Desarrolló unas tácticas de combate decisivas para la derrota de la poderosa máquina de guerra nazi. Fuente: Ria Novosti
La victoria del Ejército Rojo frente a la Wehrmacht fue posible después de que la Fuerza Aérea rusa derrotara a la todopoderosa Luftwaffe en un combate titánico.
El mérito de este éxito ruso en los cielos es obra, entre otros, de Alexander Pokrushkin, quien se enfrentó en solitario a las obsoletas tácticas soviéticas que estaban en vigor cuando los alemanes lanzaron su blitzkrieg en 1941.
Pokrishkin no solo era un gran táctico sino que también era un temerario piloto que lideraba desde el frente y que se mantuvo en activo hasta los últimos días de la guerra.
Realizó 650 salidas, participó en 139 combates aéreos y se convirtió en el segundo as de los cielos entre las fuerzas aliadas y soviéticas, con un récord oficial de 59 aviones enemigos abatidos. Se retiró como mariscal de la aviación soviética.
Sin embargo, la espectacular carrera de Pokrishkin fue prácticamente ignorada por la dictadura Iósif Stalin.
Sus críticas a la doctrina militar aérea oficial, que consideraba inefectiva y llevó a enormes pérdidas en las Fuerzas Aéreas contra la Luftwaffe en 1941, le convirtieron en objetivo del establishment.
Cuando sus superiores descubrieron que estaba enseñando a sus colegas las nuevas tácticas que había desarrollado fue encerrado.
Sin embargo, en el momento en el que los mandamases en Moscú revisaron sus tácticas Pokrishkin fue ascendido a comandante de escuadrón en el 55º regimiento del aire del cuarto ejército.
Esta medida resultó ser decisiva para el posterior desenlace de la guerra.
En 1943 la industria aeroespacial rusa estaba produciendo cada vez mejores
aviones. Entre ellos estaba el Yak-7B, el La-5, el Yak-9 o el legendario Il-2
Shturmovik, que tenía una mayor potencia de fuego que los aviones alemanes.
El problema era que las tácticas soviéticas estaban anticuadas. Pero esto
cambió con la llegada de Pokrishkin.
Este as del aire perfeccionó sus tácticas durante las duras luchas sobre Kubán, cerca de Crimea, a principios de 1943. En esta región del sur de Rusia se produjeron algunos de los combates aéreos más intensos de la Segunda Guerra Mundial, con enfrentamientos diarios de hasta 200 aparatos en el aire.
La importancia de las tácticas de Pokrishkin residió en que se dio cuenta de la ventaja que suponía la lucha en la altitud. Diseñó una nueva formación de vuelo que llamó “la escalera de Kubán”, con tres filas que colocaba a los cazas de patrulla en altitudes bajas, medias y altas, protegiéndose mutuamente.
Además, los comandantes
rusos cambiaron las prioridades de ataque de sus pilotos. En lugar de
enzarzarse primero con los cazas escolta alemanes, se dirigían directamente a
los bombarderos, que eran más lentos.
El impacto sobre la batalla fue considerable. Como los bombarderos eran más
lentos resultaban más fáciles de atacar y los cazas rusos iban a degüello. La
visión de sus apreciados bombarderos cayendo envueltos en llamas sobre
territorio enemigo, desmoralizaba a los cazas de escolta.
Entonces, en ese momento los alemanes eran más propicios a hacer movimientos
que implicaban mayor temeridad y terminaban rápidamente en una derrota.
Los grupos rusos de altitud media y baja se enzarzaban con los bombarderos
enemigos y proporcionaban protección aérea a las fuerzas de tierra, mientras
que el grupo más alto se ocupaba de los cazas enemigos y proporcionaba
protección desde arriba a los otros grupos.
Serguéi Dolgushin , otro
as de la Fuerza Aérea rusa de la Segunda Guerra Mundial con 24 victorias a sus
espaldas, definió lo que hacía falta para ser un piloto de guerra con éxito:
"Amar la caza y un gran deseo de ser el mejor".
En las batallas a muerte sobre Kubán, Pokrishkin aprendió que los ataques repentinos y rápidos eran la clave para el éxito y la supervivencia en el aire.
Nada más ver a los cazas alemanes Pokrishkin siempre era el primero en lanzarse sobre ellos, creando el caos en sus formaciones.
Su fórmula táctica simple y directa de "¡altitud, velocidad, maniobra, fuego!" pronto se extendió entre la Fuerza Aérea y se convirtió en la fórmula de los pilotos de combate soviéticos para la victoria del aire.
Una señal de los mucho que los alemanes le temían era que se negaban a entrar en combate con cazas rusos si sabían que Pokrishkin estaba cerca.
De hecho, cuando su unidad se trasladó a Ucrania él prefería utilizar la señal de radio de Sotka (centena), fácilmente interceptable, porque sabía que la Luftwaffe había ordenado a sus pilotos que se quedaran en tierra si sabían que él estaba en el aire.
En total, los pilotos de la división aérea de Pokrishkin derribaron 1147 aparatos enemigos.
En 2003 en un festival dedicado a este as del aire en Moscú, el mariscal de la Fuerza aérea Iván Pstigo le hizo este elogio: "Los aviones de asalto aparecieron gracias a Pokrishkin".
Ya terminada la guerra Pokrishkin continuó
sufriendo a manos del régimen comunista. Su ascenso fue denegado muchas veces.
Tan solo después de la muerte de Stalin fue finalmente ascendido a Mariscal del aire.
Posteriormente se negó a secundar la versión oficial que glorificada el papel
del mandatario soviético Leonid Brezhnev en la batalla de Kubán, donde como
mucho había tenido un papel marginal. Como un verdadero héroe prefirió la
verdad al deshonor.
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