Un documental revela la turbulenta historia del Ermitage

El museo más importante de Rusia acaba de celebrar su 250º aniversario. Fuente: servicio de prensa

El museo más importante de Rusia acaba de celebrar su 250º aniversario. Fuente: servicio de prensa

El nuevo documental, 'Hermitage Revealed ' (Ermitage revelado), actualmente en cartelera en cines del Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Alemania, entre otros países, zambulle a los espectadores en la dramática historia del Ermitage, que cumple 250 años, y de las dinastías y curadores que han dedicado sus vidas a preservarlo.

“Es una situación única”, dice la directora Margy Kinmonth. “No hay nada igual en ninguna otra parte del mundo”.

El documental supone la primera vez que un director internacional cuenta con el permiso de filmar dentro del Ermitage, que tiene su sede en el Palacio de Invierno a orillas del Río Nevá.

Kinmonth, entre cuyos trabajos anteriores se incluye un documental sobre el Teatro Mariinski, aceptó la invitación del director Mijaíl Piotrovski. Tuvo acceso completo a las 2.000 salas y estancias del museo, incluidas algunas que la mayoría de visitantes nunca ha visto, como el departamento de vestuario, donde se restauran los vestidos y libreas imperiales, y una gran cantidad de zonas de almacenamiento que contienen “millones y millones de objetos”.   

El rodaje duró más de dos años. “Es un lugar enorme y hay muchísimas opciones a la hora de decidir cómo mostrar la historia”, añade Kinmonth.

Estilo imperial

La colección del Ermitage se inició con Catalina la Grande, quien competía con los monarcas europeos para reunir la mejor colección de arte del mundo. Llevó a miles de Viejos Maestros a Rusia, incluidas obras de Rembrandt, Rubens y Velázquez, así como adquisiciones más personales, incluidas piedras preciosas grabadas o juegos de mesa de porcelana para su amante, el príncipe Potemkin. Catalina adquirió “no sólo obras de los mejores artistas, sino las mejores obras de los mejores artistas", dice Piotrovski en la película.

El padre de Piotrovski, Borís, trabajó como director del Ermitage entre 1964 y 1990, y el joven pasó gran parte de su infancia allí, dando sus primeros pasos en el museo. La película recrea sus paseos nocturnos a través de las salas, subiendo al tejado y jugando en el arsenal.

El montador de la película, Gordon Mason, dice que unos de sus momentos favoritos del filme son precisamente esos paseos nocturnos por las estancias del museo. Kinmonth “siempre trata de acercarse al tema desde un punto de vista diferente”, dice.

“Habría sido fácil hacer un documental sobrio sobre el museo, pero creo que conseguimos hacer un trabajo más dinámico”.

El equipo de la película se familiarizó con los pormenores de la vida cotidiana en el museo. Cada lunes, cuando el Ermitage cierra sus puestas, los artistas van a copiar del natural sus obras de arte. “Había pintores que llevaban un año copiando el mismo Rubens”, dice Kinmonth.

En 1917, durante la Revolución de Octubre, el Ermitage fue asaltado. Los espectadores vieron retratos de los zares lacerados y carruajes de oro destrozados que hoy están relegados al depósito.

En la década de 1930, a pesar de las amargas protestas del director del museo, Stalin vendió algunos de los tesoros más incalculables del museo, como la Madonna de Rafael, para impulsar la campaña de industrialización soviética. El equipo de filmación viajó a los Estados Unidos para filmar esas obras de arte que ahora se encuentran en la Galería Nacional de Arte de Washington D. C.

“Queríamos que la gente se enamorara de las obras de arte”, dice Mason. “Tienes que deleitarte en ellas y sentir un apego emocional para entender la pérdida que supusieron su venta".

El destino del personal del Ermitage ha estado siempre ligado al museo.

En el apogeo del terror de Stalin, 45 empleados fueron enviados al Gulag y más de 100 murieron durante el sitio de Leningrado (las obras de arte, entretanto, fueron evacuadas a los Urales). Hoy, su tradición de dedicación continúa. “Hay muchas mujeres trabajando allí que seguirán haciéndolo literalmente hasta el día de su muerte”, dice Kinmonth. “No se jubilan, siguen trabajando. Tienen conocimientos inmensos de la colección".

Observa que hay una “cualidad dinástica" que se mantiene en el Ermitage. La mayoría de curadores son descendientes de generaciones anteriores de personal; cuando mueren, sus funerales se celebran en el museo. El equipo de rodaje presenció uno de esos funerales durante la filmación.

El reto de la iluminación

Si bien las imponentes estancias del Palacio de Invierno, sus antiquísimas arañas de techo y sus ventanas con vistas al río son muy apreciadas por los visitantes, crearon algunas dificultades a la hora de rodar el documental. De acuerdo con el director de fotografía Maxim Tarasyugin, el principal reto técnico de trabajar en el Ermitage es la luz mixta.  “La luz que entra por la ventana tiene una temperatura de color, mientras que la de las lámparas del Ermitage varían de habitación a habitación e incluso dentro de una misma sala, donde hay diferentes tipos de arañas de cristal", dice. “Fue una tarea bastante ardua".

Aunque el enfoque primordial de la película es histórico, los espectadores se arriman a algunas de las mejores obras de arte de la colección de tres millones de piezas del Ermitage.  La cámara, utilizando luz LED que no causa daño a superficies de cientos de años, lo muestra todo, desde El hijo pródigo de Rembrandt al oro de los escitas del siglo VII a. C., adquirido por Pedro el Grande.

“Creo que lo que es asombroso del documental”, dice Kinmonth, " es que puedes tomar objetos sin abandonar Rusia y mostrárselas al mundo entero".

Ermitage revelado está disponible en DVD aquí

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