Penas y alegrías del movimiento hippie en Rusia

Los hippies de Moscú se reunían en los puntos de encuentro con pancartas contra la guerra. Fuente: Lev Nossov / RIA Novosti

Los hippies de Moscú se reunían en los puntos de encuentro con pancartas contra la guerra. Fuente: Lev Nossov / RIA Novosti

Para cerciorarse de la verdadera existencia de hippies en Rusia hay que acudir al parque de Tsarítsino cada 1 de junio. Allí, a la sombra un enorme pino solitario al que todos se refieren, por alguna razón, como ‘el roble’, se reúne cada año la movida moscovita al completo. De este modo los hippies rinden tributo a unos acontecimientos que tuvieron lugar hace cuarenta años y a sus víctimas.

En 1971 había cerca de 1.000 hippies en Moscú. La gente tenía sus puntos de encuentro: el ‘psiquiátrico’ junto al viejo edificio de la MGU (Universidad Estatal de Moscú); el ‘cuadrado’ situado enfrente del actual ayuntamiento, cerca de la estatua de Yuri Dolgoruki; el ‘cañón’ junto a la estatua de Pushkin; la ‘tubería’, en el paso subterráneo que atraviesa la calle Gorki (hoy Tverskaya).

El 28 de mayo de 1971, un grupo de personas vestidas de paisano recorrió esos puntos de encuentro y, tras mostrar abiertamente a los hippies sus credenciales de la KGB, les propusieron llevar a cabo una manifestación contra la guerra de Vietnam frente al edificio de la embajada de Estados Unidos.

Les explicaron que la administración había decidido pedirles ayuda para combatir el mal mundial. Acordaron que el 1 de junio los hippies de Moscú se reunirían en los puntos de encuentro con pancartas contra la guerra y los agentes vestidos de paisano se encargarían del transporte y la logística.

El 1 de junio por la mañana el grupo de pacifistas estaba en el lugar acordado. Se acercaron los autobuses y los hippies, confiados, subieron a ellos. A continuación, toda la comunidad fue trasladada a las comisarías de la ciudad.

Registraron sus nombres en un libro cuya cubierta rezaba en letras mayúsculas ‘HIPPIES’. La administración fue destrozando de forma metódica y sistemática la vida a todas las personas que se encontraban en dicha lista. De 500 detenidos, casi la mitad fue enviada a servir a la frontera con China; a cerca de un centenar de personas las enviaron a un psiquiátrico; varias decenas acabaron en la cárcel por diversos cargos; dos murieron en el ejército, otros dos en el psiquiátrico y dos se suicidaron. Los supervivientes acabaron en la calle con un documento de recusación. Se suponía que la historia de la comunidad hippie rusa acabaría aquí, pero no fue así. 

Dmitri Ajtyrski: filósofo y exprofesor de la RGGU (Universidad Estatal Rusa de Humanidades, por sus siglas en ruso)

“Los hippies —explica Ajtyrski, que se mudó recientemente a Nueva York—, son un fenómeno propio de la cultura occidental y quienes entran en contacto con ellos se acaban convirtiendo en gente de Occidente, incluso los apasionados de la cultura Oriental. Generalmente, los hippies no se llaman a sí mismos de ninguna manera en especial. Si le preguntas a uno de nuestros hippies '¿Quién eres?', este contestará :'Una persona'; y si precisamos '¿Eres un hippie?', este lo negará. Los símbolos son algo puramente externo; no todos se inclinan por estos juegos ni están dispuestos a convertirse en personajes públicos. Pero por lo general siempre mantienen alguna marca externa; el mismo aire moderno. Para mí es como una medalla, un recuerdo de la resistencia pacífica a la policía, a los camorristas y a la población convencional. Yo a menudo salía de marcha en traje y corbata y daba las clases con unos vaqueros rotos y pulseras de hilo”.

Uno de los principales mitos sobre los ‘hijos de las flores’ es el de la Comunidad. Se cree que la fundó a finales de los años 60 un tal Solnyshko (cuyo nombre real era Yura Burakov), pero en realidad hubo tres comunidades consecutivas.

La primera existió hasta principios de los años 70; se trataba de una comunidad donde el alcohol tenía un papel preeminente, no así los intelectuales. La siguiente se formó a finales de los años 70, fue una agrupación más intelectual que se desintegró bajo la fuerte influencia de la Iglesia ortodoxa. La última se constituyó a mediados de los 80, pero de nuevo la ortodoxia acabó con ella.

Al final, las reuniones de la comunidad acabaron convirtiéndose en una rememoración de mártires: aquel se tiró por la ventana, el otro murió en un psiquiátrico, este murió de una sobredosis… Krasnoshtan, un conocido hippie de la época, acabó en la calle y recibió una paliza en algún callejón de Arbat; Volodia Psalomshik se dedicó a vender cocaína, por lo que finalmente recibió 33 puñaladas y murió en el sitio; a Yan Smertnik se le fue la cabeza; roció con gasolina a su mejor amigo y prendió una cerilla... lo metieron en la cárcel, donde murió. 

Alexánder Vialtsev (Sasha el pesimista): escritor, crítico y pintor

“Entonces, en el año 87, se empezó a poner en práctica de forma espontánea algo así como la Satyagraha india... la resistencia pacífica de Gandhi: si la policía arrestaba a un hippie, aparecían otros dos gritando “llevadnos también a nosotros”. Las chicas se tiraban al cuello de los agentes, los besaban y estos no sabían cómo reaccionar. Al principio se los llevaban a todos a la comisaría local, que normalmente estaba saturada, así que tenían que repartir a la gente por las comisarías vecinas.

Otros miembros del grupo asediaban a la policía, llamaban a sus ventanas y exigían que también se los llevaran a ellos. Perseguían a los agentes por las calles y, cuando los alcanzaban, les extendían las manos para que les pusieran las esposas. Los policías estaban espantados; solían hacer una llamada y gritaban a través del auricular 'qué hacemos, todos quieren venir con nosotros”.

“La comunidad constituía un sistema clandestino al que nadie sabía cómo llegar. Ella misma te encontraba a ti; no había ninguna organización oficial, pero el sistema funcionaba. Podías ir a cualquier ciudad y conseguir una cama y comida de gente a la que nunca habías visto antes. En el sistema lo sabían todo: qué leer, a qué exposiciones ir, qué cine ver... Se interesaban por la filosofía, la historia y la religión. Eran propensos a la mística. El sistema prometía una vida desmesuradamente interesante. Allí encontrabas a las chicas y chicos más guapos; a través del sistema podías estar conectado con lo mejor que ocurría en el país, los eventos más ingeniosos y los más interesantes”.

Con la caída de la URSS el sistema pasó al entorno virtual y sobrevive en un estrecho territorio de los foros de internet, así como en VKontakte (red social rusa) y en Facebook.

Es un mundo aparte, abierto, pero prácticamente inaccesible para quienes no son necesarios. Los hippies apenas se diferencian ahora del resto del gentío urbano. En Moscú, según cálculos aproximados, debe haber unos 1.000; repartidos por todo el país unos 5.000. Pero se trata de unas cifras arbitrarias, ya que es imposible calcular el número exacto. Aparte de aquellos que se declaran hippies, existe todo un ejército de personas que ni siquiera se lo plantean, pero que al fin y al cabo son auténticos hippies.

Artículo publicado originalmente en ruso en Kommersant.

 

Fragmento de la película 'Destino: Woodstock'. Fuente: Youtube / TomR35

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