestag pensé que ninguno de ellos había estado en el campo de batalla, son hijos o nietos de los soldados. Recordé mi primera visita a Alemania, alrededor de 1955. Caminando por las calles de Berlín veía gente de mi edad y mayor y pensaba: “Dios mío, parece una reunión de los que fallaron el tiro”.

En Alemania se han publicados casi todos mis libros y he tenido muchos encuentros y conferencias. Entendí que, primero, el odio no tiene salida. Segundo, que nosotros también tenemos bastantes pecados. Como dice la Biblia, no juzgues y no serás juzgado. 

El legendario aviador soviético Vitali Popkov contaba como se reunía con los ases de Lufwaffe en un ambiente paz y que incluso regaló un libro a uno de ellos en el que ponía “al antiguo enemigo, verdadero amigo”...

Sí, así pasaba. En Alemania conocí a un piloto que estuvo en el frente de Leningrado. Me vino a visitar con su hijo. Bombardeó la ciudad sin haberla visitado. Paseaba con él por Leningrado mientras él iba buscando los blancos que le habían ordenado. Después de nuestros paseos decía: “¡Qué bine que no hayamos bombardeado del todo una ciudad tan bonita!” 

 

Daniíl Granin. Fuente: Dmitri Koshéev / RG

¿Por qué cree que las tropas alemanas no entraron en Leningrado en septiembre del 1941, cuando la ciudad estaba prácticamente abierta para el ataque de los alemanes?

La conquista de Leningrado era de gran importancia para Hitler. Creía que al tomarla Rusia capitularía de inmediato. Pero no hay una respuesta exacta pregunta.

Una de las hipótesis oficiales es que Hitler se daba cuenta de que la ciudad no podía ser exterminada físicamente, era demasiado grande, además los tanques no podrían maniobrar en sus calles.¿Pero era esa la única razón para la indecisión del führer? Lo cierto es que fue indeciso. Prometía a sus generales que daría la orden de atacar “dentro de una semana, sin falta”. Pero no la daba. 

[Fotografías] El sitio de Leningrado

Me parece que el motivo más importante es que todas las ciudades europeas capitularon ante el ejército alemán. Hitler se sentía invencible: si su ejército se acercaba a una ciudad, esta tenía que rendirse. Esperaba que Leningrado levantara la bandera blanca... 

¿Al ver las caras de los diputados alemanes sentía que su relato les impactaba?

Me gustaría que fuera así. Me conmovió su afecto. Eran muy sinceros. Luego recibí una carta muy amistosa de Angela Merkel,  En general me dio una buena impresión. Estuve en la guerra, viví toda la vida sintiéndome vencedor y ahora tengo que explicar algo a alguien. Tengo derecho a caminar con la cabeza alzada sin tener que justificarme... 

En la actualidad esta presentación en el Bundestag sería poco probable. ¿No le molesta que Europa se aleje de Rusia?

Siempre nos han tenido miedo, por eso nos odiaban. Es comprensible. Los países de Europa vivían y se desarrollan más o menos de manera correlativa, mientras nosotros nos encerrábamos, la salida de la Rusia zarista era un problema grave [antes de Pedro I los rusos viajaban pocas veces al extranjero. A finales del siglo XVIII, Pablo I introdujo reglas aún más rigurosas, y durante el reino de Nicolás I estar más de cinco años en el extranjero equivalía a un crimen contra el Estado.] No obstante, ahora no me imagino Europa sin Rusia. Podemos considerarnos Eurasia, pero sin que nos importe que Europa lo reconozca.

Pero quisiera mencionar otra cosa. A pesar del enfrentamiento de estos días, Rusia sigue viviendo unida al mundo. Vemos películas estadounidenses por la televisión, visitamos exposiciones de pintores europeos, leemos libros de autores extranjeros...

Y al contrario, tal vez nos juzgan, se burlan de nosotros, incluso nos maldicen, pero eso no afecta al arte.

El verdadero arte es universal. Bach no es solamente un compositor alemán, así como Dostoievski no es únicamente un escritor ruso. Por eso las puertas no se han cerrado ante los pintores. Por ejemplo, sigo siendo miembro de la academia alemana de las artes. Y volví a recibir una invitación a presentar el libro Mi teniente en Alemania. 

Usted mismo destacó que nosotros tampoco somos santos... Así como recuerdan el fascismo a los alemanes, a nosotros nos recuerdan el estalinismo.

Para deshacernos del estalinismo debimos haber abierto los archivos. Jruschov, sin embargo, cometió un acto heroico al atreverse a presentar un informe antiestalinista en el XX Congreso del PCUS en 1956. Pero antes que nada lo importante era el análisis, ¿por qué pudo surgir el culto a la personalidad en una forma tan monstruosa como en Alemania?

Sin embargo, hace falta mencionar que hay una gran diferencia entre la teoría del odio racial y nuestra ideología comunista, que no tiene nada criminal. Al contrario, persigue el sueño de la justicia... 

Lea más: “Diario, guarda mi triste historia…”>>>

A las puertas del verano de 1941, en una pequeña libreta marrón, una estudiante soviética de dieciséis años llamada Lena Mujina emprendió la escritura de un diario sin sospechar que, tan solo un mes después, pasaría de anotar las preocupaciones propias de una chica de su edad a hacer una crónica del día a día en una ciudad sitiada, bajo la amenaza constante de las bombas y sin apenas reservas alimenticias para abastecer a la población.

Artículo publicado originalmente en ruso en Rossiyskaya Gazeta. 

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