La técnica
 que conquistó
 el mundo

Fuente: Andrés Wertheim

Fuente: Andrés Wertheim

A pesar de que Vagánova nunca llegó a interpretar papeles principales
en los escenarios, fue
ella quien sentó las bases del ballet ruso.

El ballet llegó a Rusia en el siglo XVIII desde Europa para amenizar las fiestas de la alta sociedad; por aquel entonces, la mayoría de pedagogos y coreógrafos procedían de Francia.

En las grandes capitales rusas, Moscú y San Petersburgo, pronto se enamoraron del ballet, una disciplina que se integró rápidamente en la vida de la alta sociedad, aunque entre los bailarines rusos no parecía haber claros talentos capaces de eclipsar a los europeos. No obstante, el trabajo de una bailarina, Agrippina Vagánova, puso el ballet ruso y su método, que toma su apellido, en las escuelas de todo el mundo.

Agrippina Vagánova ideó la pedagogía del ballet. Fuente: Ria Novosti

La profesora Vagánova (San Petersburgo, 1879 – 1951) no se distinguía por su técnica impecable, ni por la ligereza de sus movimientos, ni por su belleza. Su verdadero talento resultó ser la enseñanza. La artista, que gozaba del favor de las personalidades más influyentes, logró sistematizar los conocimientos acumulados y la experiencia de las escuelas europea y rusa para que la formación fuera lo más eficaz posible.

Su propuesta es el resultado de una mente analítica y su capacidad de sentir la danza, de traducir el sentido de cada movimiento. En 1934 se publicó su libro Bases de la danza clásica, que con el tiempo fue traducido a una multitud de idiomas y que se utiliza en las escuelas de ballet de todo el mundo. El aspecto clave de su método es el paso de lo simple a lo complejo, de lo particular a lo general.

En su libro, la bailarina describe el detallado procedimiento que deben seguir los profesores en la enseñanza del arte del ballet. Según la artista se ha de comenzar por los más simples ejercicios, que deben realizarse hasta el momento en que el movimiento se vuelva perfecto, desde el punto de vista técnico, y luego pasar a otros ejercicios más complejos que más tarde pueden dar lugar a variaciones y pas de deux de extraordinaria belleza.

“Vagánova prestaba una especial atención a la plasticidad y la expresividad de las manos”, comenta Liudmila Kovaliova, profesora de la Academia de Ballet Ruso Vagánova. “Ella sabía cómo explicarlo. A las estudiantes, les decía: ‘Moved las manos de modo que una gota pueda deslizarse desde vuestros hombros hasta las puntas de vuestros dedos. Llenaba de significado cada movimiento”, cuenta la maestra.

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Una de las alumnas más famosas de Vagánova fue Galina Ulánova, más tarde símbolo del ballet ruso. Tras las primeras giras del teatro Bolshói en Londres en 1956, en todo el mundo se comenzó a hablar del ballet soviético.

De su primera bailarina Galina Ulánova se decía que era incomparable e inimitable. En aquel momento, la escuela de ballet rusa fue reconocida como la mejor del mundo.

Posteriormente, la Escuela Coreográfica de Leningrado pasó a llevar el nombre de Agrippina Vagánova. Por ella pasaron los bailarines mundialmente conocidos Rudolf Nuréyev y Mijaíl Baryshnikov. La Academia Estatal de Coreografía de Moscú no lleva el nombre de Vagánova, pero sí utiliza su método, como muchas otras escuelas de ballet del mundo.

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