En auge el mercado de los productos ecológicos en Rusia

El volumen de facturación de la venta de la comida biológica no para de crecer en todo el territorio. Fuente: Synergy Innovation

El volumen de facturación de la venta de la comida biológica no para de crecer en todo el territorio. Fuente: Synergy Innovation

En Rusia han surgido iniciativas de lo más interesantes que apuestan por ofrecer una comida ecológica y biológica de excelente calidad, aunque todavía queda mucho por hacer para que se reconozcan los certificados de origen de estos productos a nivel internacional.

La influencia de Occidente es más que evidente en la cocina rusa moderna, la austeridad de la alimentación tradicional eslava ha sido sustituida por todo tipo platos típicos de otras latitudes. Junto con esta tendencia se ha desarrollado una preocupación por la comida sana y nutritiva a base de productos sin la presencia de pesticidas, fertilizantes o cualquier producto químico en todas las fases de su elaboración, sin modificaciones genéticas (afortunadamente Rusia es uno de los pocos países con una legislación estricta a este respecto)  que ha hecho que los productos biológicos empiecen a hacerse un hueco en el país y sea un mercado creciente.

Según la consultora Comcon, dedicada a la investigación del mercado, en 2011 las ventas de productos ecológicos en Rusia alcanzaron los 148 millones de dólares, lo que representa un incremento del 7,8% con respecto al año 2011. A pesar de esto, el gran problema en el mercado ruso sigue siendo la ausencia de un sistema de certificación estatal para este tipo de alimentación, lo que obliga a importarla desde países como EE UU o la UE (Alemania, Francia o Italia) que sí poseen un certificado propio.

Esto provoca un aumento considerable en el precio final (entre un 20 a un 400% más caro que su equivalente convencional), por no hablar de la contradicción entre un producto ecológico y su impacto medioambiental debido al transporte desde miles de kilómetros de distancia, problema que solo puede solucionar el consumo de un producto local.

En 2012 miembros del Gobierno ruso se reunieron con representantes de la industria para elaborar un borrador de ley sobre los productos ecológicos que fue introducido por el Ministerio de Agricultura en noviembre 2012 y que se espera sea totalmente aplicada para 2015. Con ello se espera que las ventas de este tipo de productos en el mercado asciendan de 167 millones de dólares a 225 millones en 2015, y que el mercado nacional vaya reemplazando a las importaciones.

Según esta misma empresa de investigación (Concom), los mayores consumidores de comida biológica, orgánica o ecológica se encuentran en las grandes ciudades como Moscú o San Petersburgo, tienen de 25 a 45 años, cuentan con un poder adquisitivo medio-alto y un nivel educativo superior. La comida ecológica además solo puede encontrarse en unas pocas tiendas o supermercados elitistas especializados.

Por otra parte, es necesario tener en cuenta también, que en Rusia se encuentran amplias zonas agrarias donde nunca han sido implantados tratamientos agroquímicos por lo que sería un gran productor en potencia de alimentos de origen ecológico. Sin embargo, la exigencia de este tipo de consumidores hace indispensable un certificado totalmente válido para que los productos rusos puedan ser competitivos en el mercado de la oferta ecológica.

En los últimos años la proliferación de etiquetas con nombres como 'bio', 'saludable' o 'natural' por parte de productores domésticos solo ha provocado la confusión y desconfianza en todo lo que no proceda allende las fronteras rusas.

Con este objetivo se han desarrollado diferentes iniciativas para suplir la falta de un certificado ecológico nacional. En 2010, la corporación Organic introdujo en el mercado ruso la primera línea de productos orgánicos diarios llamado EtoLeto (EsteVerano) certificada según los estándares europeos. En esta línea se incluyen leche, queso, crema agria y yogures manufacturados en una granja llamada Spartacus situada a 180 kilómetros de Moscú y disponible en tiendas Grunwald donde la mayoría de productos son también ecológicos.

En la quinta planta del moderno edificio de Tsvetnói encontramos igualmente un lugar abierto y cómodo donde se ofrecen los mejores productos de granja, un supermercado gastronómico y un ecorestaurante. Allí podrá encontrar productos ecológicos de todo el mundo como miel de Altái, pollos de Krasnodar, patos de Lipetsk, jamón de España...  

Bio-Market es el único supermercado con todo orgánico en Moscú. Según el informe de 2013 del Global Agricultural Information Network el 80% de la gente que compra allí lo hace específicamente porque sus productos son orgánicos. Y esta cadena no solo ofrece productos ecológicos, sino que además pretende educar a los consumidores en los beneficios de este tipo de comida con consultas, jornadas de degustación, juegos para niños y presentaciones gastronómicas. Disponen además de una página web que incluye explicaciones sobre comida saludable y su diversidad. 

Vse Svoe (Todo es suyo) es una compañía que representa a unos pocos granjeros y cultivadores. Distribuye productos a los miembros del Vse Svoe club, al que se puede inscribir cualquier persona a través de su página web. Vse Svoe, en colaboración con la Universidad Agraria de Michurinski, ha desarrollado su propio certificado de calidad orgánica. Sus productos crecen pues sin el uso de pesticidas y sus animales no reciben hormonas o reguladores del crecimiento así como pienso sintético o artificial.

Lavkalavka es otra iniciativa bastante seria de certificación ecológica que pretende revitalizar el concepto de cooperativa soviética para unirlo al de comida biológica. El objetivo es que el consumidor tenga un conocimiento claro y exacto del origen y la naturaleza de lo que ingiere. Para alcanzar dicha meta se cuenta con la participación de granjeros cercanos, que previamente han pasado un riguroso control para cumplir con todos los requisitos. 

Todo comenzó cuando el antiguo director creativo de la revista Snob, Borís Akimov, y su amigo Sasha Mijailov, con el que compartía la pasión por la buena comida, se dedicaron a recorrer granjas a las afueras de Moscú buscando ingredientes de calidad para una cocina que combinara tradición, vanguardia y sabores rusos. En la actualidad son los creadores de todo un sistema de certificación ecológica coherente y eficaz. 

El mismo empresario Borís Akimov, fue laureado por la revista GQ gracias a su idea de negocio, además de otros premios por la calidad de los productos que se venden en las tiendas que reciben el mismo nombre que el certificado que dirige, Lavkalavka. En palabras de Borís, “nuestro sistema de certificación persigue un análisis exhaustivo desde el lugar de origen de los productos en el que se evalúa desde el alimento que consumen los animales hasta la tierra utilizada en los cultivos”. Además de conferencias en el mismo restaurante-tienda también se encargan de extender la visión y beneficios de la comida ecológica a través de su revista, donde además proponen visitas agroturísticas a las mismas granjas certificadas. Su lema es: ¡Apoya a tu granjero local! 

En cualquier caso, la cultura culinaria ecológica va a ir ganando protagonismo en la cocina rusa más innovadora debido a su sabor y beneficios, por lo que este es un buen momento para descubrirla si no lo habíamos hecho.

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