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La biografía del Variag comenzó en un astillero de Filadelfia en los albores del siglo XX. Cuando salió de la grada tocaba la orquesta y 565 marineros de la tripulación gritaron "¡Hurra!". Los ingenieros estadounidenses, al saber que el barco iba a ser bautizado con agua bendita, se encogieron de hombros y abrieron la botella de champán. De acuerdo con la tradición estadounidense habría que haberla estrellado contra el barco. Nadie, ni ruso ni estadounidense, sabía que estaban asistiendo al nacimiento de una leyenda de la flota rusa.
Casi inmediatamente surgieron fallos; las averías acompañaron al crucero durante toda su historia. Apenas los mecánicos conseguían arreglar la última avería algo estallaba o se rompía. A pesar de ello el Variag fue enviado a Corea.
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El crucero estropeado llegó al puerto de Chemulpo para las negociaciones sobre la neutralidad de Corea. En el puerto estaban atracados buques de Gran Bretaña, Italia, Alemania, Japón, Francia y EE UU. Pero la mañana del 27 de enero de 1904 el almirante Uriu envió un ultimátum al capitán del Variag: "En relación con el inicio de las acciones bélicas entre Rusia y Japón, deberá abandonar antes de mediodía Chemulpo junto con las tropas que están bajo su mando. En caso contrario abriremos fuego".
Los historiadores consideran que Rudnev debía haber aprovechado esta oferta. Tenía posibilidad de llegar a Rusia a través de aguas neutrales. El Variag, incluso con los motores estropeados, superaba en 3-5 nudos de velocidad a los buques japoneses. Además, entrar en combate era impensable: el crucero no disponía de blindaje del casco y su potencia de fuego era mucho menor que la japonesa.
Había otras posibilidades. El capitán Bailey le ofreció al Variag ponerse bajo bandera británica como "incapacitado para acciones militares". Pero Rudnev tomará otra decisión: ir a combatir.
Los artilleros del Variag no en vano estaban considerados los mejores de la escuadra del Pacífico. Hundieron como mínimo tres cruceros japoneses y un destructor. Pero las fuerzas estaban claramente desequilibradas. El Variag tenía obsoleta casi más de la mitad del armamento, el barco hacía aguas. La cubierta estaba rota en muchos lugares llena de sangre y de los cuerpos de los muertos. Las chalupas de metal agujereadas y las de madera quemadas. La sala de máquinas no funcionaba y el timón no respondía. Después de una breve conferencia con los oficiales Rudnev hizo la señal de "Moriré pero no me entrego" y abrió la toma de agua. En pocas palabras, el agua se tragó al buque. Se inclinó sobre el flanco izquierdo y se desplomó. Finalmente las frías aguas del golfo se cerraron llevándose con ellas al Variag.
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Los historiadores piensan que Rudnev no calibró bien la situación y hundió un buque completamente útil. En pocas palabras se lo regaló a la flota japonesa. Cuando izaron el crucero llegó con su paso lento a Japón y durante 11 años navegó en la flota japonesa bajo el nombre de Soya.
Ganarse el respeto del samurái
Las bajas del Variag fueron de 108 hombres, es decir un quinto de la tripulación. Los heridos fueron llevados a bordo de barcos extranjeros. Los japoneses liberaron a los prisioneros bajo la promesa de no participar en acciones de guerra. Habían quedado muy impresionados por el 'comportamiento samurái' de los rusos.
Pero ninguno de los marineros lo interpretó como algo heroico. Más bien al revés. El teniente mayor estaba convencido de que él y Rudnev debían ser llevados a juicio por la pérdida del Variag. Sin embargo había una guerra en marcha y para elevar el espíritu de las tropas era necesario un símbolo de heroísmo e invencibilidad del Ejército ruso. Este es el papel que jugó el Variag. Fue cuando se escucharon las primeras canciones que convirtieron al buque en leyenda.
El proceso de recuperación del buque
Diez años después, cuando se restablecieron las relaciones entre Rusia y Japón, el Variag fue comprado y comenzó de nuevo a navegar bajo bandera rusa. Pero como unidad militar el crucero tuvo que afrontar algunas críticas: había que repararlo, en ese estado era decididamente inútil para la heroica flota rusa.
Decidieron arreglarlo en un dique inglés. Y poco después comenzó la Revolución rusa. El crucero comenzó a quedarse vacío. La mitad de la tripulación fue llamada de vuelta a Rusia. En el barco quedaron tan solo ocho marineros, el contramaestre y el suboficial.
Los trabajadores portuarios de Liverpool se negaron a reparar el Variag diciendo que los bolcheviques no tendrían dinero para pagar la reparación.
Todo terminó en que los ingleses desarmaron el crucero: quitaron los cañones, se llevaron los proyectiles al arsenal de tierra, desmontaron los cañones triples.
En la sala de radio pusieron a Tommy ,arriaron la bandera de la flota rusa e izaron el león británico. Pero Inglaterra tampoco necesitaba un crucero en la flota así que lo vendieron como chatarra a los alemanes. De camino a Alemania el Variag quedó varado en una roca y fue despiezado y cargado en barcazas.
Se hizo a la carrera y de forma descuidada. La parte bajo el agua del Variag quedó allí en el fondo donde pasó algo más de 80 años. Allí, en el mar de Irlanda, fue encontrada por las cámaras del canal de televisión Rossia en el verano de 2003. El sólido metal estadounidense del que estaba construido el Variag no había sufrido nada en estos años.
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