Cerca de 50 bandas latinoamericanas tocan en las calles de Moscú

En verano proliferan los grupos que interpretan canciones populares y venden suvenires tradicionales. Fuente: Kirill Kallinnikov / Ria Novosti

En verano proliferan los grupos que interpretan canciones populares y venden suvenires tradicionales. Fuente: Kirill Kallinnikov / Ria Novosti

Cada verano se ve en Moscú a bandas latinoamericanas tocando canciones populares y vendiendo suvenires tradicionales. En total, durante la temporada estival, más de 50 bandas de este tipo llenan de música las calles de la capital rusa. Miembros del colectivo ecuatoriano 'Camuendo Wambrakuna' han hablado para RBTH sobre el amor de los moscovitas por el arte quechua y también por qué les gusta más trabajar en Rusia que en Europa.

Las actuaciones de música junto al metro Partizanskaya son ya toda una tradición y aglutina a muchos espectadores. Algunos se detienen de camino al parque, otros de regreso al hotel. Entre el público hay muchos habitantes de Moscú que admiran la melodiosa música. Mientras actúan los artistas, hablo con una chica rusa llamada Yulia, la única que habla ruso del grupo.

“En realidad, yo no actúo, simplemente acompaño a los chicos. Ninguno de ellos habla ruso, por eso los ayudo a resolver todas las cuestiones del día a día, a hacerse entender en las tiendas, a orientarse en el transporte. Aunque la verdad es que, después de vivir tres años en Rusia, se han adaptado a todo de maravilla y pueden pasar sin mi ayuda”.

Los primeros músicos de este tipo aparecieron en Moscú en 2010, y después de la supresión del régimen de visados en 2012, su número aumentó drásticamente. Casi todos los artistas ecuatorianos descienden de Otavalo, capital intercultural de Ecuador poseedora de una gran riqueza musical y de oficios tradicionales, situada a 110 kilómetros al norte de la ciudad de Quito. La población indígena de Otavalo son descendientes de los incas, cuya cultura interesa no sólo a los turistas que visitan Ecuador sino también a habitantes de otros países del mundo.

Según Yulia, el público ruso casi siempre entiende el sentido general de las canciones y simpatizan con las historias que se cuentan. “Suelen interpretar canciones en quechua, algunas en español. Cantan sobre la vida, el trabajo, el amor, los problemas a los que se enfrentan los individuos. Son temas universales, todo el mundo los comprende. Además, la música es muy melodiosa y está llena de magia, es imposible no emocionarse cuando la escuchas”, dice Yulia. “Pero en Rusia es complicado trabajar por culpa de los borrachos que se dedican a distraer y molestar durante la actuación. Además, hay personas que gritan: 'Fuera de aquí', 'Dejad de molestar', pero esto ocurre en contadas ocasiones. No entiendo cómo hay gente que puede no amar esta música”.

Yulia explica la historia de cómo llegó a conocer esta cultura. Mientras trabajaba en una editorial de Moscú, empezó a estudiar español y al cabo de algunos meses conoció por casualidad a un grupo de artistas de Ecuador. Ya hace tres años que contrajo matrimonio con uno de los músicos y acompaña al grupo a todos sus conciertos. “En mi vida pensé que recorrería Moscú y otras ciudades en compañía de músicos, que pasaría todo el día al sol escuchando música. Ya hace tres años que me acompañan estas canciones: las escucho con el ordenador portátil, en el teléfono, en el coche, y sigo sin cansarme de ellas”, dice.

Tres años en Rusia

Una vez acabado el concierto, por fin consigo hablar con uno de los artistas. Se llama Luís Humberto Santillán, tiene 29 años y es  natural de Otavalo:

“Nuestro grupo se llama Camuendo Wambrakuna, que significa los chicos de Camuendo. Durante las actuaciones damos a conocer la música original étnica, ayudamos a quien quiera a iniciarse en su cultura y los invitamos a adquirir suvenires tradicionales hechos a mano. En nuestras canciones hablamos de lo que nos rodea y nos inquieta. Es algo que nadie te enseña: en mi caso, me limité a tomar el instrumento entre las manos y la música empezó a fluir por sí sola. En Ecuador hay muchas personas que venden objetos de regalo para turistas, ropa, adornos. Los que emigran viajan por países diferentes, ven mundo, hablan de Ecuador. Antes de conocer Rusia, nuestro grupo estuvo en varios países de Europa: Alemania, Italia… Aquí llevamos ya tres años y me he acostumbrado mucho a Rusia, es un lugar que me gusta. Quisiera quedarme a vivir aquí”.

Cuando le pido que me explique por qué en concreto se siente bien en Rusia, Luis Humberto guarda silencio y después me explica una parábola india. Probablemente, sea la respuesta.

La parábola india

Una vez, hace mucho tiempo, un viejo indio le contó a su nieto:

-Dentro de cada persona hay una lucha entre dos lobos. Un lobo es el Mal: la ira, la envidia, la avidez, la arrogancia, el orgullo, la autocompasión, la mentira, la ofensa, el egoísmo.

El otro lobo es el Bien: la paz, el amor, la esperanza, la tranquilidad, la modestia, la bondad, la generosidad, la honestidad, la compasión, la fidelidad.

El pequeño indio, conmovido hasta el fondo de su alma por las palabras de su abuelo, se paró a pensar algunos segundos y después preguntó:

-¿Qué lobo vencerá?

La respuesta del viejo indio fue muy sencilla:

-Siempre vence el lobo al que le das de comer.

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