Cuando la escritura no da para vivir: autores rusos que trabajaron para dedicarse al arte

Alexander Solzhenitsyn impartiendo una clase. Fuente: Photoshot / Vostock-Photo

Alexander Solzhenitsyn impartiendo una clase. Fuente: Photoshot / Vostock-Photo

A menudo los problemas políticos o económicos han obligado a los escritores rusos a buscar otros trabajos además de la escritura, que les proporcionaban experiencias vitales que podían utilizar para su obra. Antón Chéjov, Mijaíl Bulgákov y Alexander Solzhenitsyn son algunos de los ejemplos

Ser un escritor de profesión en Rusia nunca ha sido lucrativo. En tiempos de los zares, la falta general de una educación reducía el mercado de la literatura profunda y controvertida a un círculo muy exiguo de lectores. Posteriormente, en la URSS, solo los autores leales a la ideología estatal podían vivir de la escritura; los otros se veían obligados a desempeñar otros trabajos.

Humanidad y absurdo: dos grandes médicos escritores

Antón Chéjov trabajó 15 años como médico y nunca se arrepintió de su decisión. La mayoría de sus clientes eran campesinos y siervos, gentes humildes. Chéjov bromeaba: “Solo trabajo para casas aristocráticas. Me dirijo al palacio de la condesa Keller para atender a su cocinero y después a la casa de los nobles Voeikovs para tratar a su doncella”. Muchos de sus pacientes no podían permitirse un médico, por lo que Chéjov los atendía gratis.

No fue el dinero lo que atrajo al escritor a la medicina. Solía decir: “El deseo de servir al bien común debe ser un requisito del alma, una necesidad para la felicidad personal” y siempre mantuvo esta creencia. En 1890 viajó hasta una colonia penal en las islas Sajalín para realizar un censo e investigar las condiciones sanitarias de los prisioneros, los hospitales y los barracones.

Publicó sus informes en un ensayo, La isla de Sajalín, que provocó una mejora en las terribles condiciones de los presos. En 1892, cuando una epidemia de cólera asoló el centro de Rusia, Chéjov organizó la asistencia médica para las víctimas a sus propias expensas.

Chéjov dijo una vez: “La medicina es mi fiel esposa, la literatura es mi amante”. Pero la medicina también contribuyó en gran medida a su escritura: su obra contiene detalladas descripciones de la salud, las enfermedades y muerte de sus personajes. Es más, tuvo oportunidad de escuchar numerosas historias y aprendió mucho sobre la naturaleza humana practicando la medicina, una valiosa experiencia para cualquier escritor.

Por su parte, Mijáil Bulgákov, que provenía de una familia de médicos, ejerció la medicina durante varios años. Durante la década de 1910 tomó parte en la Primera Guerra Mundial como cirujano de campaña. Después de la guerra, Bulgákov ocupó un puesto de médico en una remota aldea. Era el único doctor de la zona y tenía que visitar docenas de pacientes al día. Las experiencias de Bulgákov en esos años han alcanzado una gran difusión debido a la serie de televisión británica de 2012 Notas de un joven médico, una adaptación libre de la colección de relatos del mismo nombre.

También otras obras de Bulgákov incluyen médicos entre sus personajes. Por ejemplo, el brillante protagonista de Corazón de perro, el profesor Preobrazhenski, es un preciso retrato de un intelectual que se enfrenta al absurdo y a la brutalidad de los primeros tiempos del Estado soviético.

Matemáticas y cuestiones morales

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La filosofía del Estado soviético dictaba que todo ciudadano debía ser capaz de vivir de su trabajo. Sin embargo, en lo que respecta al arte había ciertas restricciones. Los autores tenían que afiliarse a la Unión de Escritores Soviéticos y mantenerse leales al Partido si querían el éxito económico. Esto significaba que muchos escritores soviéticos se buscaban un segundo empleo para mantener su independencia: si no querían plegarse a la ideología estatal, siempre podían ganarse la vida con otro trabajo.

Ya desde los veinte años, Solzhenitsyn quería convertirse en escritor. Escribía poesía y ensayo y concibió una novela épica sobre la Revolución rusa. Si embargo, cuando entró en la Universidad, decidió no estudiar literatura, sino que se matriculó en el Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad de Rostov. Se licenció con honores como profesor de matemáticas.

Cuatro años después de graduarse, Solzhenitsyn fue sentenciado a ocho años en un campo de trabajo a causa de sus opiniones políticas. Cuando salió en libertad, fue enviado al exilio interior en las fronteras de la URSS, donde su profesión le fue de enorme ayuda. Su fama mundial aún tardaría años en llegar, pero Solzhenitsyn pudo mantenerse a sí mismo y a los suyos enseñando matemáticas y física en las escuelas locales.

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