El 15 de febrero se cumplieron 26 años de la retirada de las tropas del último conflicto en el que intervino el ejército de la URSS. Fuente: TASS / Vladímir Zaviálov
La guerra de Afganistán transcurrió entre el 24 de diciembre de 1979 y el 15 de febrero de 1989. Más de 15.000 soldados soviéticos fallecieron en combate durante la campaña soviética en Afganistán (1979-89), mientras que al menos otros 50.000 volvieron a sus casas heridos o mutilados. La intervención militar fue condenada por Occidente, y en particular por Estados Unidos, que organizó un boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, además de armar y financiar a los islamistas radicales.
En junio de 1977 Oleg Novinkov era un recién graduado del Insituto Estatal Médico de Sarátov. Tenía 23 años y servía como oficial médico en el distrito militar de Bielorrusia. Entonces recibió una llamada para "ir al sur". Hoy en día es uno de los pocos antiguos oficiales soviéticos que habla abiertamente de aquella guerra.
Novinkov fue enviado a una base aérea en Uzbekistán, a 35 km de la frontera entre la URSS y Afganistán, con el objetivo de entrar en el país. Se trataba de uno de los múltiples puntos desde donde se preparó la invasión. "El mes que pasé en la frontera fue completamente diferente a mi experiencia en Bielorrusia. Había muchos tanques, metralletas, todo el mundo vestía de uniforme...y había un ambiente de incertidumbre, ya que se sabía que algunas unidades iban a cruzar al día o a la semana siguiente".
Novinkov en Kabul |
La unidad en la que estaba Novinkov cruzó la frontera en un convoy de 90 vehículos. Al principio pararon cerca del túnel de Salang y después continuaron hasta Kabul. "Mi primera impresión fue que era un país diferente, algo poco habitual, un bonito sueño", dice. "Era joven, tenía ganas de aventura. Había mucha arena y árboles que no había visto nunca. Mirábamos el paisaje fascinados, sin pensar en el peligro. Dos horas después comenzamos a ver vehículos militares soviéticos abandonados en los lados de la carretera y comenzamos a entender lo que pasaba".
Los soviéticos no esperaban un conflicto violento, y a Novinkov le dijeron que no esperase entrar en combate.
"No pensábamos que fuera una lucha entre dos visiones del mundo, sino una ayuda internacional a nuestro vecino del sur. Solo llevaba una pistola y me comencé a sentir inseguro porque si pasaba algo no iba a poder luchar mucho".
Fuente: AP
Pocas horas después de cruzar la frontera recibieron una llamada de radio que les advertía que estuvieran preparados para luchar contra los rebeldes.
"Pasamos mucho miedo. Yo tenía una pistola, el conductor de la ambulancia militar un Kaláshnikov y los otros oficiales estaban en la misma situación. Éramos vulnerables. Finalmente nos dijeron que los rebeldes habían destruido otra columna, que iba de Kabul de vuelta a la URSS".
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Al llegar a Kabul, los instalaron cerca del aeropuerto internacional con escasa infraestructura.
Era uno de los pocos médicos soviéticos que había en el país en ese momento, de modo que fue el responsable del apoyo médico a los pilotos destinados en Kabul, Bagram y en las operaciones especiales en la frontera con Pakistán. Tenía que tratar con heridos cada día.
"Me decía que si pensaba en la muerte o en que me iban a matar, entonces sucedería", declara. "Así que trataba de alejar ese tipo de pensamientos de mi cabeza. Fuimos capaces de salvar a algunos heridos, pero no a otros. Pensaba en lo mucho que había cambiado mi vida. Hacía dos meses estaba tranquilo en Bielorrusia y ahora estoy rodeado de sangre y suciedad".
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"Nunca olvidaré las dos primeras semanas que pasé allí. Una vez perdimos un piloto y mi ayuda no fue suficiente para salvarlo. Cuando ves a tus amigos morir en operaciones te sientes fatal. Pero la experiencia de estar con muertos y heridos era una obligación médica y lo aceptaba".
Después de dos años en Afganistán, Novinkov volvió a la URSS, donde continuó el servicio médico en unidades militares. En los años 90 emigró a los EE UU. En 2010 volvió a Afganistán y comparó el conflicto soviético con el estadounidense, sobre todo la manera de comportarse con la gente local.
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Según explica, los afganos tenían opiniones muy diferentes acerca de las invasiones soviética y estadounidense. "Cuando iba en la ambulancia militar con soldados u oficiales heridos circulábamos por las mismas carreteras que los afganos. Los soviéticos no tenían miedo de parar en un pueblo, hablar con los locales, tomar algo con ellos o comprar alguna cosa.
Claro que era peligroso, pero los rusos tienen una mentalidad diferente a otras naciones. A veces llegábamos a pueblos afganos y les dábamos medicinas. Construíamos las relaciones. Aunque también matamos a muchos afganos. Una vez ayudé a un soldado afgano. ¿Quién era para mí? Nadie, pero estaba desangrándose así que lo ayudé".
"He notado que los estadounidenses tienen otra manera de comunicarse. A los afganos les parece que no se quieren comunicar tanto. Utilizan su avanzada tecnología, pero a veces creo que esto no da ventajas. Es mejor responder de manera más personal, de hombre a hombre".
Novinkov en Afganistán. 1980.
Tras haber reflexionado y hablado con otros veteranos de la guerra soviética en Afganistán, Novinkov llama a los países a no olvidar la historia y a tratar de evitar el conflicto. "Nadie puede cambiar la cultura afgana o su ideología de la noche a la mañana".
En 2011 Oleg Novinkov publicó el libro Afghan Boomerang sobre sus experiencias en la guerra y la situación de EE UU en este país de Asia Central.
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Artículo publicado originalmente en Russia Direct.
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