Los alumnos del Instituto de Aviación de Moscú salen capacitados tanto para fabricar una nave de vuelo como para ponerla en el espacio. Fuente: NASA
Los estudiantes combinan las clases teóricas con sesiones de prácticas en los estudios de diseño y los laboratorios de la propia universidad. Los mejores modelos se fabrican en la planta experimental del centro y después se ponen a prueba en un aeródromo propio. “El instituto es un como un parque tecnológico”, señalan los profesores de esta universidad.
Cada año se pueden ver los trabajos de los estudiantes del MAI en el Salón Internacional de la Aviación y el Espacio (MAKS, por sus siglas en ruso), que tiene lugar en la región de Moscú. En la última convocatoria, por ejemplo, los asistentes, entre los que había tanto expertos rusos como extranjeros, pudieron ver una plataforma móvil para los Mars Rovers, varios diseños de propulsores para satélites y también el microsatélite 601-Х-1.
El Ministerio de Defensa ruso sigue de cerca el trabajo de los alumnos de esta universidad. “El MAI tiene muchas cosas que ofrecer al ministerio. Nuestro objetivo es firmar un contrato a largo plazo con las estructuras de defensa estatales”, resalta Anatoli Gueráshenko, rector del MAI.
Por otro lado, el MAI colabora también con algunas instituciones de investigación extranjeras como la Academia China de Tecnología Espacial (CAST) o la Iniciativa Mundial para la Educación en Ingeniería (CDIO). Como resultado, algunos de sus trabajos son utilizados por la NASA, Boeing y otras empresas del sector.
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“En colaboración con nuestros socios norteamericanos lanzamos el satélite Skipper; con los alemanes, el Inspector 1, y para Malasia hemos diseñado el aparato de teledetección Mosquito”, indica Guerashenko.
La universidad está formada por diez facultades, tres institutos y cuatro escuelas afiliadas, cada una de ellas encargada de capacitar profesionales en diferentes especialidades de la aeronáutica, la astronáutica y afines.
Cuenta con una plana docente de más de 1.700 profesores que imparten clases a más de 20.000 estudiantes de grado y postgrado. Sus alumnos reconocen que el programa académico del instituto es muy duro y que superarlo requiere un gran esfuerzo y mucho tiempo. “Es difícil estudiar aquí, pero toda mi familia se graduó en esta universidad. Y todos hemos encontrado un buen trabajo después de finalizar los estudios”, comenta Elena Lébedeva.
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